Hace pocos días que los voluntarios que han participado en el campo de trabajo realizado en Erratzu en los búnkeres construidos en 1939 y 1940 se han marchado. El campo de voluntariado ha sido organizado por el Instituto Navarro de Deporte y Juventud y la Dirección General del Derecho Humanos, Paz y Convivencia, contando también con el Instituto Navarro de la Memoria, en torno a la recuperación de los búnkeres como lugar de Memoria. Más de cincuenta chicos y chicas, adolescentes y jóvenes del Estado y también varios extranjeros han participado en dos tandas, entre julio y agosto. Los participantes han trabajado bajo la dirección de los arqueólogos de Gabinete Trama, Carlos Zuza y Nicolás Zuazua.

En las semanas que han trabajado en tres búnkeres, por un lado han realizado tareas medioambientales consistentes en la limpieza y recogida selectiva de desperdicios y, por otro lado, intervenciones de recuperación y puesta en valor de las estructuras que conforman la fortificación franquista del Pirineo, además, han adecuado un sendero de acceso a los mismos. Tras limpiar parte de estas estructuras abandonadas, ocultadas o semisepultadas por la vegetación, han llevado a cabo la redacción de fichas de inventario arqueológico, el registro fotográfico, la geolocalización, la excavación y el dibujo de las estructuras.

PUERTAS ABIERTAS Antes de que finalizara la estancia del grupo de trabajo, realizaron una jornada de puertas abiertas para que todo aquel que quisiera pudiera visitar y conocer los búnkeres. Mucha gente acudió a la cita y se quedó perpleja ante la existencia de estas construcciones tan amplias. Gente de Erratzu, por ejemplo, comentaba que recordaban haber merodeado el lugar y haber visto el hormigón que sobresalía, pero que ni imaginaban todo lo que ocultaban bajo tierra.

Nicolás Zuazua comentaba que “es curioso que mucha gente del lugar desconoce la existencia de estos búnkeres. Incluso el dueño de las tierras en las que están los búnkeres reconoció que sabía que existían y los había visto cuando era pequeño, pero nunca había entrado en ellos, hasta que entró con nosotros y se sorprendió de lo grandes que eran”.

Según comenta Zuza, “los búnkeres de Erratzu son previos a los de Burguete, que eran de 1942 y 1943, además, son mucho más grandes, con galerías, pasillos subterráneos, y la diferencia principal radica también en la zona del paisaje donde están, así como los de Burguete ganaban altura y dominaban el paisaje, aquí dominan pasos más angostos”. Han hecho un gran trabajo, como comentaban los lugareños. Un trabajo que servirá para conocer un poquito más del pasado.