san martín de unx - Estas fiestas, que arrancan el 7 de agosto, serán las últimas que organice Jesús María Muruzábal Janices (de 60 años), el alguacil de San Martín de Unx, que se jubila el próximo 14 de octubre tras llevar 37 años trabajando en el Ayuntamiento. Primero, comenzó “llevando las aguas del pueblo” tras jubilarse el fontanero municipal, recuerda, si bien no obtuvo la plaza de alguacil hasta el 1 de enero de 1984. “Estoy a gusto, pero tengo ganas de quitarme responsabilidades y de tener libertad de horarios. Espero que la salud me acompañe para poder disfrutar de la jubilación”, subraya.

Casado con María Luisa Lecumberri y padre de una hija, Izaskun, ha tenido el placer de trabajar codo con codo con todos los alcaldes de la Democracia, un total de 10 (tres de los cuales ya han fallecido), y con más de 50 concejales, a quienes recuerda con cariño. “Cada uno tenía sus cosas buenas y no tan buenas, pero he intentado llevarme bien con todos. Prefiero no pensar en cosas negativas y tener un recuerdo positivo de todos ellos”, señala, antes de pasar a enumerar a los primeros ediles del municipio. “Primero estuvo Alejandro Úcar, luego Jesús María Aldunate, después Pedro Valencia y le siguieron Ángel Mari Ursoa, Javier Abete, José Merino, Beatriz Úcar (la única mujer que ha ostentado la Alcaldía), Jesús Lecumberri, Ramón Muruzábal y, el actual, Javier Leoz.

Como es lógico, su trabajo ha variado mucho a lo largo de estos años. En este sentido, indica que “hay algunas cosas que antes hacía y ahora no y otras, en cambio, que antes no hacía y ahora hago”. En el olvido han quedado, por ejemplo, aquellas mañanas echando bandos por el pueblo ayudado por su corneta. “Me solía parar en unos 35 o 40 puntos y tardaba entre una hora u hora y media en completar el recorrido”, recuerda. “Ahora, en cambio, se ponen anuncios e incluso se ha habilitado un WhatsApp para informar a la ciudadanía de forma más inmediata y sencilla”, explica.

Asimismo indica que “antes llevaba todo el tema de aguas, que ahora es competencia de la Mancomunidad de Mairaga. Además, cuando entré no había piscina y ahora me encargo de su mantenimiento. Tampoco había nichos ni columbarios en el cementerio y los enterramientos se hacían en tierra. También me ocupaba del alumbrado público, trabajo del que se encarga ahora una empresa especializada, y trato de ayudar a la secretaria en todo lo que puedo, porque hay mucho papeleo”, repasa.

Eso sin contar con las festividades. Y es que en la romería de Santa Zita, se encarga por ejemplo de repartir el pan y el vino, de preparar todo lo necesario para la celebración del Día del Rosado y de la organización de las fiestas de agosto, que se desarrollarán del 7 al 12. En este caso hace “un poco de todo”, admite. “Preparo los cohetes, acompaño a la Comparsa de Gigantes y Cabezudos, hago los 40 litros de zurracapote que se reparten el día del chupinazo y en cuya elaboración me ayudan unos amigos, a quienes desde aquí les doy las gracias”, y un largo etcétera.

Y es que, aunque su horario de trabajo es de 8.00 a 15.00 horas, lo cierto es que está disponible las 24 horas del día y todo el mundo recurre a él ante cualquier imprevisto. “Como saben que estoy en el pueblo, suelen llamarme y lo entiendo, por eso acudo. Hace unos meses, sin ir más lejos, hubo una fuga de gas en el pueblo y tuve que acompañar a los bomberos hasta los depósitos”, repasa.

De lo que se siente especialmente orgulloso es de haber promovido la restauración de los gigantes antiguos de la localidad (Juan de Labrit e Inés de Cleves), adquiridos en los años 50 por el Consistorio en Alicante. “Me tocó bailarlos en 1978 y les cogí cariño, por lo que al entrar en el almacén y verlos a pedazos, me puse muy triste, tanto que llamé a Javier Sesma (profesor de Plástica y Tecnología ya jubilado) y entre él y un grupo de mujeres, que fueron las que cosieron su ropa, se pudieron reinaugurar en 1995”, dice.

Ser alguacil le ha permitido, además, “tratar con toda la gente del pueblo. “Al principio miraba los contadores de las casas y luego me ha tocado, por desgracia, acompañarles en los funerales de sus seres queridos”. Es ese “trato directo con los y las vecinas que viven en el pueblo o que viene los fines de semana o en vacaciones”, lo que más va a echar en falta. A todos ellos quiere agradecerles su amistad y, de paso, aprovecha para pedirles disculpas por “si alguna vez se han sentido molestos”.

Aunque en un principio sonó para lanzar el chupinazo, Muruzábal finalmente ha rechazado la propuesta de Alcaldía porque prefiere mantenerse en un segundo plano. Así que, muy probablemente, será la Apyma la que protagonice el estallido festivo.