- El 30 de marzo de 1987, mientras trabajaba, a Alberto Mugueta se le quedaron las dos manos paralizadas por una descarga eléctrica. Ahora Alberto tiene 64 años, vive en Pamplona y desde hace dos décadas es usuario del servicio de atención a domicilio. “Le doy mucho valor, para mí es importantísimo”, relata por teléfono. Tras el accidente “viví con mi hermana unos diez años. Fueron los peores porque el duelo había que vivirlo. Me quedé sin manos y fue muy duro. Era incapaz de salir de aquella situación, y mi hermana me empujó hacia adelante. Fue dura conmigo y me dolía, pero me hizo salir y ahora veo lo bueno que fue”, recuerda Mugueta, natural de Azparren.

Posteriormente, “mis padres tenían el servicio a domicilio, yo ya había observado cómo funcionaba. Y cuando murieron me apeteció hacer la vida independiente. Solicité el servicio y me lo concedieron. Poco a poco he ido haciendo mi vida. Es una gran cosa porque me permite hacer la vida independiente y ser yo mismo. En una situación de discapacidad eso es muy importante. Aunque la familia siempre está ahí, tienes que hacer tu vida aparte”.

Dice que unas trabajadoras familiares “hablan más y otras menos”, que unas van más rápido y otras más despacio... pero “todas se portan muy bien. Estoy muy adaptado a las trabajadoras familiares, no tengo ninguna queja”. Probablemente, ellas tampoco de él: “Hombre, perfecto no soy, alguna cosa que no es debida se me escapará, pero siempre el respeto por delante. Con el respeto funcionan bien las cosas”. Se muestra muy agradecido con el trabajo de ellas, en femenino porque “en 22 años que llevo con el servicio, no ha venido un solo hombre”.

En su caso, recibe un rato de apoyo de lunes a viernes. “Lunes, miércoles y viernes hacemos ducha. Porque claro, yo hay muchísimas cosas que puedo hacer, pero todo al 100% no. Mi ducha en diez minutos está. Y martes y jueves me ayudan en las comidas. Por ejemplo, si tengo un filete me lo tienen que trocear. Preparar la comida, fregar dos platos... están media horica y ya está. Y lo demás me apaño yo”.

Alberto piensa que el servicio “no ha cambiado nada” en este tiempo. “Me atienden estupendamente, lo mismo que antes”. A él le está costando lo del confinamiento porque “soy una persona muy activa, hago yoga, gimnasio, ando muchísimo... pero me estoy mentalizando. Hay que estar en casa, pues hay que estar en casa. Por mí y por los demás”.