Nuevo Casino, el baile del Casetón
El artesonado del salón principal del Nuevo Casino de Pamplona hace algo más que hablarte: te invita a bailar mirándole a los ojos
El eminente científico del arte, Enrique Nuere Matauco, insiste en que la madera, en especial la de los artesonados, “también nos habla”. En el caso del artesonado del salón principal del Nuevo Casino de Pamplona (Plaza del Castillo, 44, 1º) también podría intuirse que nos invita a bailar con su espléndida orquesta de cientos de casetones, también conocidos en la disciplina de la arquitectura como artesones o alfarjes. Techumbre esta que, disfrutándola, enseguida da pie al deleite y, a los más incisivos, a buscarle hechizos y tramas ocultas, algoritmos y ritmos matemáticos. Para este espacio basta con la realidad de un computo, somero, mas dilatado. Antes de contar medidas y virtudes, sería conveniente situar a este emblemático casino en tiempo e historia. Por su porte e importancia patrimonial el Nuevo Casino ha sido marco de sinfín de vicisitudes de calado en la vida social, política y festiva de la ciudad. Ha ocupado tres de los lados de la emblemática Plaza del Castillo y ya ha conocido los guarismos de tres siglos distintos. En 1856 inauguró su sede justo enfrente de la actual, en el lado sur-sureste. En 1876 pasó a ocupar la primera planta de Casa Toriles, en el lado oeste. Y, de forma definitiva se asentó en el lado norte, en el edificio de estilo ecléctico que construyó el arquitecto riojano Maximiano Hijón entre 1885 y 1887 por encargo de Crédito Navarro. Sería muy prolijo reseñar la cantidad de hechos de todo pelaje que han tenido como escenario el Nuevo Casino, aunque en breve abanico asalta mentar: que fue uno de los focos de organización y protesta contra la Gamazada (1893); que sus balcones sirvieron para alguna arenga preguerra del general Mola; que fue lugar criticado por las diversas autoridades por perniciosos bailes carnavalescos de máscaras y de ilegales juegos de mesa; además de ser uno de los principales escenarios de actos culturales y festivos. Fue y sigue siendo un foco cultural en el que la música tiene gran valor. En su inauguración (1887) actuó su socio de honor, Pablo Sarasate. Uno de los iconos de la entidad ha sido su piano. Su primer pianista fue Lucio García (1863); ya en la actual sede (1888) figura en el puesto Fidel Maya. El actual piano data de 1906: es un Erad con caja de palosanto y caoba. Se adquirió a Casa Luna por 5.500 pesetas. Está en buen estado y marida muy bien con el salón, dando excelente sonoridad. El brillante pianista Luis Arias lo acarició con sus manos por última vez hace unos días, compartiendo tarima con las maestras musicales navarras Eugenia Echarren y Virginia Martínez-Peñuela.
techumbre MAJESTUOSA El artesonado apareja la superficie de la también valiosa tarima, de 300 metros2 (30x10 m). Dúo de baile que se abraza través de los lienzos vestidos de columnas, espejos, chimeneas, 10 ojos de salida a la balconada, y las decoraciones neomanieristas, en donde destacan unas guapas atlantes pseudovegetales. Estas, con fina insinuación, aceptan el baile y se entregan con dulzura, pero con firmeza a la legión de casetones. La partitura entrevera ritmos románticos y castrenses.
Todo emanado del cartabón de Maximiano Hijón y su amplio equipo de gremios que ya había utilizado unos años antes (1860) para la manufactura del Salón del Trono de la Diputación. Entre ellos destacó la presencia del arquitecto Francisco Xavier de Bona, magnífico proyectista y decorador de obras, en especial de paredes y techos. Bona o discípulos de su taller fueron, muy probablemente, quienes manufacturaron y ensamblaron las miles de piezas de madera de este espléndido artesonado.
Esta bellísima techumbre tiene 5 tramos, 4 de 7 x 10 m y uno irregular y más pequeño en la pared oeste de 10 x 2 m y que se resuelve con la supresión de 17 casetones. Se alza a 4,25 metros del suelo y luce un total de 673 casetones. De estos, 330 son grandes (50 cm de vano) y enmarcan una piña en su centro y una cenefa dorada con el juego del nudo eterno. Los 343 casetones pequeños (25 cm) albergan otras tantas estrellas de ocho puntas y un total de 4.116 puntos o tacos. En los cruces de casetones se suman hasta 325 medallones con estrellas. Quizá este del Casetón sea el antecedente del Baile de la Alpargata.