sunbilla - Los sunbildarras que en su juventud emigraron a los Estados Unidos a trabajar de pastores volvieron a reunirse ayer y celebrar su jornada de hermandad, igual que vienen haciendo desde 29 años atrás, para recordar y compartir sus pasadas vivencias y confirmar a su pueblo natal como uno de los ejemplos más singulares de la historia de la diáspora vasca. En efecto, de las 101 casas que existen en Sunbilla de 94 está documentado que emigraron vecinos, desde el primero que se tiene noticia, Juan Iriarte Ibarra, de la casa Gilxarburu que partió el 1 de enero de 1898 hasta la última, María Dolores Baztarrika, que lo hizo en el año 1993.

El restaurante del camping Ariztigain, que abrió la familia Arretxea, del caserío Zubizargaina, que como no podía ser menos también tiene a su hijo José Luis en los Estados Unidos, les acogió con las puertas y los brazos abiertos, como acostumbran. Antes, se habían reunido en la sociedad Ulibeltzak, donde saborearon sus buenos highballs (un combinado a base de bourbon, Seven up y mucho hielo, que han hecho popularísimo en la comarca) como acostumbraban en sus años americanos e inventó el barman Patrick Duffy en 1895, poco antes de que llegara el primer emigrante sunbildarra.

Y también, de forma expresa para la comida, los hermanos José Mari y Francisco (Pantxo) Arretxea, de la casa Itxegi, y Fermín Zelaieta de la casa Iruribietakobazterra, y Jexux Mari Jorajuría, enseñaron los hermosos y preciosos panes que aprendieron a cocer bajo tierra en su tiempo en las praderas norteamericanas. De la misma forma, cocían alubias, hacían carne guisada o cualquier otra cosa de esa forma tan rústica e ingeniosa.

Un caso muy particular de los pastores emigrantes sunbildarras es el de la familia Jorajuría, que se puede decir que emigró al completo a Estados Unidos. Lo hicieron el padre (y sus tres hermanos), la madre y nada menos que nueve hijos, de los que la diáspora se quedó con tres que fallecieron en América y fueron enterrados allí. Ayer acudieron dos hermanos, Santos y Jexux Mari, que recordaba por cierto con afecto a Basilio Sarobe, expárroco de Sunbilla y su “pastor de pastores”, con el que compartieron misa y mesa muchos años y al que están muy agradecidos, ya que era quien escribía las cartas que enviaban las familias.

Tras la merluza, el solomillo y los canutillos con crema (inventados por cierto en la casa Martulapaita de Sunbilla, según reconoce la historia gastronómica) y una entretenida y bien regada sobremesa, se retiraron. ¿A dónde? Pues otra vez a la sociedad Ulibeltzak donde continuaron dando matarile a una cena “más ligera” y reverdeciendo recuerdos y anécdotas, y momentos duros y solitarios que también los hubo.