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Vuelve el deshollinador

Iñaki Kanpion Gastón, vecino de Ollobarren, ha retomado este antiguo oficio como una salida laboral Además de una limpieza regular, aconseja no quemar en las chimeneas “ni leña verde ni basura”

Vuelve el deshollinador

OLLOBARREN - El viejo oficio de deshollinador, extraña palabra que muchos descubrieron gracias al personaje de Bert en Mary Poppins, se ha vuelto a poner de moda en Tierra Estella de la mano del polifacético Iñaki Kanpion Gastón, de 47 años. Vecino de Ollobarren, un pequeño pueblo del valle de Metauten, estuvo dándole vueltas durante una temporada a la idea de dedicarse a la limpieza de chimeneas. Siempre lo había hecho en la casa familiar, con su padre, y eso, unido a su facilidad para subirse a los tejados como gran experto montañero y escalador que es, le animó a dar el paso, también espoleado por unos amigos.

“Llevo toda la vida diversificando mucho los trabajos, por temporadas; con la música (entre otras la txaranga Jarauta 69), he estado también en obras, en trabajos verticales, de guía de naturaleza... siempre he ido de un trabajo a otro, cogiendo lo que iba saliendo”.

Un parón en su vida laboral fue decisivo para que se plantease en serio hacer de esto su oficio durante una parte del año y realizara cursos de formación en Valladolid. “Como no me salía nada, me animé a probar. Empecé a finales de 2014, pero más en serio el pasado septiembre. Puse carteles por los pueblos y la gente me empezó a llamar; además, funciona mucho el boca a boca”.

Eso y que su presencia no pasa desapercibida, ataviado como va con su chistera negra. “En Europa todos los deshollinadores llevan este sombrero y en todas las empresas aparece en el logotipo. Según he leído por ahí, parece ser que un deshollinador, -no recuerdo el siglo-, salvó a la hija de un rey que se estaba ahogando y, como agradecimiento, se les otorgó el privilegio de vestir de etiqueta. En mi caso lo veo como una forma de marketing, ya que la gente se interesa al verte así vestido. Igual que cuando oyes la flauta sabes que viene el afilador, cuando veas la chistera sabrás que es el deshollinador”, dice entre risas.

Su idea inicial era moverse por la zona de Tierra Estella, donde hay gran número de viviendas con chimenea, pero, gracias a contactos de amigos y conocidos, ya realiza trabajos en toda Navarra. Y es que, según dice, son pocos los profesionales o empresas que se dedican a esta tarea, que sí se ha extendido en otras regiones a raíz de la crisis.

EVITAR EL PELIGRO Kanpion asegura que es la gente más mayor la que más concienciada está de la importancia de limpiar las chimeneas con regularidad. “La verdad es que me ha sorprendido que hay todavía gente, -sobre todo jóvenes-, que no sabían que se necesita un mantenimiento”. Y es que los beneficios, asegura, son muchos, sobre todo la seguridad: “Las chimeneas sucias son la primera causa de incendio en una casa, por el hollín, que al final es como un carbón, o la creosota, esa especie de pasta negra que se forma. Por la zona todos los años hay varios incendios y, aunque el Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios no obliga, sí se recomienda que se haga una vez al año la limpieza”, asevera Iñaki Kanpion.

Además, afirma que se alarga la vida de las calderas y fogones, “ya que el hollín, que tiene azufre y nitrato, erosiona y puede romper paredes o tubos”; se reduce el uso de combustible; hay mejor combustión; “y evitas gases tóxicos o revocos del humo”. Y es que, “si el hollín se pega a los conductos no deja pasar bien el aire y la chimenea no tira; a veces intentas encender, la abres para echar la leña y te sale el humo y puede que también esos gases tóxicos”.

Eso sí, señala que en función del uso habrá que limpiarlas con más o menos regularidad. “Si se usa mucho lo recomendable es cada año, pero si solo se utiliza los fines de semana o de forma esporádica, cada dos. Suelen decir que cada 3.000 kilos de leña, más o menos”, detalla Kanpion, que también trabaja con las de gasoil o las de pellets.

Para su labor siempre prefiere subirse a los tejados, aunque asegura que hay quien las limpia desde abajo, quizá por el riesgo. “Para mí, que estoy acostumbrado, es más cómodo hacerlo así, desde arriba, y también es más limpio; cierro los tiros, forro todo bien y me subo asegurado con cuerdas”.

Utiliza unas varillas regulables con un cepillo en la punta (de distintas medidas y formas) que puede ser de metal para el ladrillo o de otros materiales para las chimeneas de acero inoxidable o galvanizadas. Y una vez que el hollín cae, con un aspirador especial recoge desde abajo y limpia el fogón.

Al margen de la limpieza regular, da también algunos consejos, como “no quemar la leña que esté todavía verde ni tampoco basura, porque ensucia mucho más. Hay gente que cree que su chimenea es una incineradora, y es un error. Por ejemplo, la tintas del papel deja mucha porquería acumulada”.

Como es lógico, es en estos meses cuando más demanda tiene. “Lo mejor es limpiarla cuando viene el frío, de ahora hasta Navidad, o también cuando llega el verano y ya no se va a encender. Pero la gente se acuerda más ahora o cuando tiene un problema”. Así pues si en los próximos días ve a un hombre con chistera, no se asuste, quizá sea el deshollinador; y verlo, además, se considera en algunos países europeos una señal de buen augurio.