- La música se ha utilizado a lo largo de la historia como un elemento sanador, una herramienta de alivio y acompañamiento. Como un atenuante momentáneo de un dolor permanente. Hace seis semanas que las canciones se reconvirtieron y cobraron nuevos significados, haciendo las veces de himnos de cuarentena, de reivindicaciones de balcón o recuerdos lo que este año ya no podrá ser.

Erika Ardanaz Macaya también se ha apoyado en la música durante el confinamiento. Esta vecina de Larraga pensó, tras el paso de los días en cuarentena, que las melodías y los ritmos podían ser una buena terapia para todo el pueblo, pero en especial para aquellos ciudadanos que habían sufrido alguna pérdida familiar. "Me parecía muy triste no poder despedir a los vecinos, tener que hacerlo todo desde la distancia y por eso pensé una manera de darles un mejor adiós", esboza Ardanaz. Cuando fallece algún vecino de Larraga, por coronavirus o por otra dolencia, Erika sale de casa con su flauta travesera, atraviesa las calles desiertas del pueblo y se resguarda en la sala de bandos municipales, donde toca una canción en honor a la persona y a su familia. "Es una forma de hacer el acompañamiento que se haría en una situación normal y decirles a los familiares que no están solos", menciona la vecina y resalta que en el pueblo "estamos todos muy unidos y sabemos que todos querríamos hacer otro tipo de despedidas, pero no se puede".

Considera que la música es esencial, parte de su día a día y un elemento sustancial en el que apoyarse "en cualquier momento". Durante esta extraña rutina actual, Erika continúa cursando -a distancia- tercero de Musicología en el Conservatorio Superior de Navarra al tiempo que realiza el proyecto final de Arquitectura, tareas que no le han impedido buscar la manera de "aportar su granito de arena para ayudar en la locura del coronavirus". "Pienso que música es muy importante durante toda nuestra vida y es una manera de expresar y llegar a lo mejor de nosotros mismos", precisa.

"Las canciones las suelo escoger yo, pero sí que ha habido alguna familia que me ha pedido que toque una determinada como una forma de hacer un homenaje particular a la persona", comenta Erika y destaca que suele interpretar el Ave María de Schubert y versiones de Bach. Como las familias, el resto de vecinos viven esta iniciativa como un "bonito gesto para todo el pueblo", y es que esta es una manera de que todos los vecinos se sientan más cerca. "Es importante para todos saber que en los días difíciles va a haber un momento de paz y recuerdo para los vecinos y las familias", abunda Carlos Suescun, alcalde de la localidad. Suescun destaca la tristeza de un pueblo vacío, sin personas en sus calles y con escasas salidas. La gente es lo que da vida a un pueblo como Larraga, que se nutre del día a día de sus vecinos. "Todos los vecinos están muy agradecidos a Erika por sus canciones, pero las familias son las que más lo han expresado", añade el alcalde. "Personalmente la música me ayuda mucho a tranquilizarme, y en estos días ha sido una gran compañera", concreta la propia Erika. Las interpretaciones de esta vecina de Larraga se han convertido en un rito de ayuda, en música para calmar el duelo y sobrellevar las semanas complejas. Erika ha querido trasladar la misma sensación de tranquilidad a sus actuaciones, que, aunque recogidas en el cuarto de los bandos, se entrometen en todas las casas del pueblo.