pamplona - Del mar a la montaña. Del puerto marítimo de Barcelona a un pequeño pueblo de Navascués (Aspurz). Es el camino que han seguido las paredes de la última vivienda construida por la empresa navarra Pop Up Project, que apuesta por innovar en bioclimáticos con estructuras de acero reciclado. Sin ladrillo ni cemento. Es su proyecto más original y está a punto de ver la luz: Una especie de casa-barco para una pareja joven. Mejor dicho, una vivienda unifamiliar de 210 metros montada como si de un lego se tratase en la meganave que disponen en el polígono Areta de Huarte. Cajas metálicas que tiene seis o doce metros de largo por 2,40 de ancho y una altura de casi tres metros, un armazón estructural que luego es necesario reforzar, aislar, revestir, tratar, apilar...

La casa se ha ido ensamblando así con containers en desuso que la empresa compra a compañías navieras. Si no fuera por el revestimiento exterior los contenedores todavía lucen sus matrículas como huella de su pasado. Cajones metálicos de puro acero con su propia historia: han viajado en diferentes navíos asegurando que toneladas de mercancías crucen océanos y mares. Son contenedores “muy fuertes”, preparados para los envites más agresivos del trasiego marítimo, bien aislados, totalmente impermeables, ignífugos, indeformables y sin sustancias nocivas, admiten el navarro Guillermo Muruzábal y la guipuzcoana Gurutze Elósegui, los autores del primer proyecto residencial de estas características en Navarra. Forrada en piedra (zócalo) y cemento, su aspecto final será el de una vivienda tradicional, con tejado a dos aguas, teja y piedra de la zona, carpintería metálica e incluso un arco de piedra restaurado que se acopla a la edificación. Los módulos, con ruedas, se trasladarán en camiones especiales mediante una grúa. “El sistema de contenedores marítimos se utiliza mucho en países como Holanda y Alemania para construir viviendas, espacios comerciales, piscinas o también para levantar áticos en edificios consolidados”, abundan. En China o Nueva Zelanda han visto levantar hoteles y centros comerciales. “Y se apilan sin límite de altura”. Son casas-búnker aunque se agujerean y refuerzan para abrir ventanas y balcones. “En nuestro país se ha seguido un sistema más artesanal que industrial lo que no significa que sea mejor. De hecho, la vivienda va mucho mejor ensamblada, la calidad de ejecución es mayor y el proceso está más controlado con una solución modular”, refrendan quienes creen que el futuro de la construcción está en la industrialización. Prefabricación que lograr ahorrar un 90% del trabajo, “los diseños pueden ser elegidos al detalle y, además, las casas se pueden ampliar a futuro”. Con proyecto incluido, una vivienda de estas características cuesta a partir de 600 euros/m2. “Y la normativa es la misma que para otras viviendas convencionales”, subrayan.

Cada contenedor ocupa 30 metros cuadrados y es la base modular de cada edificación. Por durabilidad, por coste, por resistencia, y porque son muy “eficientes” energéticamente, sin hablar del reciclaje del material base las defienden estos arquitectos (estudio en la calle Dormitalería) que también han diseñado el bar/cafetería que aloja el nuevo centro cultural de Tabakalera, un contenedor reciclado de 6 x 2,40 metros.

vivienda modular La fábrica de Huarte acoge otra vivienda modular de estructura de acero con destino a Mendigorría. En este caso, la vivienda está formada por estructuras metálicas de acero, envueltas en 14 centímetros de aislamiento, paneles de madera en la fachada y un acabado en cemento o madera, tal y como obligan las normas municipales, aunque ellos también tienen diseños con líneas más atrevidas en acero y cristal. “En quince días la vivienda se termina de montar en la parcela”, asegura Guillermo que admite que el coste del acero frena este tipo de soluciones en edificaciones en altura en la construcción tradicional. Sin embargo, a partir de 60 m2 y 50.000 euros se puede tener una vivienda modular ampliable. Y entre tres y cuatro meses es el tiempo, casi récord, para componer el mecano”.

En la actualidad preparan un proyecto de oficina itinerante para una compañía eléctrica interesada en ofrecerse en ferias urbanas y atraída por el fenómeno del Pop-up Store, un nuevo concepto de tiendas y restaurantes que se montan y desmontan para ocasiones.