El invierno baztandarra concedió una tregua no muy larga pero sí digna de agradecimiento y el sol salió para aportar luz, que no calor, a la jornada que se conocía antes por el sábado regular y que en Elizondo se ha convertido en el gran día del carnaval. En el que es con diferencia el más urbanita de los carnavales en el Valle de Baztan, la juventud, en particular (con algunos adheridos), protagonizó ayer un espectacular desfile por las calles de Elizondo en un alarde de imaginación, color y mucho ruido, para llegar hasta la Plaza de los Fueros y dejar espacio desde hoy a la ruralidad de Arizkun y Erratzu.

La mañana, el mediodía después de los obligados almuerzos, suele ser cosa de los jóvenes en Elizondo, que protagonizan la gran marcha. Para la tarde se reservan los que ya pasan de cuarentones, que en general acostumbran a ir más a su aire. La capitalidad de Baztan festejaba la gran batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma en las fechas de costumbre, hasta que la realidad sociolaboral se impuso hace unos años (más de dos centenares largos de jóvenes de Elizondo tienen que salir todas las mañanas a buscarse los garbanzos fuera del valle) y se trasladó la juerga al fin de semana.

En Baztan este es el carnaval más “bastardo” de todos, ya que no guarda ninguna de sus antiguas señas de identidad. Antaño, vistiendo el mismo sayal que en la procesión del Viernes Santo, los domingos salían los mozos en esta época a asustar a la chiquillería. Eran los mozorros, últimos personajes del carnaval autóctono y tradicional que sobrevivieron en Elizondo. Los chavales les dirigían sus burlas “mozorro zinko, muki zu...” y se refugiaban en el atrio de la parroquia, lugar que los mozorros (relacionados se suponía con el demonio) no podían pisar por ser recinto sagrado. Eso ya es historia.

disfraces En la actualidad, Elizondo disfruta de un carnaval ajeno a ritos, creencias y supersticiones del mundo rural que en el valle se queda reservado sobre todo a Erratzu y Arizkun, pero el jolgorio y la diversión son igual de tremendos y generalizados. Es una fiesta de disfraces y comparsas en la que las cuadrillas rivalizan en imaginación y buscan los más llamativos personajes o los de la actualidad “más rabiosa”.

Ayer, lo más propio fue sin duda la mención a “la mejor industria” de Baztan, la singular rivalidad histórica entre guardias civiles y contrabandistas, una tropa de payasos, añorantes de la desaparecida discoteca Pierrot, amenazantes maoríes interpretando su danza de guerra, el Rocío, ruidosos cubanos, un partido de voleibol andante, The Sex Pistols, Harry Potter, paracaidistas, primates de Madagascar, un casino de Chicago de cuando la prohibición muy aparente, trogloditas, mariachis, tiroleses y toda la suerte de personajes (no se vio a Donald Trump) que suele ser costumbre. Una gran fiesta que deja paso hoy al carnaval rural.