esde el pasado lunes en el que Navarra entró en la fase 1 de la desescalada de la covid-19 es posible desplazarse a los lugares de segunda residencia dentro de la misma comunidad. Para muchas personas esto significa la oportunidad de regresar de la ciudad al pueblo a pasar el fin de semana, algo que antes del 15 de marzo formaba parte de su vida cotidiana como asiduos a su localidad de origen o a la elegida como vivienda de descanso.

El estado de alarma truncó esos planes habituales y allí quedaron sus casas cerradas y sus gentes, familias y amigos, que este viernes esperaban a su vez con ansiedad el reencuentro, sabedores todos de que el escenario no sería el mismo. Así, este fin de semana prometía días de sentimientos revueltos: deseo, ilusión, inquietud y también la anhelada libertad sin restricción horaria.

Auritz-Burguete es uno de esos destinos rurales en los que estaban puestas las miradas de muchos urbanitas. Una localidad que ha respetado el confinamiento y que no ha registrado ningún caso de coronavirus. “Ahora hay que mantener esto porque nos afecta a todos,” expresa su alcalde Joxepe Irigaray al tiempo que reconoce que la mayor movilidad les hace a todos más vulnerables: “Tenemos que tener en cuenta que aquí tenemos un alto nivel de población de riesgo, ya que el 60% de la población es mayor de 65 años. Me da miedo que bajemos la guardia porque esto no ha acabado. Por eso pido respeto. Aunque ya sabemos que lo podemos traer cualquiera, pediría que vinieran con las debidas precauciones”.

Así lo hicieron a primera hora de la mañana del viernes Carmen Urtasun y Javier Aranguren, asiduos de los fines de semana desde hace 25 años cuando eligieron comprar en Auritz-Burguete un apartamento para su jubilación. La buena acogida dispensada por los y las auriztarrak les hizo disfrutar del lugar desde el primer momento e incluso, gozar de él cada 25 de julio, día de Santiago, con su cuadrilla urbana Amalau, “amigos de toda la vida”. Su compromiso solidario en la ciudad no les permite pasar grandes temporadas pero los fines de semana no fallan. Los dos meses confinados en Pamplona han contribuido a aumentar sus ganas de volver y no esperaron al sábado.

El sitio es para ellos un relax completo unido al disfrute y a su devoción mariana. “Subimos todos los días a Roncesvalles, somos cofrades de la Virgen de Orreaga. Hemos seguido por Youtube las misas desde la Colegiata y ha sido una maravilla. Teníamos muchas, muchas, recalcaba Carmen, ganas de volver, pero reconozco que sentíamos cierta inquietud al venir con la mascarilla, los guantes... En fin, es una vuelta distinta”, señalaba.

Con estas medidas de protección realizaron la compra. “Lo primero que hacemos al llegar es ir al supermercado. Entendemos que tiene que ser así, si queremos que haya tiendas en el pueblo”, manifestaba concienciada. Sumaba su satisfacción al sentir que les han echado de menos. Tal es el vínculo que ha generado con el pueblo a lo largo de estos años la pareja que hacían cumbres en otro tiempo y ahora llanea feliz entre Auritz-Burguete y Roncesvalles. De esta crisis que nos toca vivir les preocupa especialmente la situación de aquellas familias con menos recursos. “Es un horror y me gustaría que se acabara pronto”, remarcaba Carmen.

Iñaki Irigaray al frente del Covirán que atiende junto a Ana Beaumont, también ha echado de menos a los clientes que, como Carmen y Javier, han vuelto estos días.

Han abastecido al pueblo y a clientes de los pueblos vecinos, en tienda por la mañana y preparando los encargos a puerta cerrada por la tarde. Iñaki recuerda la tensión de los primeros días con el aumento de volumen de trabajo y las medidas de protección. “Era difícil habituarse a los guantes, a la mascarilla y a la distancia de seguridad. La situación se ha salvado con paciencia y comprensión, y con el buen tiempo que nos ha acompañado y ha hecho más amable la espera en la calle”, subraya. También en Auritz-Burguete las tiendas pequeñas han sido fundamentales y, como la de Iñaki, las ocho con las que cuenta el pueblo: carnicería, farmacia, estanco, panadería y frutería más la oficina de Correos y dos entidades bancarias. “Yo valoro a quienes han venido y espero que se reconozca nuestro esfuerzo y que las tiendas del pueblo son necesarias. Tenemos que cuidarnos mutuamente”, reiteraba. Iñaki Irigaray reponía el viernes sus productos, fruta, pan, verdura, droguería...de cara al fin de semana. “Hoy es el primer día y se ha notado un poco más gente. Estamos encantados de recibirles y, si somos responsables, nos mantendremos como hasta ahora, sin contagios”, sentenciaba.

De los 240 habitantes censados en la localidad pirenaica, unos 140 viven a diario, pero durante el confinamiento sumaron 210, explica el alcalde. Pilar Apezteguia, una de ellas, vive a caballo entre Pamplona y Auritz-Burguete, a donde vuelve cada primavera. Este año adelantó el retorno y el 15 de marzo, coincidiendo con el decreto del estado de alarma, se quedó en el pueblo. “Por esta vez vivir en el pueblo ha tenido ventajas. Con la pandemia la vida rural es un lujo, teniendo en cuenta las buenas condiciones de conexión (fibra óptica)”, subrayaba. La libertad de horario activada esta semana para los municipios menores de cinco mil habitantes “ha sido la envidia de mi familia en Pamplona y nos ha permitido disfrutar todavía más”.

Sin embargo Pilar admite que es inevitable sentir cierto respeto al juntarse con los nuevos visitantes “porque en el pueblo nos hemos sentido muy protegidos”. Inquietud también por una juventud que no siente el miedo, “y eso nos hace más responsables”. Estos días los primeros en llegar son los vecinos de segunda residencia. Después llegará el turismo que no esperan hasta julio. Cargada de sentido común y de paciencia, Pilar que va a costar recobrar la confianza. “La libertad que tuvimos antes de poder hacer lo que queríamos la hemos perdido”, lamentaba.

“Teníamos muchas ganas de volver y a la vez nos daba un poco de reparo”

Vecina de segunda residencia

“Vivir en el pueblo ha sido una ventaja y nos hemos sentido protegidos”

Vecina de Auritz-Burguete

“Que vengan con las debidas precauciones para mantenernos igual”

Alcalde de Auritz-Burguete