pamplona - Las cuevas de Urdazubi/Urdax han sido siempre un punto de encuentra para quienes, por diferentes motivos, se han visto inmersos en la empresa de cruzar los Pirineos. A tan solo dos kilómetros de la frontera, la cueva de Ikaburua ha sido testigo de las hazañas de miles de seres humanos que encontraron en ella una casa o un cobijo cuando más lo necesitaron. Desde los hombres y mujeres del Paleolítico superior, que habitaron las cuevas dejando su huella en sus paredes, hasta refugiados de la Guerra de Independencia española y de la Guerra Civil, en la que la gruta sirvió como punto estratégico para el contrabando de alimentos de primera necesidad.

La cueva ha sido utilizada por cientos de miles de generaciones durante toda la historia y ayer, todas las leyendas de estas grutas y sus alrededores volvieron a cobrar vida con la apertura de la temporada turística de las cuevas. Este comienzo de la campaña coincide con el día de fiesta anual de la gruta de Ikaburua, que contó con una alta participación de visitantes y con diferentes actividades de las que pudieron formar parte los allí presentes.

El buen tiempo hizo que fuesen muchos los curiosos que se acercaron a la jornada que se organizó a la entrada de las cuevas. Una de las actividades que más cautivó la atención de los turistas, fue la exhibición de un arqueólogo acerca de las diferentes formas de vida del Paleolítico superior. Tras tallar una flecha con sílex y enseñar a los espectadores como se lanceaba en aquella época para cazar, el arqueólogo, con dos piedras, consiguió hacer fuego en muy poco tiempo, algo que dejó boquiabierto a pequeños y mayores.

Además, Kaiku, en colaboración con el día de las cuevas, llevó una vaca con la que los más pequeños tuvieron la posibilidad de aprender cómo se ordeña a este animal, en una jornada en la que el guía y responsable de las cuevas, Goyo Hualde, se mostró satisfecho “por lo bien que se desarrolló” el día de ayer en Urdax. “Ha venido mucha gente, en concreto a visitar la cueva han venido más de 350 personas”, destacó, a las que habría que sumarles “la gente que se quedó en las actividades de fuera, que eran gratuitas”.

Hualde declaró que “las cuevas son algo que gustan a todos, a pequeños y mayores”, pero sí consideró que hubo una mayor multitud de “padres y madres con hijos”. Otro de los aspectos que también llamó la atención del guía fue la poca afluencia de gente de Pamplona o de la CAV. “La mayoría de gente que se ha acercado eran turistas que están en las casas rurales de la zona”, comentó. Uno de estos turistas fue Javier Barba, un madrileño que vino a pasar tres días a Elizondo y que confesó no haber estado nunca en una cueva, pero que la experiencia le “encantó”.

Como Javier, todo el que quiera podrá pasarse esta temporada 2016 por las galerías de la cueva hasta el 24 de diciembre, cuando se pondrá fin con la visita de Olentzero. Hualde espera que este año las cosas “vayan bien”, a ser posible “como el año pasado, que la verdad es que fue muy bueno”.

En cuanto a las ayudas procedentes de la Administración Pública, tras afirmar entre risas que “siempre se puede ayudar más”, afirmó que están “dentro de la guía turística del Gobierno, que ha hecho inversiones muy importantes aquí”.

La cueva de Ikaburua es una de las más de 3.000 cuevas que hay en Navarra, un mundo oculto tras la tierra que otorga un valor histórico incalculable a nuestra comunidad.

25 personas por visita. La delicadeza de estalagmitas y estalactitas hace que los grupos de visita tan solo sean de un máximo de 25 personas por guía turística.

Goyo Hualde “es imprescindible transmitir el respeto hacia la cueva”

El guía de las cuevas de Urdax aseguró que para seguir disfrutando de ellas “hace falta una concienciación de los turistas”.