mendigorría - Tapas de cazuelas, cazos, tambores o panderetas. Cualquier utensilio susceptible de hacer ruido sirve para atraer la atención de los Reyes Magos. Si no que se lo pregunten a los niños y niñas de Mendigorría, que ayer volvieron a hacer sonar las cuberteras, tal y como manda una antiquísima tradición que se ha ido transmitiendo de generación en generación, y que consiste, precisamente, en recorrer las calles de la localidad haciendo sonar utensilios de cocina.

Y es que, al parecer, “durante la Guerra Civil los Reyes pasaron de largo y no dejaron regalos”, recordaron algunos vecinos. Para evitar que esto vuelva a suceder, cada 5 de enero los txikis salen a la calle provistos de cuberteras, nombre por el que se conocen las tapas de las cazuelas en Mendigorría, para esperar al paje real, que ayer llegó al pueblo sobre las doce del mediodía.

“No les caben más cosas en las manos”, comentaban los padres de las criaturas entre risas, mientras los txikis se afanaban en hacer sonar sus cazuelas sin soltar, eso sí, la carta de los Reyes Magos. “Yo me he pedido la fortaleza de Playmobil”, confesó Jon Elcid, de 7 años, que estuvo acompañado en todo momento por su hermana Naroa, de 4 años, que optó por “una bici”. Su amigo Joel Muro, también de 7 años, en cambio, se decantó por “un tractor”. Hodei Martín, de 2 años, por su parte, sorprendió a los presentes al solicitar “un billar”.

Tras varios minutos de espera, el paje real llegó a la casa consistorial, desde donde, tras explicar su largo viaje realizado desde Oriente, lanzó caramelos a los chavales. A continuación, bajó hasta la plaza para recibir las cartas escritas por los txikis. Para finalizar, los pequeños recorrieron las calles del municipio entonando villancicos. Ya por la tarde, a eso de las 18.00 horas, pudieron constatar que su esfuerzo había merecido la pena porque Melchor, Gaspar y Baltasar llegaron puntuales al pueblo. - A. Izko