n los casi 360 años de historia de la Bajada del Ángel se cuentan en menos de una docena los años en que esta tradición no se ha celebrado en Tudela. 1809, 1810, 1811, 1812, 1813 (por la Francesada), 1932, 1933, 1934, 1935, 1936 (por la Segunda República), 1958 (por una fuerte lluvia)... y, si se confirma, también 2020 por la pandemia del coronavirus. La suspensión de las ceremonias de la Semana Santa que dependen de la Asociación de Cofradías de Tudela, anunciada el pasado miércoles, hace pensar que también el Ángel y el Volatín, emblemas de estas fiestas y que reúnen a miles de personas, podrían correr la misma suerte, aunque la decisión depende del Ayuntamiento de Tudela y aún no se ha manifestado. De momento, los últimos ensayos con el que iba a ser el protagonista, Aimar Sánchez, se han suspendido y en breve el Consistorio deberá adoptar la decisión de una celebración que iba a tener lugar el 12 de abril.

Durante la Francesada (1809-1813), además de la laicidad del estado francés durante su revolución, el hecho de que Tudela estuviera ocupada por un ejército extranjero y que fuera frente de batalla, fueron los elementos para que quienes ejercían el poder (los franceses), decidieran eliminar esa ceremonia que aún se realizaba en la plaza Vieja (desde un balcón del Ayuntamiento).

Con la llegada de la Segunda República, la eliminación de todo lo que tuviera que ver con lo religioso era fundamental para marcar distancia y estas dos ceremonias no podían ser diferentes. En 1931, Miguel Iñigo, fue el último niño en cruzar el cielo de la plaza de Los Fueros (ya se había cambiado el lugar de celebración). El diario El Requeté el 14 de marzo de 1937 señalaba que "Dios ha querido, que después de cinco años que se lleva sin celebrar tan simpáticas fiestas, hoy en 1937 se repongan por acuerdo de nuestro Muy Ilustre Ayuntamiento, para que se celebren con mayor esplendor que en sus mejores tiempos".

En 1931, la Semana Santa coincidió con un tenso ambiente preelectoral, en el que ni izquierdas ni derechas podían siquiera sospechar el cambio de rumbo que tendría el país. Apenas una semana después de que el Ángel recorriera la maroma para retirar el luto a la Virgen y anunciar a gritos la resurrección, los partidos republicanos se impusieron en las elecciones municipales y Alfonso XIII abandonó. A finales de abril, Aquiles Cuadra ocupó el sillón de alcalde y la Segunda República iba dejando huella en la vida cotidiana, retirando los crucifijos, estableciendo el Himno de Riego como himno nacional y prohibiendo la celebración de las tradiciones religiosas, que, curiosamente no se rehabilitarían siquiera entre 1933 y 1935, cuando el gobierno era de la derecha.

En 1932, el alcalde Aquiles Cuadra negaba en El Eco del Distrito que él hubiera suspendido las ceremonias. "La alcaldía nos ruega que hagamos constar públicamente que la Hermandad del Santo Sepulcro no había puesto en su conocimiento el acuerdo de suspender este la año la celebración de la Procesión del Viernes Santo" y añadía que "también la Cofradía del Santísimo Sacramento ha comunicado que la tradicional fiesta de la Bajada del Ángel no se realizará este año".

El Ribereño Navarro se lamentaba el 19 de abril de 1936, "todos sabemos lo que en Tudela era la mañana del Ángel y la animación y movimiento que durante todo el día se echaba de ver por nuestras calles con la afluencia de forasteros que venían exclusivamente a presenciar la hermosa ceremonia de las seis de la mañana en ese día, tan original y tan rara, que representa la Resurrección de Jesucristo el encuentro de éste ya resucitado con su bellísima madre".

En esos cinco años no hubo Ángel, pero tampoco Volatín. Su simbología religiosa debió asustar a los políticos que buscaban autoafirmar la Segunda República con medidas drásticas que ensalzaran la tricolor. El cronista tudelano Luis Gil Gómez recordaba en 1934 "tuve ocasión de ver el armazón, todo de madera, del Volatín, que, se encontraba en una de las dependencias del Ayuntamiento. Estaría medio enterrado entre las Os mayúsculas de las maromas arrolladas y las puertas guiñolescas del templete del día del Ángel; entre el artificio de los maderos donde el propio Volatín se ahorcaba, entre una baraúnda inexacta de tablas, sillas, cordeles y muebles viejos, todo blanco, de un polvo secular, reposado; allí estaría, víctima de un municipio superficial y estúpido, que nunca, nunca, había de comprender la tragedia de aquel muñeco feo, casi negro, para marchar al patíbulo, se vestía sus mejores galas".

El 24 de febrero de 1937, el pleno del Ayuntamiento de Tudela, a instancias del alcalde, Sagaseta, restableció "las tradicionales funciones del Volatín y del Ángel".

Anécdota. En marzo de 1937, El Requeté relataba una situación que se vivió durante la Segunda República, y que mostraba lo arraigado de esta tradición en los tudelanos y que, posteriormente, recogería el escritor José María Iribarren. "Festejaron unas humildes hijas del trabajo, en noche de elecciones el copo derechista de Navarra con una chocolatada en la calle, salpicada de notas de la Marcha Real. Denunciadas, comparecieron ante la alcaldía. Les preguntó el alcalde: ¿es cierto el contenido de la acusación respecto de la chocolatada? Cierto, contestaron. ¿Es cierto, insistió, lo del canto de la Marcha Real? Respondieron: no es cierto, a una indicación del alcalde, intervinieron los denunciantes, ¿cómo que no es cierto que ustedes se hartaron de cantar la Marcha Real? Contestaron: repetimos que no es cierto. Nosotras no cantamos

la Marcha Real. ¿Qué cantaban,

pues, aquella noche? Replicaron los acusadores. Dijeron las denunciadas: La Bajada del Ángel. ¿Y qué es la Bajada del Ángel? Interrogaron todos. Las niñas entonaron a coro la Marcha Real ante el juez y los acusadores. Esto es lo quecantamos: La Bajada del Ángel".

Cambio de horario. La última ceremonia antes de la Segunda República se celebraba a las 6.15 horas y la primera tras el regreso, la de 1937, también tuvo lugar a las 6.15 horas. Sin embargo, desde

1938 la Bajada del Ángel se retrasó una hora para pasar a las 7.15 horas. Con el paso del tiempo aún se cambiaría dos veces más a las 8.15 horas y a las 9.15 horas, tal y como se celebra en la actualidad.