Mercado y viejos oficios en la medieval Aibar
La villa acoge la XV edición de los mercados medievales y llena sus calles de artesanía y labores tradicionales
Aibar volvió ayer su mirada al pasado y a la tradición en la celebración de la XV edición de sus Mercados Medievales, con un giro hacia los viejos oficios y antiguas formas de vida de sus gentes en un intento de añadir nuevas actividades a la jornada que tiene como protagonistas a sus propios vecinos y vecinas en respuesta a la llamada del Ayuntamiento.
La jornada festiva se inició con sabor a migas de pastor; tradición desde las primeras horas de la mañana, en las que los participantes se reunieron en el parque de Larraitz para almorzar antes de ocupar sus puestos y hacer posible con su colaboración el día festivo. “Aibar para eso nunca tiene problema, la participación es siempre extraordinaria, y la implicación de la juventud también”, destacaba el concejal de Cultura, Alberto Goñi, al tiempo que expresaba su satisfacción por el número de personas ataviadas con trajes medievales al paso del desfile inaugural, la comitiva que acompañó a los reyes medievales a caballo de arriba a abajo entre la empedrada villa medieval.
Partieron de la iglesia de Santa María, encabezados por el grupo de animación, la Comparsa de Gigantes, jóvenes acordeonistas locales, así como la sección más joven y concurrida de la banda, hasta las puertas de la iglesia de San Pedro, donde se celebró la misa medieval con cantos gregorianos, y de donde salió la Coral Aritza, como es tradición, con su repertorio también medieval. “Hay cosas que no cambian, pero estamos por innovar para no caer en el desgaste y, en este sentido, además de añadir los viejos oficios que hablan de las formas de vida de los que nos precedieron, estamos trabajando en nuevas ideas para incorporar actividades callejeras cotidianas del medievo para próximas ediciones, y seguir integrando a los vecinos y vecinas en este día, porque sin ellos, nada de esto sería posible”, explicaba el concejal Alberto Goñi.
compromiso Compartían opinión, Arantza Burguete Lacalle, Ilu Santesteban y Tere Ayesa Rodrigo, imitadoras de las antiguas mondongueras haciendo el matatxerri. “Es importante colaborar para que esto siga adelante y dar a conocer cómo se hacían las cosas antes”, opinaban mientras elaboraban las txistorras. El puesto era a su vez un expositor de antiguos utensilios que traían a la memoria sus orígenes y recuerdos de su infancia. Ellas fueron también las que dinamizaron el alquiler de trajes por el Ayuntamiento, con los que se vistieron ayer más de treinta vecinos. Con la misma intención de enseñar y mantener la tradición, prensaba la uva y daba a degustar el mosto Carlos Martínez y hacían la caléndula con melisa las jóvenes Lorea Ustárroz, Ainara Burguete e Iranzu Miguel. En frente, trabajaban la docena de bolilleras de Sangüesa y Cáseda, entre los talleres de arcilla, vidrio y forja.
Los Mercados Medievales/Antzinako Azokak de Aibar son además de mercado, compromiso popular, si bien la villa es uno de los marcos más perfectos para extender los puestos de los más de 40 artesanos, organizados en Napar Bideak, o por libre, o solidarios como Ekialdea, colectivo de la zona por el Sáhara.
La consolidada fiesta se nutre también de arte, con la exposición de obras del concurso Pintor Crispín, dos visitas guiadas, de mano de Gesartur, recuperación de las Jotas de Ronda, coplas prohibidas y rescatadas, txoznasy degustación del cuto que pone fin a la jornada. “Es una de nuestras fiestas más señaladas. Aibar se abre a la comarca y a la ciudad para compartirla”, recalcaba su alcalde, Pedro Lanas.