sarriguren - Las instalaciones deportivas de Sarriguren han recibido a lo largo del verano a más de 320 pequeños futbolistas que participan en los campus organizados por Asdefor. Una actividad con la que este club, que en apenas seis años de vida ha pasado de 15 chavales a 400 (y más de 70 se han quedado fuera porque no hay hueco), continúa la labor formativa que desarrolla durante el año en Sarriguren. Para los alumnos y para sus monitores.

“Los campus nos dan un pequeño colchón para empezar la temporada y poder comprar petos, balones, carpetas, etc. También les das trabajo a los técnicos que tienes durante todo el año y les vas conociendo mejor, vas haciendo más piña y trabajando el fútbol de otra manera”, explica Roberto Ramos, pamplonés de 43 años e ideólogo de este proyecto deportivo y educativo, que en breve estrenará página web y el blog Fútbol a balón pensado, título que ya anuncia las intenciones de este entrenador.

Ramos cogió las riendas del fútbol base en el colegio de Sarriguren casi al mismo tiempo en el que surgió el centro. El primer año reclutó a 15 niños de distintas edades, así que ni siquiera pudo formar un equipo para competir. Aunque lo de competir no es la prioridad de este club. “Competimos porque hay que competir. Pero no creemos en la trascendencia que le dan otros clubes al resultado... No somos una ONG ni un convento, todo el mundo juega para ganar y no somos menos que otros por darle más importancia a los valores que al fútbol”, explica Ramos, que asegura que “yo no he visto ningún equipo de nuestro club que tire contra su portería, pero luego depende de la importancia que le demos al gol. Lo que no vamos a hacer nunca es sacrificar a tres jugadores por tres puntos”, dice.

Su club no busca montar “equipazos” y jamás se le ha dicho a un jugador que sus cualidades no valen y se tiene que buscar otro equipo. Aquí todos los chavales suman. Contar con chavales de diferentes perfiles y habilidades les hace “preparar actividades cooperativas para igualar fuerzas, y también pensar menos en el gol y más en la interacción de los chavales a través del fútbol”, dice. “Aquí el premio diario no es ser titular, ni el mejor o meter 100 goles. El premio diario es verte mejorar”.

El deporte y la competición, sin perderlos de vista, sirven de excusa para educar. “A través del deporte se ha generado un espíritu de grupo, de equipo de entrenadores. Tenemos un educador, una psicoterapeuta y gente que ve el fútbol desde el punto de vista educativo”, dice Ramos. Quizás por eso son una entidad adherida al sello Navarra Olímpica otorgado por el centro de estudios olímpicos como garantes del decálogo de valores deportivos.

En Asdefor han establecido un carné por goles, implantado en su día en San Cernin y aplicado después en Tajonar. “Les damos a los jugadores un carné y valoramos aspectos como la higiene, la responsabilidad, la puntualidad, la asistencia, el respeto y compañerismo... Ese fue el primer paso el año pasado. Y luego entrenando tienes que mantener una convivencia, porque el fútbol es como la vida y hay cosas muy parecidas; frustraciones, convivencia con otro que no te cae bien... todo va por ahí”, detalla Ramos.

Por último, para esta próxima temporada también van a trabajar con un libro de texto, titulado Balones de Oro, “con el que vamos a hacer un trabajo puntual cada mes sobre valores que destacan en los personajes de ese cuento. Y el entrenador se tiene que fijar en eso para transmitir valores a los jugadores”, asegura. “Vamos a hacer charlas para los padres. Les daremos un calendario anual y unos temas, y sobre eso iremos matizando; la relación entre el padre y el entrenador, entre el padre y el árbitro, padre y otro padre...”, concluye.

la magia del fútbol base Roberto era un jugador “mediocre” que llegó a Tercera División. Su trayectoria como entrenador ha sido más dilatada. Oberena, Peralta, Haro Deportivo, Mutilvera, Pradejón o Lodosa figuran en su currículo, desde Regional hasta Segunda División B. También fue director de las escuelas de San Cernin, colaboró en Jesuitas y le fichó la Fundación Osasuna para dinamizar las escuelas.

“Elegí el fútbol base porque me da muchas satisfacciones. Por ejemplo llevo cinco años con un equipo de 2003. Estaban desahuciados en el club, ahora somos un equipo con 22 componentes y es una gozada verles jugar y convivir entre ellos. Pasa lo mismo con otro equipo de 2008. Han empezado desde cero y vienen de distintos colegios. Y les ves jugar y da gusto la naturalidad con que se desenvuelven y la naturalidad con la que viven ganar o perder. Eso es oro puro”, cuenta Ramos, que asegura que a los entrenadores “nos cuesta un poco más” eso de ganar o perder con tanta naturalidad.

“El fútbol está muy maleado más arriba, pero por abajo se pueden hacer muchas cosas”, relata Ramos, que termina con un llamamiento: necesita más mujeres para completar un equipo femenino, y también hacen falta nuevos entrenadores para este y otros proyectos.