Santa María La mayor de Badostáin
María, Eulalia y Lucía son la terna femenina que convive en torno al titular de Badostáin: San Miguel. Santa María menta al templo más antiguo; del de la ermita de Santa Lucía solo quedan unos restos; y de Santa Eulalia, una imagen
Un regalo para la salud fue la mañana de ayer, día de Navidad, en los campos de Navarra. Luz pura de invierno que te lava la cara, te insufla energía y aleja fastos exagerados; en este caso, en pagos señoriales de Badostáin; y, en concreto, en la ermita otrora de San Miguel y hoy conocida como ermita de Santa María, de Nuestra Señora o de la Asunción. Pueblo del valle de Egüés cuyos vecinos insisten de forma permanente en el cuidado de su patrimonio: haciéndolo visible y compartiéndolo in situ y a través deuna muy interesante y ejemplar obra informática (badostain.net), donde una cabecera reza: Badostáin, la historia continúa.
La visita, sin preverlo, al mediodía, quedó ayer rotundamente tamizada por las afamadas y recientemente (2011) rejuvenecidas campanas María, Gabriela y la festera de La Juana de la Catedral de Pamplona. ¡Casi nada! ¡Las campanas del conjunto de la seo poniendo la banda sonora a las bellísimas estampas camperas y patrimoniales del valle de Egüés y de su compadre, el de Aranguren!
La ermita se llamó de San Miguel desde su construcción hasta el siglo XVII. La iglesia parroquial se fabricó para la advocación de Santa Eulalia, la mujer barcelonesa que vivió y fue martirizada con hasta nueve torturas diferentes en el siglo IV. También debió tener sentido la leyenda de las lágrimas de Santa Eulalia en Badostáin cuando, no sin muchas disputas vecinales, la iglesia parroquial adquirió o usurpó, según se mire, el nombre de la ermita de San Miguel. De tal modo, la ermita quedó rebautizada como de Santa María, la iglesia parroquial como de San Miguel, nombre con el que todavía continua, y Santa Eulalia quedó reducida a una imagen del templo parroquial.
A pocos metros del caserío, en un altillo, se chulea con rotundidad esta ermita que nos ocupa. Datada hacia 1215, es, pues, tardorrománica y, aunque no apunta todavía el gótico, sí se eleva con buen porte y luce ventanas de buen tamaño. En concreto, la cruz que remata la espadaña situada en los pies del templo se encuentra a 18 metros del suelo y, así, sobrepasando, los 500 metros sobre el nivel del mar. Además, el lugar adquiere categoría de conjunto y entramado por tener anejo a norte y este del templo el cementerio de la localidad. El campo santo se construyó en 1954, para que dejara de ser lugar de enterramiento el propio solar de un edificio ruinoso.
En 1963, con fuerte apoyo de la institución Príncipe de Viana, se restauró la ermita. Hoy, 54 años después, vuelve a necesitar arreglos: el más importante es el del tejado. El conjunto tiene una longitud de 54 metros. La mitad, 27, alcanza la planta del templo en largura y 12, en anchura. La superficie del cementerio, en la que se sitúa un pequeño almacén que pudo hacer funciones de osario, tiene forma irregular. Su longitud por el norte es de 50 metros y su lado oeste alcanza los 25 metros y 15, el este. Santa María tiene una bonita entrada con una hermosa portada de tres arquivoltas que descansan sobre airosas columnas con capiteles de hojarascas, aves e historiados bastante perdidos. En el tímpano se identifica todavía con claridad un Crismón.
Con la restauración de comienzos de los últimos años 60, el ábside semicircular, con tres ventanas de arco de medio punto sobre columnas con capiteles de decoración vegetal y la nave, de cuatro tramos, quedaron debidamente recuperados. El ábside cubierto con bóveda de cuarto de esfera, y la nave con bóveda cañón apuntado sobre fajones dobles que descansan en pilares también dobles.
Hay una ventana más en el tramo de la Epístola, anterior al ábside de las mismas características. Al exterior, la fábrica da una imagen esbelta y juega con los tonos suaves, azules, ocres y amarillos de sus más de 1.500 sillares de piedra, dotando a los lienzos, sobre todo en el lado sur, de bellos reflejos de aguas y luces.
Su decoración interior es muy austera. Lo preside una copia de una virgen románica. La verdadera fue robada en 1940. El retablo de San Miguel que albergó fue trasladado, también con opiniones contrarias, a la iglesia del pueblo en el siglo XVII.
La tercera fábrica de culto religioso de Badostáin fue la ermita de Santa Lucía, de la que quedan muy pocos restos. Se dice que muchas de sus piedras fueron robadas por vecinos de Mutilva para la construcción de viviendas particulares. Una imagen de las santa y otros enseres también fueron llevados a la parroquia.
La ermita se abre al culto tres días al año. El párroco , Alfredo López Vallejos, celebra misa los días 15 de agosto y 1 y 2 de noviembre. Varios vecinos se turnan para su cuidado.
En cualquier caso, esta ermita, de gran valor por su antigüedad e importancia artística, tiene, además, la virtud de ser un hito del valle y de la Cuenca. Todos los paseantes, corredores a pie o en bici lo tienen de referente y siempre se prometen subir ahí algún día, sin prisas. Ayer, varios de ellos, al sol en plan maniqui challenge llenaban el depósito.
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