burlada - Burlada, y no es la primera vez que sucede, se ha levantado en armas contra la instalación de una antena de Telefonía en su casco urbano. En vista de la polémica el Consistorio ha buscado el consejo de Ceferino Maestu, doctor en Medicina, especialista en Bioelectromagnetismo e Ingeniería Biomédica y director del Laboratorio de Bioelectromagnetismo del Centro de Tecnología Biomédica dependiente de la Universidad Politécnica de Madrid. Es además firmante del manifiesto internacional contra los campos magnéticos.
¿Qué pide ese manifiesto?
-Los nuevos despliegues del 5G supondrán un incremento de radiación, y no hay estudios científicos relacionados con esas nuevas frecuencias e intensidades de campo que se van a someter a la población. Pedimos que se pongan en marcha y se tomen medidas de precaución hasta tener resultados. Lo que pasa es que la tecnología va muy por delante de la ciencia. Estamos desbordados por el avance tecnológico y vamos muy despacio comprobando efectos o consecuencias. Es el problema básico.
Están desbordados, y sin embargo en el Estado muy pocos científicos analizan estos efectos... ¿Cuántos son?
-Decenas. No más. Parece que es un problema secundario, pero es de primer orden. La Telefonía está entre los dos o tres elementos industriales más importantes del mundo; hoy somos 6.500 millones de habitantes y tenemos 8.500 millones de móviles. No hay ninguna zona de la tierra sin radiación de telefonía móvil. Ni siquiera en el mar puedes decir, ‘me refugio de esto’. Es una industria que mueve una cantidad del PIB importante. Y no conocemos sus consecuencias. Nuestro sistema biológico se ha desarrollado sin ninguna relación con campos magnéticos artificiales. Lo ha hecho con los naturales; el sol, el campo geomagnético de la tierra o las radiaciones de la atmósfera. No sabemos qué puede suceder con todo lo que hemos inventado después.
Usted dice que, desde el punto de vista biológico, el wifi es incompatible con el ser humano. ¿Es para tanto?
-Tiene varios problemas. Uno es que utiliza la misma frecuencia de trabajo que el horno microondas, 2.45 Gigahercios. El microondas calienta la comida porque trabaja en la frecuencia de resonancia del protón del agua; hace chocar los protones de agua, los hidrógenos, y esos choques liberan calor. Somos un 70% agua... nuestra capacidad de interacción con ese medio es especialmente preocupante. Tenemos mucha agua como para pensar que esto no tiene efectos.
¿Y qué efectos han detectado?
-De tipo microtérmico o macrotérmico. Cuando uno habla por teléfono durante una hora se le calienta la oreja. Ese es el efecto microondas, de tipo térmico, que son los que protege la normativa. La Comisión Internacional sobre protección frente a Radiaciones no Ionizantes y la Comisión Europea han considerado que lo único que está probado es ese efecto. Pero eso no quiere decir que no existan otros, que estamos investigando desde hace muchos años.
¿Por ejemplo?
-La OMS ha considerado los campos electromagnéticos como posiblemente cancerígenos. Hay estudios en niveles subtérmicos que han encontrado una vinculación directa con tumores. Concretamente con un tipo de tumor denominado neuroinoma del acústico, que sale solamente en el oído en el que usas el móvil. Son pequeñas evidencias, pero hay otras muchas de trastornos del sueño, etc... que podían identificar no solo un efecto directo térmico, sino otros. Y lo que es peor, no hay estudios a largo plazo. No se sabe qué está pasando con una exposición crónica de la población. Yo he utilizado el móvil los últimos años de mi vida, pero los niños de ahora lo utilizan desde antes de nacer, porque en la barriga de la madre la radiación también está incidiendo en la formación del feto. Eso nadie lo advierte, pero existe por lo menos una probabilidad suficientemente razonable como para pensar que puede haber alteraciones. Y no sabemos las consecuencias dentro de 20 o 25 años.
Vinculan la electrohipersensibilidad con estos elementos. Y estiman que afecta al 5% de la población europea...
-Sí. Hablamos del síndrome de sensibilidad central, con una serie de patologías que pueden tener un vínculo con este tipo de elementos externos. Por ejemplo la fibromialgia, el síndrome de fatiga crónica, el síndrome químico múltiple, la hipersensibilidad a campos electromagnéticos... Todo tienen su base en un problema común: se ha producido una disfunción de los mecanismos de interpretación de señales dentro del cerebro. En el caso de estas personas hipersensibles, el campo electromagnético ambiental es el que produce esos cambios que hacen que su vida no sea vivible. El único órgano especializado en capturar el campo electromagnético es el ojo, porque la luz visible también lo es. En el resto de campos no sabemos cuándo sucede esa radiación. Las personas hipersensibles sí. Se desconoce el mecanismo, pero perciben que está ocurriendo ese campo electromagnético y tienen reacciones; dolores de cabeza, mareos, pérdida de la orientación y trastorno del sueño. Son los síntomas más habituales, y estos trastornos están progresando mucho.
Sin embargo no están clasificados como enfermedades.
-Suecia es el único país que lo reconoce, y está considerado como elemento de baja laboral e incapacidad. Como no aparece en la clasificación de enfermedades, en muchos casos estas personas acaban en el psiquiatra. No le buscan una razón orgánica. Y yo creo que sí existe y hay estudios suficientes para pensar que estas personas son hipersensibles.
¿Qué les ha contado a los representantes políticos del Ayuntamiento de Burlada?
-Que las antenas son muy importantes porque están radiando, pero no son las únicas. Todos los días convivimos con muchos elementos radiantes a veces incluso más preocupantes que la antena que tenemos cerca. Un teléfono móvil, los aparatos de wifi en casa, en el trabajo, en el coche... Vivimos en un mundo hiperradiado y la antena viene a sumarse. Lo que pasa es que la antena es visible. Les he contado que la responsabilidad de los organismos públicos es informar a la población en esta dirección. La telefonía móvil es una realidad que no va a desaparecer y se va a mantener. No hay discusión. Y tenemos que buscar entornos habitables que hagan que esa reacción sea la menor posible. Esa es la idea.
¿Es posible un uso racional de las nuevas tecnologías?
-Parece de sentido común. Tenemos que hacer que todos esos instrumentos puedan funcionar con niveles muy bajos de radiación. También en casa, con nuestro móvil y nuestros aparatos. Los smartphones han subido mucho las potencias, y el sistema 5G va a aumentar las potencias medias de la población. Y las administraciones públicas deben tomar medidas. Primero de información a la población; y segundo de control, de saber lo que pasa, porque hoy casi ninguna administración lo sabe.
Una de las quejas recurrentes son los niveles máximos de radiación permitidos, que se sitúan muy por encima de lo que ustedes recomiendan.
Los niveles de protección para la salud están marcados por el Real Decreto de 2002. En mi opinión es un decreto muy inadecuado, porque los niveles máximos son excesivamente altos. Nosotros estamos recomendando niveles de 0,1 microvatio por centímetro cuadrado, mientras que el decreto marca 450 o 900 microvatios. Son 4.000 veces más. Es una diferencia muy grande.
¿Esto sucede solo en España?
-Pasa en España, Francia o Alemania. Pero hay otros países que sí han legislado a la baja. Por ejemplo, para todo Italia hay 10 microvatios. No tiene sentido que no exista una normalización de potencias. ¿En Italia dejan de utilizar el móvil? No. En el ranking mundial, el primero es Japón, el segundo Italia y el tercero España. Y en Italia, con niveles bajos y la normativa más proteccionista, se utiliza el móvil exactamente igual. No hay ninguna razón técnica para no bajar la potencia. La única razón es comercial. Y la voluntad de un Ayuntamiento debe ser esa; rebajar los niveles de potencia a un nivel razonable y que se pueda intervenir. Pero la Ley de Telecomunicaciones no deja intervenir a los ayuntamientos y Comunidades Autónomas. Esto es un problema grave. Llega el momento, sobre todo con el nuevo despliegue del 5G, en que la administración tiene que tomar medidas de control. No puede dejar que las operadoras hagan lo que quieran.