ay dos familias que son habituales en el mundo de la verbena: los Camarero, que ya van por la tercera generación dedicada a las atracciones de feria; y los González, en su caso por la quinta, pues sirven churros desde la posguerra. Están a la espera de ver si la evolución epidemiológica permite una 'nueva normalidad' también para ellos.

De la masificación en las fiestas populares viven miles de familias en España, muchas de las cuales se encuentran al borde de la ruina y en muchos casos se sienten desamparadas por una Administración que, denuncian, les ha dado la espalda. "Nosotros damos el año por tirado, no estamos en ningún plan de desescalada, somos invisibles para los gobiernos, sólo valemos para pagar impuestos", dice de carrerilla Camarero, empresaria gallega de atracciones de feria, como antes lo fue su padre y antes que él su abuelo, quien llegó a tener una docena de pistas de coches de choque. Camarero explica que el suyo es un negocio estacional.

La temporada comienza en abril y termina en la segunda semana de octubre. Y ahora mismo, "con abril, mayo y junio perdidos" a causa de la crisis sanitaria, su parentela y ella, pues todos se dedican al mismo negocio, llevan desde octubre "sin ver un céntimo", aunque pagando religiosamente una retahíla de gastos, como ocurre con todos los feriantes. "Muy rápidos para cobrarme autónomos, IRPF, IVA, tasas, seguros, ITV y todo lo que me cobran, pero no me dan solución", protesta Óscar González, miembro de la quinta generación al frente de Churros González.

La indignación de González con la Administración es mayúscula, y su enfado es tal que enhebra improperios a la velocidad del rayo contra una clase política "incompetente" que ha tratado a este gremio como "monigotes" y tal vez, avisa, acabe llegando el caso a los tribunales. "Dicen que me dan un crédito ICO pero eso es como una soga porque, si no facturo, ¿con qué lo pago?", se pregunta González, que lo que pide es una subvención ya que le "impiden trabajar" como siempre ha hecho, pues vive "entre churros desde niño".

En Galicia, curiosamente, la indignación de los profesionales de las ferias subió enteros recientemente con el anuncio de la Xunta de que a partir de 1 de julio se podrían celebrar "fiestas, verbenas y ferias".

Entienden en su mayoría que la referencia, publicada en el Diario Oficial de Galicia, es excesivamente vaga y que carece de un protocolo pormenorizado que indique qué se puede hacer y cómo para garantizar la higiene y seguridad necesarias para que la covid-19 no campe a sus anchas y provoque una transmisión comunitaria que nadie quiere. Se supone que ese protocolo está a punto de ver la luz pero, independientemente, de su contenido, no parece que vaya a servir para acabar con el escepticismo que muestra el colectivo.

"El año está perdido", resume Camarero, que no cree que haya solución a corto plazo y que sólo espera que atiendan las reivindicaciones del sector, cuyos trabajadores entienden que, de momento, las ferias no pueden ser como eran pero que también ellos y sus familias necesitan comer. "Si no se ponen en serio nos van a echar a pasar a hambre", concluye González.