ansoáin - Es un viaje en toda regla. "Y hay que subirse al tren y disfrutar", dice el actor Patxi Pérez, encantado de "formar parte de esta aventura, un regalo". Patxi comparte escenario con 15 valientes y sus 15 maletas, la mayoría gentes sin experiencia farandulera pero con muchas cosas que contar. Conquistadores de un nuevo mundo en el teatro y en su día a día.

Todos forman parte de Viejos mundos nuevos, el cuarto proyecto de la iniciativa de Ados Teatroa Derechos Humanos a Escena, la fusión entre profesionales de las artes escénicas y colectivos en riesgo de exclusión social; en este caso, de Proyecto Hombre y Mentalia Pamplona. Se juntan, hablan, comparten... y de ahí surge un montaje teatral. Por eso lo que sucede en escena sacude al espectador. Porque es de verdad.

Estrenaron el pasado viernes en la Casa de Cultura de Ansoáin con lleno absoluto y una ovación final que parecía infinita. "Sobrao, muy curioso. Saludamos y seguimos saludando. Espontáneo como la vida misma", decía Peio Irisarri poco después de la función. "En los momentos de antes tienes dudas, repasas... pero luego sales a escena y al ver el teatro lleno te sientes arropado, cómodo, que estás con tu gente. Una experiencia súper gratificante. Y quiero repetir".

A Peio este viaje le ha servido "para escapar del entorno, porque vivo en una residencia y es duro estar encerrado, la monotonía de la rutina de siempre. Y me da la oportunidad de demostrarme a mí mismo que esa vida que llevaba yo atrás, que no era ni sana ni correcta... que valgo para algo más que hacer el cabra". "Tienes que caer para saber dónde estás y hacia dónde tienes que ir", reflexiona finalmente Peio.

Cuando la terapeuta le comentó a Itsaso Arenzana la posibilidad de apuntarse a este Viejos mundos nuevos, pensó primero que así podría cumplir un sueño de la infancia. Actuar. Se animó además para "romper los miedos que tengo de lo que pueda pensar la gente sobre mí. Mucha gente me conoce, pero nunca ha llegado a entender mi problemática. Es una forma de abrirme en canal y que conozcan por qué me ha pasado todo esto", considera. "Mi segunda oportunidad es poder vivir bien sin tener que recurrir en ningún momento al alcohol, y ser feliz de la mejor manera posible", dice Itsaso.

Javier Galilea, Gali, se ha encontrado "nuevas amistades y gente de la cual estoy aprendiendo mucho". Y ha puesto su corazón en escena "para darle al público todo lo que más pueda de mí. Mi papel es más bien reivindicativo, por la sencilla razón de que estoy luchando por mis derechos. Busco mi segunda oportunidad para no ser un lastre en la sociedad, para poder trabajar, que estoy apto. Porque las personas enfermas de salud mental tenemos que tener una segunda oportunidad", afirma Gali con convicción.

El día del estreno, José Juan Heras, JJ en adelante, disfrutó en escena y se acordó "de todos los amigos que están en el otro mundo por culpa de meternos donde no debíamos". Antes de la función rezó "sin creer mucho en Dios, porque después de todo lo que me ha pasado muchas veces dudas. Pero he rezado por mi madre y he salido ya riéndome y seguro", decía tras el bolo. JJ cayó en el proyecto porque "la psicóloga, la cabeza pensante que tengo por encima, me lo propuso, y es una verdadera pasada. Una nueva oportunidad que te da la vida". Y como la cosa va del derecho a las nuevas oportunidades, segundas, terceras, cuartas o las que hagan falta, "la mía es, con la experiencia de la vida pasada, poder decir no a muchas cosas. No consumos, no drogas... y darme una oportunidad a mí mismo para seguir tirando del carro", expone.

"Me apunté, nos llamaron y aquí estoy", expresa Simón Martínez, que ha encontrado "mucha amistad, mucho cariño y buenos amigos, que hay pocos", y partir de esta experiencia se propone "por lo menos empezar por aquí y seguir otro camino mejor".

A Isabel Marco, sin eufemismos, le presentan en la obra como exdrogadicta. "Siempre andaba consumiendo porque necesitaba estar con alguien, tenía miedo a la oscuridad, dormir sola... Llegó un día en que ya no podía más, y mi familia se involucró mucho para ayudarme a entrar a Proyecto Hombre. Y a base de introspectivos, de navegar hasta mi infancia, he ido sacando mochilas y peleando con todos mis yos. Y ese miedo llega un día en que lo conviertes en amor propio", asegura. Isa piensa que la obra es importante "para hacer ver que se puede hacer un cambio en la vida, que se pueden dejar las vergüenzas de un lado, las frustraciones, el rencor, el odio, la ira, la rabia, las adicciones... y coger conciencia. Todo el mundo puede".

Por último, la terapeuta de Proyecto Hombre, Marisa Aristu Areopagita, que no pudo evitar la tentación de subirse al escenario con los demás, habla de una experiencia "gozosa" y destaca la valentía de sus protagonistas: "Hablan ellos, pero hablan de mucha gente como ellos que no se atreve a contar, que no ha podido, que no está, que todavía está enmudecida por el miedo, la vergüenza...". De propina, la iniciativa casa con el compromiso social de Proyecto Hombre "para transmitir cuál es la problemática con la que trabajamos, qué factores pueden provocar que aparezca y qué se puede hacer para salir, para darle la vuelta". Un problema, además, en el que se tiende a culpabilizar. "La gente piensa en el sufrimiento que causa en el entorno, cómo destroza las familias, el trabajo... pero en el sufrimiento de la persona que lo vive, en cómo lo pasa, en eso no. Al contrario". Así que, para acercarse a esta realidad, el espectador tiene una nueva oportunidad el 16 de febrero (19.30 horas) en la Casa de Cultura de Villava.