lodosa - Lo que empezó como una aventura hace cuatro años con 12 niños y niñas, ahora se ha consolidado y convertido en un pasatiempo y una forma de expresarse para muchos pequeños de entre 4 y 12 años. Y es que Lodosa a Capela Txiki, de la mano de Merche Roldán, cuenta en la actualidad con 32 componentes que, a pesar de sus cortas edades, dedican todos los sábados por la mañana una hora para ensayar juntos.

Roldán, que desde hace 9 años dirige también el grupo de adultos Lodosa a Capela, aseguraba que oía a algunos de estos niños y niñas cantar en el coro de la iglesia y "me parecía que se perdía un gran talento al no sacarles aún más lo que tienen dentro. El cuerpo es en sí un instrumento y quería que le sacaran chispa a eso. Es increíble ver cómo cantan algunos de ellos después de un año, cuando apenas han llegado aquí sabiendo hablar".

Aunque antes del 2016 ya debutó algún joven lodosano, lo cierto es que el grupo se consolidó y dio su primer concierto ese año. "No se trata de buscar artistas ni profesionales, sino de que evolucionen, todos son iguales. Estar al día con la música me ha abierto las puertas de muchas cosas", puntualizaba Roldán, que este año acabará el grado de Musicología en la UNIR.

"Lo más complicado es cuando están acelerados". Por este motivo, desvelaba la directora del grupo, las clases empiezan con diez minutos de relajación a los que siguen otros diez de vocalización de la mano de una canción. En la siguiente media hora ensayan el tema que toque y acaban con diez minutos libres para cantar de forma individual.

Las canciones, apuntaba Merche, las prepara ella aunque muchas veces también acepta las sugerencias de los txikis, como es el caso de la última que han comenzado a preparar ya de cara a fin de curso. Y es que a lo largo del año ofrecen dos conciertos; el de Navidad, en el que cantan con los adultos, y el de junio. Los temas, eso sí, son de lo más variado y siempre "les hago mover el cuerpo en consecuencia. Además, si alguno de ellos tiene alguna habilidad, también la ponen en práctica durante algunos compases".

Como curiosidad, desvelaba Roldán, cuando llega el buen tiempo salen a la calle a realizar los ensayos sin previo aviso; han estado en el Ferial y en el bebedero, entre otros parajes.

Aunque le supone un esfuerzo, afirmaba que "es muy satisfactorio, me emociona verles a todos cantando a la vez y en los conciertos se me ponen los pelos como escarpias".

Este año, además, se ha lanzado a hacer dos voces, y, también utiliza el scat, que son sonidos vocales, "algo que les gusta mucho", explicaba Merche.

los protagonistas Los más pequeños, aseguraba Roldán, apenas saben leer y se aprenden la letra a oído, algo que tiene mucho mérito. Ensayo tras ensayo estos artistas que ya saben lo que es pisar con fuerza el escenario de la casa de cultura local aseguraban que se lo pasan en grande. Por ejemplo, Valeria Merino, de 10 años, lleva cuatro en el grupo y comenzó, tal y como explicaba, "porque venían algunas amigas y me gusta mucho cantar". Aunque reconocía que algún sábado le cuesta ir a ensayar más que otros, lo cierto es que sigue entusiasmada con esta actividad.

Noa Molinet, de 10 años, al principio "no quería venir, pero luego me animé y me quedé". Acompañada por su hermana Nira, de 7 años, comentaba que alguna de sus amigas le pregunta qué hace y cómo se lo pasa cantando. Nira, por su parte, explicaba con una gran sonrisa que "me encanta venir" y desvelaba, además, que nunca ensaya con su hermana.

Lucía Simón, de 11 años, María Remírez, de 10, y su prima Leyre Remírez, también de 11 años, son otras de las integrantes del grupo desde prácticamente su origen. Simón explicaba que compagina estos ensayos con las jotas, mientras que sus compañeras probaron suerte porque desde pequeñas les gustaba mucho el hecho de cantar.

Uno de lo más txikis, Mario Larrainzar, de 5 años, se mostraba muy contento en los ensayos y, aunque lleva muy poco tiempo, reconocía que "me gusta mucho más cantar en grupo que solo".

Todos ellos tienen una cosa en común y es que esperan "llegar a cantar en el grupo de mayores". Sin embargo, de momento, seguirán arrancando aplausos en sus conciertos, actuaciones que siempre han bordado, aunque contaban entre risas, "a veces nos duele la tripa de los nervios". Con opiniones divididas, la mayoría se quedaba con el concierto de fin de curso por encima del de Navidad.

retos de futuro Ahora, con los dos grupos nutridos de gente (Lodosa a Capela cuenta con 33 integrantes), en el caso de los txikis, aseguraba que su aspiración es "que perdure mucho, mucho tiempo".

Entre los retos a futuro que Roldán baraja está el de hacer un teatro musical ya que, aunque sabe de su complicación, aseguraba que "es muy factible".

Para apuntarse a cantar, finalizaba Merche, no hace falta ningún requisito ni hay un límite de plazas, "ojalá estuviésemos el doble", reiteraba. De hecho, en los colegios de la localidad cuando arranca el curso entregan un folleto informativo sobre este grupo que poco a poco, y canción a canción, ha cautivado a muchos.