pamplona - Son diez años los que el colectivo Open Air lleva tras una mesa de mezclas y con las cabezas metidas entre unos cascos. Una década en la que Bruno Soares, Andrés Tabares, Jonay Rodríguez y los hermanos Borja y Tomás Beltrán no han parado de expandir su música y crear cantera. Su esfuerzo mañana tendrá premio, gracias a la voluntad popular, junto al Castillo de Mendillorri, cuando den el Pregón y prendan la mecha del chupinazo que de inicio a las fiestas de su localidad. “Para nosotros es como lanzar el cohete en Sanfermines. La alegría es brutal, estamos como chiquitillos”, expresa Borja Beltrán, uno de los fundadores.

Su aventura nació cuando él, su hermano y algunos jóvenes más dieron, hace más de diez años, con Bruno Soares que por aquellos tiempos pinchaba su música encima de un camión. “Yo pinchaba en fiestas del barrio con el camión cuando me comentaron que había unos chavales a los que les gustaba la música electrónica”, expresa Soares. “Me dijeron a ver si podían pinchar conmigo, así nos conocimos y así empezamos”, recalca.

La filosofía con la que Open Air sacó a la calle sus mesas, cuenta Borja Beltrán, es “totalmente abierta, aquí tiene cabida cualquier persona y cualquier cultura”. Su propuesta surgió para “la gente a la que le gustaba la música electrónica pero que no estaba representada” en los espacios festivos, añade Beltrán. Aunque pasaron por diferentes ubicaciones, desde hace varios años tienen su espacio en el Colegio Público Lago de Mendillorri, donde congregan a “en torno a 1.000 personas”, remarca Soares.

En verano, además, ponen en marcha ‘La Terraza’, con una propuesta más diurna. “La gente cuando piensa en música electrónica solo piensa en noche y drogas y es mucho más”, dice Beltrán. Para otoño, Open Air está trabajando para poner en marcha un curso de iniciación a su disciplina entre octubre y noviembre. Antes se enfrentarán al cohete y al baile de los Mayordomos, que ayer pulían en un último ensayo.