Que el Misterio de Reyes de Sangüesa de ayer no era uno cualquiera se percibía días atrás en el ambiente. Había verdadera expectación porque los Reyes Magos y Herodes volvían a ser los mismos de aquel lejano 6 de enero de 1967: Luis Sabalza (Melchor), Fermín Gascón (Gaspar), Eleuterio Remón (Baltasar) y Enrique Itoiz (Herodes). De aquel año, sólo faltaba el centinela, Carlos Zabaldica, pero ocupó su lugar su sobrino Jorge Miranda. Tal es el compromiso generacional de Sangüesa con su Misterio.
Y volvieron ayer a escena pasados 50 años de su estreno en aquella fría y oscura mañana del año en el que con ellos nació la Agrupación Misterio de Reyes, puente entre el pasado y el futuro del singular auto que el padre José de Legarda escribió para la ciudad en el año 1900, y que por lo tanto, ayer vivió su representación número 117; una de las más emotivas y concurridas de principio a fin.
Aquellos jóvenes veinteañeros, hoy mayores de largos sesenta, Sabalza y Gascón, 69; Itoiz, ayer justamente, 67, e incluso los 70 cumplidos de Remón, lejos de defraudar, los viejos Reyes Magos y Herodes cumplieron, se emocionaron y emocionaron a su paso a cuantos revivieron aquellos Misterios en los que tomaron parte. “Yo era pequeña cuando ellos hicieron de Reyes, me trae muchos recuerdos”, expresaba Nora Mendive, vinculada al Misterio y que dio vida a María durante cuatro años.
triple esfuerzo El triple esfuerzo que hicieron los cuatro protagonistas, emocional, físico y mental, se vio compensado con sinceras felicitaciones y abrazos. Al final de la representación, Kike Itoiz aún se secaba las lágrimas. “Imposible no emocionarse. Cuando he salido al balcón y he visto a tanta gente... me ha venido a la memoria mi familia, la más cercana, la del Misterio, y la película de la vida”, expresaba. La misma ilusión manifestaban los Magos por volver a cabalgar juntos 50 años después.
auroros El Misterio empieza y acaba con ellos. Forman el grupo de auroros. Madrugadores que ya anunciaron el día a las 7 de la mañana, con la Aurora de Reyes que repitieron en todo el recorrido.
Entre ellos hay también miembros desde hace medio siglo, como el caso de Jesús Aranguren, que no falta desde los 17 años. “El Misterio ganó con el cambio de hora porque permite que venga más gente y, sobre todo, los niños, pero nosotros seguimos madrugando para cantar la aurora. Es una mañana larga para nosotros, pero muy gozosa”, expresaba al tiempo que contemplaba con orgullo a su nieta, Helena Díez, entre las zagalas. “Por aquí hemos pasado familias enteras”, apuntaba. Y así es.
A lo largo de los 117 años de vida, por el Misterio han pasado miles de personas y la implicación de las familias se cuenta ya por generaciones.
Todos pendientes de todos, los más de cien participantes trabajan como una piña en cada representación. El 6 de enero es un día feliz para la ciudad que vive el singular e histórico Misterio sabedora de que es una herencia que se hace más grande con el paso del tiempo.