- Hay muchas maneras de vivir el confinamiento, casi tantas como personas. Y no todas contaban, antes de que llegara el bicho, con cuatro paredes y un techo sobre el que cobijarse. Sin protección, ni bienes ni residencia fija, hubo a quienes la pandemia les pilló en la calle; viviendo en un coche o durmiendo al raso, y muchos de ellos han visto en los albergues habilitados ahora para largas estancias una salida, una alternativa a la que no les ha quedado más remedio que aferrarse aunque sólo sea momentáneamente.

El centro de atención para personas sin hogar que funciona durante todo el año en Trinitarios cuenta con dos programas diferenciados. Uno de ellos es para personas de la ciudad, con largas estancias, y el otro para itinerantes, para quienes están de paso, más puntual y de tres jornadas máximo. Las instalaciones cuentan con 50 plazas, ampliables a 64 de noviembre a marzo tras activar el protocolo contra el frío. "Ya antes del Estado de Alarma nos fijamos en qué se estaba haciendo en otras comunidades en las que ya se habían cerrado colegios, porque no le veíamos mucho sentido al programa de itinerantes, a que la gente fuera de albergue en albergue con la que iba a caer. De forma coordinada con otras instalaciones, decidimos que los itinerantes se quedasen de forma indefinida hasta que cambie el escenario. No cogemos más gente pero tampoco los enviamos, es una forma de bloquear posibles contagios", señala Rubén Unanua desde Xilema, fundación que gestiona los dos albergues municipales de Pamplona.

Contaban en el de Trinitarios con 42 personas, que son las que se han quedado desde entonces, "facilitando que haya dos personas por habitación, para hacer los turnos de comida por separado, que haya distancias de seguridad y que los baños no se colapsen". Disponen, además, de una zona independiente -tres habitaciones, baño propio y un pequeño salón- que han utilizado para casos que requirieran aislamiento. "Hemos tenido a personas con sintomatología que han estado ahí hasta que llegaron los resultados del test. Se han realizado tres pruebas a usuarios que presentaron sintomatología, los tres negativos. Un empleado tuvo coronavirus, pero mantuvo la cuarentena en su casa y ya se ha reincorporado al trabajo", afirma Unanua.

El perfil de usuarios en este centro es de alta exclusión, explica, "gente con adicciones, algún problema mental y la mayoría con algún problema físico. Convivimos con enfermedades -tuberculosis, VIH, hepatitis€-, así que ya disponíamos de material desinfectante, guantes y alguna mascarilla, y el Ayuntamiento nos facilitó monos de protección". También a través del Consistorio se ha contratado personal nuevo "en tiempo récord", 12 personas para ayudar al equipo de tres educadores y educadoras con los que ya contaban.

Además del de Trinitarios se habilitó, también, el albergue de peregrinos en la calle Compañía, el Jesús y María, para acoger a las personas que necesitaran cobijo en estos días. Tiene 40 plazas, 34 ocupadas. Francisco Javier, de 65 años, ha cumplido allí tres semanas. "Llevaba cuatro meses viviendo en el coche pero ya no me atrevía. Me iba a morir de pena allí. Menos mal que me convencieron, fui a la policía y me acogieron aquí. No me puedo quejar, lo han adaptado y nos tratan estupendamente -explica-. Ojalá hubiera en otros sitios lo que tenemos aquí, hacen un esfuerzo muy grande", valora.

Asegura Unanua que la demanda se había incrementado ya antes de la crisis, "se ha duplicado, seguramente por el cierre de algunas pensiones que podían dar cobertura a este tipo de población, y también por el problema de la vivienda. Hay usuarios que tienen ingresos pero no encuentran casa". Habla también de un cambio de perfil, con gente más joven, y un incremento de las mujeres, "aunque siguen siendo minoría. También hay más volumen de gente porque estamos atendiendo a más personas de otros municipios, dentro de la comarca y en toda la Comunidad foral, por esta situación extraordinaria. En invierno había gente que no quería venir al albergue, y ahora sí. Ha habido una vuelta de tuerca porque ahora con la pandemia no puede haber nadie en un cajero ni viviendo en un coche".

Cuando pase la crisis, dice, "habrá que analizar qué impacto va a tener todo esto además del social y económico, porque puede que haya más gente sin hogar. Hay quien ha perdido el trabajo, quien va a perder la vivienda, problemas de salud mental o de adicciones por el nivel de estrés, pérdida de redes familiares€ Va a haber muchos factores determinantes para que haya más gente en la calle, y eso nos preocupa".

"Habrá que analizar el impacto, después puede haber más gente sin hogar"

Fundación Xilema

"Han adaptado el albergue y nos tratan estupendamente"

Usuario del Jesús y María