En 1945, la periferia de Pamplona albergaba todo tipo de actividades relacionadas con las necesidades más básicas de la población. En Errotazar, por ejemplo, existían o habían existido lavaderos públicos como el de Tabar, fábricas de gas, de curtidos, de cerveza, de papel y de fideos para sopa, un matadero municipal, una serrería, varios molinos y muchísimas huertas. Y estaba también el llamado prado de la Cera, donde los cereros fabricaban cera para uso doméstico y litúrgico. La fotografía muestra a Joaquín y Francisco Etxegarai, miembros de una familia de cereros con varias generaciones en el oficio. Han salido al prado, en compañía de un perro, a disfrutar de una nevada “de las de antes”. Al fondo se ven las instalaciones para la elaboración de la cera, y por encima se adivina el perfil de la ciudad tal y como era por aquel entonces, con el palacio de Capitanía (actual Archivo General) cerrando por la izquierda.

Hoy en día nada queda del prado de la Cera, ya que quedó totalmente colmatado por la urbanización de la zona de Errotazar. El Ayuntamiento, en sesión celebrada el día 21 de mayo de 1969, decidió dar el nombre de plaza del prado de la Cera al espacio coincidente con la ubicación del antiguo lugar, pero por desgracia no quedan mayores elementos de identificación, y el skyline de la ciudad permanece oculto desde la actual plaza. El uso de la cera se ha visto muy restringido en los tiempos actuales, lo cual ha marcado el declive del oficio, aunque todavía queda algún voluntarioso comerciante en Pamplona que mantiene abierto su establecimiento artesanal de cerería y confitería. Por muchos años... Por supuesto, no queremos terminar sin agradecer a nuestro amigo Mikel Etxegarai que nos haya facilitado esta preciosa fotografía de su archivo familiar. Lo mismo la semana que viene venimos con otra no menos interesante...