Vivimos en la era de la inmediatez. Nos calentamos la comida en 1 minuto, compramos cosas a golpe de clic, conectamos con prácticamente quien queremos a tiro de móvil sin tener que esperar largas horas a que nadie llegue a su casa, tenemos en el salón plataformas de televisión que nos ofrecen infinidad de títulos, podemos engancharnos con la actualidad casi en tiempo real. Son a priori cosas positivas.
Tienen su parte negativa: nos han rebajado el umbral de la paciencia. Antes te sentabas en la parada de la villavesa y aguardabas a que llegara sin plantearte grandes dilemas. Ahora compruebas la aplicación cada dos minutos para ver cuánto le falta. No se escapa a esto el afán por conocer otras cuestiones más complejas. Los hechos que se han conocido los últimos días pero que ya venían de tiempo atrás y que han sacudido la política nacional y en menor medida aunque también la foral son lo suficientemente complejos y merecedores de seriedad y cautela como para que tanto ciudadanos como prensa como políticos los tomemos con paciencia, dejando ver cómo avanzan las investigaciones y qué hay de cierto y qué no tanto en unas cosas como en otras.
Hace unos años no te televisaban o narraban casi al instante hechos así, llevaban su proceso casi al margen de los medios. Ahora, en cambio, los tienes casi al minuto. En ese contexto, las iniciativas adoptadas por el gobierno foral son las que le han parecido las más acordes con lo que se conoce hasta ahora –a la espera de que se pueda ir avanzando más en la clarificación de los hechos– y a los tiempos en los que está la investigación. De la misma manera, es lógica la reacción de UPN y la oposición. Cada uno parece estar por ahora en su papel, confiando unos en que las iniciativas tomadas no muestren implicación alguna y esperando otros que puedan precipitarse acontecimientos que den opciones de retomar un poder que cedieron en 2015.