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Palacio de Olite: Navarra real, nudo eterno

El Palacio Real de Olite es el reflejo de la ilusión y creatividad de los monarcas Carlos III en Noble (187-1425) y su esposa Leonor de Trastámara (1362-1415) y supone la construcción cumbre y más emblemática del Reino de Navarra.

Palacio de Olite: Navarra real, nudo eternoMANUEL SAGÜÉS

la cálida voz de Marisa, hija de Olite y Tafalla, es un cite irrenunciable para templar la ilusión y viajar 600 años hasta el pasado paradisíaco del Palacio de los Reyes de Navarra en la vieja villa Erriberri.

Sin esfuerzo se cuelgan de la fantasía y romántica arquitectura toda una nómina de reposteros y tapices; se ven las nobles maderas que enmarcan las innumerables estancias, los muebles, los objetos más valiosos y exóticos y un enjambre de pajes, damas y sirvientes. Y se ve tremolar los estandartes, plenos de escudos y sismología; de ellos, el más honrado va vestido de traje en tono sangre de toro y cadena vieja.

Aunque la realidad te reviene incómoda para recordarte crepúsculos posteriores, como el de un siglo después con la conquista que convirtió en ruina gran parte del complejo palaciego y religioso de Olite, un airecillo mediodía y fresco acaricia los recios y talludos lienzos, los sillares y las torres, y se cuela desde el alfeizar por una ventana gótica que te llama y te murmura que le mires, que entiendas su simbología y que tomes por mano y cintura a tu Blanca o a tu Lancelot y bailes dando vueltas en carrusel de placer sin fin al son que regala una piña de trovadores.

Alocución, la de Marisa, que te incrusta en el increíble mestizaje que habita y desprende todo el palacio. La mazonería y la obra de cantería fue mano del maestro estellés Martín Périz, la carpintería y azulejos del moro tudelano Lope El Barbicano, los coloridos lienzos de escuelas catalanas y galas, las yeserías de otros maestros del arte mudéjar. Y la aportación castellana de la reina, Leonor, con legión de vidrieros, tapiceros, bordadores, argenteros? incluso, relojeros.

La estampa se pinta de color vida y agitación, con jardines, estanques, plantas y un Arca de Noé de animales: cisnes, pavos reales, aves de rapiña, perros, felinos, camellos y hasta bureles enchiquerados para su lidia.

Y se recrea la ilusión con tantas habitaciones como días tiene el año, algunas de ellas doradas, según dijo el viajero y escritor alemán Mucer, que fue acogido en el palacio en 1439.

De muy exclusiva puede titularse esta mezcla entre elementos arquitectónicos antiguos y modernos (Yárnoz, a partir de 1937), entre trazos góticos de occidente, la filigrana mora y los lujos exóticos.

En la escultura ornamental de miradores, ventanas y chimeneas luce una cuidada sinfonía de trazas de hojarasca menuda y sinuosa; manufacturada al estilo francés, de delicioso pulso y manera como el que recorre el coetáneo claustro catedralicio de Pamplona.

Hay que tener en cuenta el peso de las anteriores dinastías francesas y más aún cuando en 1361 ya toma asiento continuado en Navarra el rey Carlos II en el año 1361. La influencia del gótico francés (palacios de Vincennes, Louvre y Avignon) se verá pronto reflejada en las mejoras y ampliaciones del palacio de Olite durante los tres primeros lustros del siglo XV. Carlos III el Noble, hijo de Carlos II, ya concibe y disfruta de esta fábrica como marco ideal para la magnificencia de la realeza. El resultado final es tan intencional y bello como laberíntico, disperso, caprichoso, refinado e, incluso, inesperado.

Sin duda, el Rey Noble, fue un entusiasta de la creatividad y del lujo, pero también de los recursos de la disciplina poliorcética, término griego referido a la construcción de fortalezas.

TORRE DE LA JOYOSA GUARDA (1414) Esta torre, una de las últimas fábricas, es quizá la figura más representativa de la singularidad de este castillo por su forma de ensueño, su situación apartada y una chulería que se vende desde el fondo del colosal escenario. Esta es el siempre deseado retrait, retiro, sugerente y cómplice para el juego, el amor e, incluso, para arrebatos de viral en las redes digitales.

La Joyosa tiene dos plantas, una rectangular y otra circular que se remata una esbelta y enjuta torreta. A la Joyosa también se le conoce como Atalaya y Vigía, aunque su vocación decorativa y con mirada al caserío resta argumentos a esas asignaciones.

la VENTANA de la joyosa Al llegar a la Joyosa Guarda reclama tu atención una ventana adintelada con tracería gótica que representa el lazo eterno, uno de los símbolos principales que adoptó Carlos III el Noble.

Esta ventana es el tragaluz de la planta noble. Ella, de pronto, se añade en el tránsito como foco de escena y cuenta y dice que sigas actuando en su platea. Y si asientes llega a engullirte cual pantalla de celuloide para que planees a tu gusto por el universo de la naturaleza y de la filosofía, por la vida de nuestros ancestros navarros y por tu propia vida. Ella es un lucero de generoso porte (180 x 400 cm de altura) y está coronada en su tres quintos superiores por una traza escultórica que representa el nudo eterno. Una atadura eterna o infinita formada por un lazo de triple ojiva que el monarca utilizó como su signeto o sello personal y real.

Este nudo procede de la simbología celta. Empezó a aparecer en torno al año 450 de nuestra era como adorno de manuscritos. En esencia representa la eternidad, la naturaleza eterna del alma, las infinitas reencarnaciones para alcanzar el objetivo de la perfección; también se le atribuye ser talismán de buena suerte y longevidad; y quizá también abrazo perenne del amor de pareja.

La ventana fue restaurada en 2013 con privilegio, rigor y calidad, incluso hasta la fina imperfección, por el matrimonio formado Valeriano Jaurrieta Abaurre y Agustina Gutiérrez Orduña y el primo del primero, Juan José Zulaica Abaurre, todos ellos reconocidos canteros olitenses (Cantería Jaurrieta).

La tracería original del nudo eterno (180 cm de ancho por 185 de alto) fue sustituida en su totalidad, así como el fuste parteluz y el alfiz decorativo. El material utilizado fue arenisca procedente de Beire y de una calidad igual a la empleada allí en el siglo XV. El nudo original y el actual son de tres piezas, una por entrelazado u ojiva; aunque al desmontar el antiguo en 2013 hubo que hacerlo en 21 piezas por su mal estado. Se desea que, pronto, el primitivo lazo, una vez sanado por los Jaurrieta, pueda lucir alguna dependencia interior del palacio, sin sufrir los rigores del agua y del viento.

Este símbolo del nudo aparece también entrenzado recorriendo, junto a hojas de castaño y otras decoraciones geométricas, las cenefas de yesería de una galería en la planta principal, hoy en restauración.

Pantalla y foco Esta ventana, hermana pequeña del gótico Mirador del Rey, es principalmente un reflejo de la proyección de las leyendas artúricas que inspiraron a Carlos III el Noble. Leyendas celtas y el poemario galés graban para siempre los episodios del siglo VI en los que el Rey Arturo y sus caballeros fueron los protagonistas y que luego tendrán enorme recreo, grandilocuencia e ilustración en el romancero francés desde el siglo XII. En estas lecturas es en donde el rey Noble se embriagó de ilusiones. Sobre todo con las fábulas de la obra Lanzarote del Lago, en la que se ensalzan las hazañas bélicas, el honor y el amor, con el caballero Lancelot como principal protagonista. La más sonada fue la conquista del temible Castillo de la Guarda Dolorosa (Dolorus garde) y que termina rebautizándola Lancelot como la Guardia Gozosa (Joyeux garde) al quedársela como hogar. De ahí, sin duda, que el rey Noble se afanara en reproducir ese castillo y en especial la torre conocida como la Joyosa Guarda. También el rey se bebió otros escritos sobre Lancelot y su participación en las cruzadas a Tierra Santa y en la búsqueda del Santo Grial.

Asímismo, hubo lugar para el drama, como el que supuso el amorío imposible de Lancelot y Ginebra, esposa del rey Arturo, y que finiquitó su figura heroica de caballero con la deshonra y el destierro a una lúgubre y solitaria ermita, donde murió. La inclinación del Rey Noble por Arturo y los caballeros de la Tabla Redonda, en especial de Lancelot, está plenamente demostrada con el encargo que hace en 1392 a un judío de Tudela para que le encuadernara los romances de Lancelot. Y da pleno sentido al nudo eterno, utilizado con frecuencia en los episodios mentados, como sello regio y, en este caso, patente en la ventana de la Joyosa.

El sueño e ilusiones de Carlos III el Noble terminó por ser real y real: Real por hacer realidad tan majestuoso palacio; y real como emblema y corona de todo un reino.

Y con el soporte de una historia bien documentada, se puede imaginar cómo esta ventana de la Joyosa guarda se convirtió, entre otras, en un foco de luz para distintos pasajes de la vida de la corte navarra de la época y en una apertura visual para los aconteceres de la villa (luego ciudad desde el 23 de febrero de 1630) de Olite y por ende del reino.

En palacio gozó toda la corte con variopintas diversiones y exóticas motivaciones. Amén de doquier de celebraciones de triunfos, nacimientos, torneos, toros, aniversarios, nombramientos... y también eucarísticas de precepto, esponsales, bautismales, fúnebres... Disfrutaría la chavalería, entre los que estarían los hijos del rey: cuatro legítimos y cuatro bastardos, uno de estos últimos de nombre, ¿cómo no?, Lancelot. Todo juego bajo la custodia de los ojives de los simbólicos y adorados lazos.

La llegada de Blanca de Navarra a Olite, en 1414 y con 29 años de edad procedente por viudedad de su reinado en Sicilia, no ayuda a la idea de que ella fuera frecuentemente castigada de niña en la Joyosa, porque esta torre se levantó ese mismo año. Quizá fuera la infanta Blanca, hija de la reina nacida en 1424, quién sufriera encierro en la Joyosa tras alguna indolencia de niñez o juventud.

Y por no alargar la película con la negatividad de dramones políticos y militares, se decide echar el telón a la ventana y apagar la luz y cerrar la puerta de la sala de la Joyosa. La proyección de la usurpación y el maltrato de Juan de Aragón, a la postre padre de Fernando el Católico, hacia su esposa, la reina Blanca y su hijastro Carlos de Viana, de darse, tendrá lugar en una mazmorra de algún tan cruel como ilegítimo infierno. Allí no merece la pena que vayamos ni que nos guíen. No sea que se enrede otra vez la cuerda anudada que representa el sentimiento eterno de ser navarro.

MEMORIA Y GLORIA VIVA La memoria de Carlos III el Noble y Leonor permanece seis siglos después ligada a las bellas formas arquitectónicas del palacio de Olite y sigue evocando a sus visitantes con fábulas caballerescas e intensos estímulos, aunque todo ello no lo fuera tanto. Mas sí estaría bien poner en valor desde este palacio la verdad y la realidad de Navarra. La que va desde los antiquísimos vascones y cántabros hasta nuestros días, pasando por los pasajes medievales, modernos y contemporáneos de muy distinto pelaje: como el de ser un estado admirado, el ser un estado conquistado y el ser una tierra que conserva con sus fueros las raíces de su gloria pasada.

Este palacio invita a sentarte después del ese baile con tu Blanca o tu Lancelot del alma en las sentaderas originales (siglo XV) que hay a ambos lados de la ventana de la Joyosa para cantarle con adoración eso de “te quiero porque eres guapa/o y porque eres buena/o?” jota juramento de fidelidad ante el sagrado nudo eterno y el testimonio de las rúas de la ciudad. Y hablar de donde procedemos. De un lugar del que Shakespeare afirmó que Navarra será el asombro del mundo y que casi tres siglos después Bécquer, que conocía la obra del inglés, visitó y describió al castillo como decrépito. Y reflexionar de otras causas y verdades que aprietan el nudo de Navarra y lo sienten eterno, con cuerda suficiente para seguir discurriendo entrelazado y con esperanza en el futuro. Y un final ad hoc: Sendas miradas por la joyosa ventana; sentir que Navarra nos quiere a todos sin condiciones... respirar; retornar el rostro y anudar a tu pareja con un beso de amor eterno”.Guiarte. Es la empresa que informa y guía las visitas al Palacio Real de Olite. Su respondables son Katrin Setuain y Javier Adot. Contacto: www.guiartenava.com; y 94874 1273. También te enseña: Villa romana de las Musas (Arellano), Ciudad romana de Andelos, Recinto amurallado de Rada, Museo del vino y Santa Mª la Real, en Olite.

Pinturas góticas de Santa Mª. Las increíbles y bellisimas pinturas que están apareciendo durante la restauración de esta última iglesia se pueden visitar, previa reserva, en la oficina de turismo: 948 74 01 75.