Erratzu Centenario de la iglesia
La terrible tromba de agua que descargó sobre el Valle de Baztan el 2 de junio de 1913 arrasó el templo parroquial de San Pedro Apóstol de Erratzu, que ahora acaba de cumplir un siglo desde que fue reconstruido y mejorado.
el día 2 de junio de 1913, la terrible tromba que arrasó el pueblo en su incontenible avance desde la cima abajo del vecino Autza, entre otras casas y caseríos destrozó la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol de Erratzu. Y el día 13 de noviembre de 1915, apenas treinta meses después y ahora acaba de cumplirse un siglo, la parroquia había sido reconstruida prácticamente de sus ruinas y restaurada, y volvía a abrirse al pueblo que festejó alborozado el acontecimiento y por añadidura se encuentra con una serie de hechos y dotaciones que han contribuido a enriquecerlo.
La gran riada de 1913, la mayor de las catástrofes (ahora, junto con la del 4 de julio de 2014) de las que hay memoria en Baztan, se cebó en especial en Erratzu, la localidad más próxima al punto donde descargó y partió en dos lo que los meteorólogos denominan “ciclogénesis explosiva”, y a Elizondo y en menor medida a otros pueblos del valle. Y en los dos casos más graves, sus tremendos efectos obligarían a reconstruir sus templos parroquiales, ambos muy castigados, y en el de la capitalidad de Baztan al derribo por completo y construcción de uno nuevo, el actual, y en distinto emplazamiento del que ocupaba en la plaza de los Fueros.
La de San Pedro Apóstol de Erra-tzu responde a las características arquitectónicas del país, con sólida fábrica de sillería que se ha venido modificando a lo largo de los siglos. La primera noticia documental data de la última década de del siglo XVI y, probablemente con el aumento de población, se amplió su nave en 1727 y se le incorporó el crucero y una nueva sacristía. Todavía será un cuarto de siglo después (1751) cuando se construyen la torre (que resistió en 1913 la fenomenal acometida de las aguas) y el pórtico.
la gran brecha En realidad, ocurrió que la embestida de la tromba abrió una brecha fenomenal (claramente se observa en fotografías de la época) en la parroquia, tanto que algunos cronistas apuntan que “la partió verticalmente”. Al derribar el muro de la cabecera y abrirse paso, la oleada de agua, barro y piedras (que alcanzó de 5 a 6 metros de altura) penetró en la iglesia y arrasó todo lo que a su paso encontró en el interior. Ahora mantiene la clásica planta de cruz latina, y cuenta con el pórtico y un claustro “que no deja de ser excepcional en relación con un edificio parroquial”.
En el interior conserva un retablo de la Virgen del Rosario datado en la primera mitad del siglo XVIII, de igual manera que su colateral a este, el de San Francisco Javier, que fue rescatado de las aguas. Por el contrario, el retablo mayor es del siglo XX, de estilo neogótico, fabricado para sustituir el antiguo que destrozaron las aguas y su autoría correspondió (al parecer, incluido el pro-yecto) a los Isturiz de Pamplona.
La obra de cantería, carpintería y pintura fueron también muy elogiadas, así como el presbiterio que “es como de Catedral” con amplios sillones a ambos lados de roble artísticamente trabajados y adosados a las paredes. La candela del comulgatorio se trabajó en madera de caoba y muy artísticamente enrejada, y el suelo también de roble en tablas con dibujos muy bien combinados.
gran fiesta La jornada de reinauguración fue un gran fiesta que presidió el obispo de la Diócesis don José López de Mendoza, que acudió de víspera con su maestro de ceremonias don José Magaña, acompañados de Miguel María Zozaya, hijo de don Pedro y doña Micaela Iturralde, a la sazón propietarios del palacio de Echeniquea de Erratzu y familia gran benefactora de la localidad y cuya aportación a la reconstrucción de la parroquia fue decisiva. A la entrada del puente, se había construido un arco de boj con las inscripciones Errazu saluda a su bienhechora y Errazu saluda a su Prelado, con todas las casas engalanadas, y a las nueve y media de la mañana se inició la ceremonia religiosa con la bendición de la iglesia a cargo del obispo con los dos coadjutores parroquiales don Inocencio Iturralde y don José Dendarieta.
Al señor párroco, don Pedro Inda, que como se verá protagonizó una acción arrojadísima en el momento de la catástrofe de dos años antes, le asistían los párrocos de Arizkun y de Amaiur, Jesús Irigaray y Cruz Goyeneche respectivamente, junto con otros prelados del valle. La Capilla de la Catedral de Pamplona acompañó la Eucaristía y los sermones corrieron a cargo del canónigo de la Catedral de Pamplona Luis Goñi, descendiente de Erratzu, que “predicó en vascuence como correspondía pues los feligreses de la parroquia de Errazu, y la casi totalidad de los fieles presentes tienen en el viejo y maravilloso idioma de los euskaldunas (sic) su lengua madre”. Terminada la misa, se cantó un solemne Te deum y terminó la gran fiesta entre el estrépito de los cohetes”. Era alcalde de Erratzu don Antonio Echartea y concejales Francisco Almandoz y Julián Aguirre, y secretario Pedro Ilarregui.
actualidad La iglesia “se encuentra ahora en perfectas condiciones, no le falta de nada”, explica Javier Aldave, el actual titular que comparte la de Erratzu con las de Azpilkueta, Amaiur, Urdax y Zugarramurdi, cinco parroquias (“cinco rebaños”, se le bromea) nada menos. Incluso el bandeo de campanas se ejecuta a mano en las ocasiones de relieve gracias a un grupo de jóvenes entusiastas.
El volteo de campanas “a mano” se recuperó en 1999, siendo alcalde Santiago Ibargaray, que animó a su hijo y cuadrilla, y lo siguen haciendo. Se había interrumpido con el fallecimiento prematuro de un joven erratzuarra, Patxiku Irigoien, que era un enamorado de las campanas y un asiduo del campanario, y los jóvenes lo siguen haciendo en su recuerdo.
La costumbre, tan arraigada antaño y ahora un tanto en decadencia de grabar en piedra la memoria histórica, han dejado en el entorno de la parroquia de San Pedro Apóstol de Erratzu testimonios imperecederos de lo que aconteció aquel trágico día de 1913.
Uno de ellos, ahora en reproducción fotográfica, el tríptico creado por el pintor Javier Ciga (sobre el que habrá que volver para explicar su gestación algún día) recuerda la acción del párroco Pedro Inda que “jugándose la vida” consiguió rescatar el sagrario que arrastraban las aguas y guardarlo en lugar seguro en el atrio del templo. Allí, en una escultura en mármol blanco queda constancia del hecho, y representa ahora una parte muy importante del patrimonio artístico parroquial y de la memoria del pueblo de Erratzu.
Reconstrucción. En apenas treinta meses, desde la riada del día 2 de junio de 1913 hasta la reinauguración el 12 de noviembre de 1915, los vecinos de Erratzu lograron recuperar su iglesia.
El tríptico. Según el experto en Arte y especialista en la obra del pintor Javier Ciga, Pello Fernández Ouaregi, representa la salvación del Santísimo por el párroco Pedro Inda. La obra data de 1917.
javier aldave, párroco “La iglesia parroquial se encuentra en las mejores condiciones”
Con el paso del tiempo y la labor de sus predecesores, la iglesia de San Pedro Apóstol de Erratzu se encuentra en perfectas condiciones de mantenimiento y pulcritud. Y el bandeo de campanas en las fiestas señaladas se hace “a mano” igual que antaño.