- Asegura que la música, que tanto le gusta, ha conseguido hacerle mucho más llevadera la cuarentena. Aunque dice que es muy hogareña, que no necesita salir de casa porque en ella se encuentra feliz. "Me siento bien. Me visto bien, me pongo mi música porque no me separo nunca de ella y estoy entretenida al cien por cien, con el ánimo fenomenal. Me acaban de hacer la prueba y he dado negativo", confiesa, contenta, Gloria Berisa Salvador. Vecina de Pamplona de 84 años muy bien llevados dice que ya está acostumbrada a la mascarilla y que también aprovecha, ahora que se puede, a salir con las amigas. "Estábamos viendo a ver quién rompía el fuego. Yo aguanto perfectamente hasta que nos digan cuándo es el mejor momento pero echo de menos esas excursiones a Benidorm en verano, y por supuesto el juevintxo, que también lo celebramos".

Con una memoria infalible y un humor envidiable, siempre elegante y de punta en blanco, a Gloria no hay nada que se le resista. Su afición por la música le viene de familia y desde muy joven. "Mis abuelos eran músicos de estudio, instrumentistas, tocaban el saxo y el clarinete. Mi padre, tenor y orfeonista, y mi madre también cantó en el coro del pueblo. Tengo una sobrina que a pesar de ser muy joven tiene posibilidades y está dando pasos muy avanzados con el violonchelo", relata. Ella nació en Azagra pero llegó a Pamplona con apenas tres meses. Cuando cumplió cinco años, su padre, amigo de Gumersindo Bravo, le pidió al músico navarro que la escuchara, porque tenía "algo". Y efectivamente, el maestro se comprometió a sumergirla en los inicios de este mundo porque su voz "tenía un valor especial, me dijo. Así fue como empecé", recuerda. Y ha estado en América, en Europa, ha viajado "por todo, por todo. Y recuerdo mucho a Morondo€ Chapó por aquél señor".

Dice que no se reserva nada porque ha sido su propia vida, y le gusta contar y recordar todos esos momentos que conserva con mimo. "He sido libre para realizarme en el mundo de la música, es para lo que he nacido y es que lo demás para mí no tiene aliciente. La he vivido con ánimo y con ilusión". Con 19 años entró en la Coral de Cámara, "en el año 51. Y he estado unos 30 años", señala. Estuvo, también, dos décadas en el Orfeón pamplonés. "De jefe de cuerda, de solista€ Me encanta. En la coral entré de soprano, luego mezzo y después acabé en contralto. Mi voz es extensa, un tanto especial, y me ha permitido mucha amplitud". Estudió en la academia de música cuando todavía no había conservatorio, se matriculó después en canto, y cuenta que su profesor de entonces, José Antonio Huarte, "me dijo que tenía un timbre parecido a Victoria de los Ángeles. Lo recuerdo con mucho cariño, porque acababa de entrar y que un profesor de esa talla, respetado y de una categoría ímproba te anime de esa manera€ Esas cosas no se olvidan".

También ha hecho cursillos de música en Compostela. Ha sido profesora de solfeo, de canto y de conjunto coral en el colegio Hilarión Eslava de Burlada, de donde se tuvo que marchar con mucha pena después de que una lesión en el oído izquierdo le obligara a retirarse de la enseñanza. Pero nunca lo ha dejado. "He seguido cantando en coros y últimamente en la iglesia San Francisco, colaborando a otro nivel". Desde la coral y desde el orfeón elaboraron unas memorias que ella ha recopilado para escribir un libro con su historia, que tiene escrito, pero sin editar. "Es que la música es mi vida entera, mi forma de ser, mi alegría", insiste.

La suya es una historia intensa, aunque estos días los está viviendo con cierta preocupación. "Está siendo tremendo, todo se ha distorsionado, las personas hemos cambiado. Es una circunstancia rara y especial, está todo desbocado. A ver después cómo son esas nuevas posibilidades de vida, no veo una forma de ir curando las mentalidades, vamos saliendo pero hay muchos cabos sin atar", lamenta. La otra cara de la moneda, la buena, es la de esos voluntarios que también han ayudado a personas como Gloria, que viven solas, en todo lo que han podido. "Y es de agradecer. Voluntarias de la DYA han venido a casa, me han ayudado con la compra y la limpieza, todo muy bien. Hay que asumir lo que nos den, pero ya solo quiero que pase pronto porque voy bien, tiro para adelante", afirma. Dice que ahora que tiene tiempo le están dando ganas de ponerse a estudiar filosofía. "Eso me ayuda a desconectar".

"Yo aguanto perfectamente hasta que nos digan cuándo es el momento de salir, pero echo de menos el juevintxo"

Música