Durante toda su vida Mª Josefa Lastagaray Rosales (Bilbao, 1948) ha estado escuchando las historias que se contaban en la familia sobre la vida y los logros de María de Maeztu Whitney, una de las mujeres sin duda más influyentes de su época y que ayudó a derribar muros en su enconada lucha por modernizar los métodos de pedagogía en el Estado y por conseguir la igualdad entre géneros en las primeras décadas del siglo XX.

Todo aquello fue quedando en su memoria hasta que un buen día decidió investigar a fondo, al detalle, hasta recomponer su historia gracias a distintos archivos y a las cartas y documentos que la familia conservaba. En 2010 se doctoró en Historia del Arte en la Universidad Autónoma de Madrid con su tesis Los Maeztu: una familia de artistas e intelectuales. Aquel fue el germen de un libro que publicó en 2014 sobre Ramiro de Maeztu y una recopilación de sus crónicas como periodista en la Primera Guerra Mundial. Y también el origen de la publicación que dedica ahora María en el centenario de la puesta en marcha de la Residencia de Señoritas de Madrid: María de Maeztu Whitney. Una vida entre la pedagogía y el feminismo (Ediciones La Ergástula). La presentación oficial será este jueves en Madrid, y pronto espera poder hacerlo también en la ciudad del Ega, tan unida a la familia Maeztu.

“Desde que iba preparando la tesis profundizaba en todos los archivos que encontraba para los distintos capítulos. En el caso del dedicado a María he ido después ampliando algo con respecto a la tesis, corrigiendo algún error, pero no mucho”, explica la autora, que no llegó a conocer a su tía abuela, puesto que, casualmente, en el mismo año que ella nació moría en Mar del Plata (Argentina) aquella mujer pionera en tantos campos, aquel icono del feminismo de la época. “Mi idea era poder presentarlo en 2015, el del centenario, pero al final se ha alargado un poco”, dice Lastagaray, quien añade por qué se ha decidido publicar el libro (375 páginas, 25 euros). “Su intensa vida como pionera del feminismo y de la pedagogía moderna quizá no era suficientemente conocida, y en este libro, realizado con criterio histórico, se ofrece un completo análisis de la personalidad, el pensamiento y el quehacer de María fruto de una larga investigación y del privilegio de aportaciones inéditas por ser hermana de mi abuela (Ángela)”, expone.

una vida de sacrificio María de Maeztu (Vitoria, 1881) no tuvo una vida fácil tras la muerte de su padre, Manuel, un hacendado cubano de origen navarro. Su madre, Juana, hija de un diplomático inglés, tuvo que empezar a ejercer como maestra para poder mantener a sus cinco hijos en Bilbao, a donde se trasladaron. Allí montó la Academia Anglo-Francesa. Aquel carácter luchador lo supo la cabeza de familia transmitir a todos. “Creo que de no ser por las circunstancias, seguramente María no hubiera llegado tan lejos. Cuando se dio cuenta de que el dinero no le llegaba a la familia vio que la vida regalada había terminado y que tenía que trabajar para vivir, tanto ella como toda la familia”, comenta Lastagaray. “Ese amor por la pedagogía lo heredó de su madre, aunque también era prácticamente el único acceso que tenía entonces la mujer a los estudios”.

María ejerció su primera profesión de maestra en Bilbao entre 1902 y 1909, en las escuelas públicas de Las Cortes, “el barrio más pobre” de la ciudad, decía su hermano Ramiro, su gran referente intelectual. Después siguió completando su formación y se licenció en Madrid en Filosofía y Letras en 1915. A esa formación poco habitual para una mujer de la época se unían otros méritos, como el dominio de varias lenguas. “Su madre, anglo-francesa, le aportó ambos idiomas, y su hermano Ramiro y Ortega y Gasset el alemán, impulsándola a ir a Marburgo a la escuela neokantina para conocer el planteamiento filosófico de la pedagogía”, dice la autora.

Aquel año, 1915, fue también el del inicio de la Residencia de Señoritas, que posibilitaba la formación universitaria de las mujeres, algo insólito en aquel entonces. También al principio acogía a aquellas mujeres que querían “simplemente completar su cultura general”. A Maeztu le encargaron su formación y dirección (entre 1915 y 1936). “Siempre consideró a la Residencia su Residencia, su obra”, recuerda Lastagaray, quien no tiene dudas de cuál fue el muro más importante que su tía abuela logró derribar en materia de igualdad, y eso que fueron muchos: “el de la formación universitaria de la mujer española”. Y es que, la pedagoga tenía muy claro lo que quería. “Soy feminista; me avergonzaría no serlo porque creo que toda mujer que piensa debe sentir el deseo de colaborar como persona en la obra total de la cultura humana”, llegó a escribir Maeztu, que a su formación internacional unió su papel de conferenciante durante años en Europa y América.

Su trabajo apenas encontraba límites, aunque la salud se empezó a resentir. Le adjudicaron la responsabilidad de Primaria en el Instituto-Escuela, dirigió el primer Lyceum Club Femenino de Madrid (1926) y mantuvo una estrecha relación con personajes como Azorín, Unamuno, Pío Baroja, Pérez de Ayala... Pero se le quedó con una espina clavada. “Su admiración por los colleges norteamericanos que conoció tan bien le hizo soñar con poder dirigir aquí un centro privado de educación superior para mujeres sin interferencias de los organismos oficiales del Estado”. Pero no pudo ser.

El estallido de la Guerra Civil cambió por completo su vida y la percepción de su legado; quedó “atrapada” y tuvo que irse a Argentina, donde falleció. “Quizá porque con el final trágico de Ramiro (asesinado en Aravaca, Madrid, en 1936), ella se inclinó hacia sus pensamientos. En los años del Franquismo era su hermana y a Ramiro se le ensalzó pero a ella no, quizá por su pasado liberal. Después, con la España constitucional también seguía siendo hermana de Ramiro y, con mayor razón, tampoco se hablaba mucho de ella”. Antes de morir, eso sí, cumplió la voluntad de su hermano Gustavo de legar su patrimonio a la ciudad del Estella, donde ella misma descansa en el panteón familiar.

La autora. Mª Josefa Lastagaray Rosales (Bilbao, 1948), se doctoró en Historia del Arte en 2010 con una tesis sobre la familia Maeztu. Tras graduarse en Artes Aplicadas, diplomarse en Profesorado de Educación General Básica y licenciarse en Filosofía y Letras, ha ejercido como docente en diversos centros. Ha impartido cursos y conferencias sobre Historia del Arte y la familia Maeztu, y colaborado en publicaciones sobre la obra de Gustavo de Maeztu. En 2014 publicó un libro donde recopilaba las crónicas que Ramiro firmó de la 1ª Guerra Mundial como periodista.