góngora - Agua, Residuos, Transporte y el Parque Fluvial. Son las cuatro áreas cuya gestión compete a la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona. También sobre las que pivota su programa de educación ambiental. "Divulgamos los servicios que presta la MCP, concienciando y sensibilizando, especialmente a los niños", detalla Maialen Agirrezabal, zarauztarra de 30 años afincada desde hace cinco en Pamplona. Los últimos tres, como trabajadora en este programa de la MCP, que comprende también los diferentes centros del ente mancomunado; el molino de San Andrés, el batán de Villava, los depósitos de agua de Mendillorri y el manantial de Arteta.

En el caso de la planta de tratamiento de Góngora, Maialen explica en una visita guiada los diferentes procesos, manuales y mecánicos, de selección de los materiales que se vierten en el contenedor amarillo (envases de plástico, latas y briks). Desde el área de recepción, la primera selección manual que separa los plásticos grandes que pueden atascar las máquinas y elementos que abultan y no deberían estar ahí (por ejemplo, un paraguas), el trómel en el que los plásticos giran hasta separarse en dos caminos, por un lado los grandes y por otro los pequeños; el separador balístico, que a limpio bote hace una criba según el peso; el imán que detecta y aparta los elementos férreos, como latas de aluminio; o el separador óptico, un láser que discrimina plásticos que pueden tener un peso similar, pero distinto material.

De todo este proceso, lo que más llama la atención de los escolares es "la cantidad de plástico que llega al área de recepción, porque no se imaginan que puede haber tanto envase, tantos briks y tantas latas acumuladas. Y en Navidad suele llegar más y todavía es más impactante", reconoce. No se trata solamente de la cantidad. Además, "muchas veces se quejan de que huele muy mal, y tienden a taparse la nariz con la mano. Y yo les digo que no se la tapen porque son sus residuos, los envases que ellos han echado. Y si no les gusta, lo que tienen que hacer es no generar tanto. No deben taparse por respeto a los trabajadores de la planta y por conciencia; es lo que han echado ellos. Pero cuesta que no se lleven la mano a la nariz".

De todas las visitas que realiza Maialen, la de Góngora "es una de las que más impacta, junto con la depuradora de Arazuri, donde también es bastante llamativo el olor y todo lo que ven llegar que no debería estar ahí. Se trata de concienciar y de que reduzcan, que no generen tanto residuo. Eso es lo que intentamos hacer. Trasladar a los escolares y a los grupos que vienen aquí, primero la importancia de reducir. Y si ya has reducido lo máximo posible, reutiliza, recicla... Intenta no generar tanto, porque se genera muchísimo", considera. "Lo que se les dice a los niños es que si nosotros queremos que todo se seleccione y todo se separe, lo mejor que podemos hacer es reducir la cantidad. Así es mucho más fácil", añade.

ruedas, carros de niños... Aunque Maialen reconoce que, al menos en lo referente al contenedor amarillo, "en Navarra se separa bastante bien, también es verdad que se llegan a ver muchas cosas extrañas: ruedas, carros de niños, botellas de vidrio, juguetes, etc... La gente hay veces en las que echa al contenedor amarillo lo que no debe. Por ejemplo, aunque los juguetes sean de plástico, no son un envase como tal. Y deben ir al Punto Limpio", recuerda. "Hay que hacer un esfuerzo para que esa montaña del área de recepción no sea tanta montaña. Y en Navidad tener un poco de conciencia y aplicarlo también, porque aquí todavía siguen trabajando con todo lo que se ha acumulado de las últimas navidades".