Los lodosanos disfrutaron ayer de una jornada entrañable, emotiva y llena de recuerdos ya que, por unas horas, el municipio dio un salto al pasado y la vida en las cuevas del monte volvió a estar al orden del día. Y es que, estas construcciones, unas 220 en el año 1934, situadas en la parte alta de La Peña, sirvieron de vivienda para las familias más humildes de la localidad hasta finales de los años 60, principios de los 70. De hecho, explicaban las guías turísticas de Lodosa, el último habitante abandonó su cueva en 1975.
Florencio, Amparo y Mª Puy Duque son tres hermanos de la localidad que vivieron su infancia y juventud en estas construcciones y que ayer, con cierta nostalgia, abrieron las puertas de su cueva rehabilitada y explicaron con todo tipo de detalles su experiencia.
“El día a día era muy alegre y muy pobre. Vivíamos muy bien pero con apenas dinero, no había mucho que comer. A mi padre lo fusilaron cuando yo estaba en la tripa de mi madre y ella, junto a mis hermanas de 3 y 4 años tuvieron que salir hacia adelante”, comentaba Florencio, que vivió 20 años en estas cuevas, al tiempo que añadía que “recuerdo aquellos años con mucho cariño y añoranza. Era una vida familiar, muy amigable ya que entre todos los vecinos nos ayudábamos y prestábamos cosas. Solemos venir mucho aquí y estoy encantado con el proyecto de rehabilitación porque así, este trocito de nuestro pasado, no se quedará en el olvido. Ahora los tiempos han cambiado mucho. Quién nos iba decir a nosotros entonces que en 60 años las cosas iban a ser tan diferentes”.
la distribución Las guías turísticas del municipio se encargaron de explicar las tres construcciones que están reformadas y, en pequeños grupos, informaron a las decenas de personas que se acercaron hasta allí de que estos espacios “seguían un patrón muy sencillo” con pequeñas habitaciones que excavaban dependiendo de las necesidades. Además, al fondo de la cueva solía estar la nevera, un espacio con el que no todas contaban y que consistía en una construcción autóctona de Lodosa que servía para dar luz y ventilación a la vivienda.
Ayer, para recrear el ambiente de aquellos años, pequeños y mayores se vistieron con ropajes de la época y teatralizaron los momentos del día a día; los asistentes pudieron ver a las mujeres tejiendo, lavando en los barreños, a los campesinos llegando de faenar, a otros vecinos asando y pelando pimientos, a la banda de música tocando sus melodías o a los niños con las batas del colegio, entre otras actividades.