ola, personas, ¿qué tal?, pregunta retórica, no se espera respuesta. Yo igual.

Bueno, como esta mierda de bichejo me ha dado unas vacaciones forzosas pues me estoy dedicando a recorrer rutas más allá de la Magdalena. Esta semana fue el lunes cuando acompañado de mi hermana tomamos el vehículo a motor y nos fuimos a regalarnos la vista a la selva del Irati. Esta excursión me da pie a traer a este ERP dos temas dispares: Irati paraje geográfico privilegiado e Irati S.L. empresa puntera de Navarra en la primera mitad del siglo XX.

Empezaré por el primero. Lunes 9:30 horas, salimos de Pamplona con un día limpio, azul y brillante, en breve llegamos a zona de montaña, cada palmo de paisaje es una postal, cada curva nos abre un nueva ventana, rio, haya, roca, monte, verde, oro, luz se presentan ante nosotros; cuando, por el contrario, la carretera se cierra lo hace con un frondoso bosque de hayas que forman un túnel dorado que hace mágico el paseo. Pasamos Aribe y seguimos para tomar un desvío que nos lleva a Aría. La zona de Aezkoa es rica en hórreos, el 90 % de los conservados en Navarra están en ella y la población que más tiene es Aría, subimos, aparcamos y paseamos para verlos, son preciosos, están frente a las casas con sus columnas de piedra rematadas en una piedra circular que pone difícil el acceso a los roedores y de ese modo protegen lo que en semejante despensa guardan.

Volvimos a bajar a la carretera, atravesamos Orbaitzeta y continuamos hasta llegar a nuestro segundo objetivo que era la fábrica de armas que hay entre sus bosques. Fábrica de corta, accidentada y ruinosa vida, se levantó en el siglo XVIII empezó a funcionar en 1790 y tras mil y un avatares a final del XIX es cerrada y abandonada hasta ahora que están restaurándola según vi el otro día.

Frente a la fabrica se arraciman media docena de casas que ocupan una veintena de vecinos, en una de ellas compré un queso delicioso, sentados en un banco a su puerta nos comimos el consabido bocadillo de tortilla que no puede faltar en una excursión como Dios manda rodeados de gatos y perros que con su mirada suplicaban unas migajas de nuestra pitanza.

Volvimos a la carretera y por el barrio de Larraun entramos a la selva del Irati propiamente dicha, llegamos a un puesto de información y pago que a tales efectos hay allí pero estaba vacío así que ni nos informaron ni nos cobraron. Seguimos camino y la cosa empezó a ponerse de una belleza insultante, hayas enormes, rocas de caprichosas formas, musgo que enmoqueta las piedras, alfombra de hojas que el calendario ha extendido, regatas y riachuelos que bajan luminosos y ruidosos por las laderas, hojas doradas que aun aguantan en la rama para ofrecerse a contraluz con acentuado color, etc., etc. Mi amiga Nikon echaba humo. Cuando ya estuvimos saciados de luz, color y belleza volvimos sobre nuestra rodada y de nuevo en carretera tomamos el camino de regreso. Toda esta grandeza natural dio pie a un navarro a crear e impulsar uno de los primeros movimientos industriales que tuvo nuestra comunidad. Se trata de Domingo Elizondo Cajén aezkotarra de Aribe, donde nació en 1848, quien con 18 años, y los zapatos al hombro para que no se le desgastasen partió a buscar fortuna a tierras argentinas, allí trabajó duro de mozo de puerto, primero, de pastor, después, y de dependiente en la ferretería "El trueno reformado", donde aprendió un oficio que le llevó a establecerse por su cuenta abriendo la Ferretería El ciervo de donde dio el salto a la industria metalúrgica que le hizo rico. En 1888 regresa a Navarra con una más que considerable fortuna y comienza su andadura empresarial en la Electra de Aoiz y en 1902 funda la Sociedad el Irati S.L. Para ello se asocia con otro aezkotarra , de Garayoa, con quien había compartido penas y riqueza en Argentina, llamado Ciriaco Morea, y con un villavés con estudios y gran visión empresarial: el ingeniero de caminos D. Serapio Huici Lazcano, que merece un ERP aparte

Irati S. L. pone en marcha una industria que empezó bajando por el río la madera de los montes hasta un aserradero que instaló en Ecay. En breve espacio de tiempo se hacen con todas las centrales que hay de Aribe a Ecay, Ayanz, Betolegui, Oroz, y Atozqui en las que colocan nuevas turbinas para aumentar su producción. Para asegurar el caudal permanente en el cauce del Irati construyen en su cabecera el pantano de Irabia bajo la dirección de otro destacado personaje de la época: el ingeniero de caminos D. Cornelio Arellano; tuvo un coste de 1.180.000 pts. Por supuesto que dotaron a la nueva infraestructura de su correspondiente salto de agua y su correspondiente central eléctrica.

Los tres socios viajan a Alemania a conocer las últimas técnicas de la industria química que les van a permitir exprimir la riqueza maderera al 100% ya que una vez extraída la parte noble, el tronco limpio y recto, quedan por aprovechar cortezas y ramajes, para ello instalan una destilería en el aserradero de Ecay y fabrican grandes cantidades de carbón vegetal, alquitrán, acido acético, alcohol metílico, acetona y otros derivados. Negocio redondo.

Pero no acabaron ahí las iniciativas de Domingo Elizondo, la zona precisaba de mejores comunicaciones y el erario público no contaba con el dinero suficiente para llevar a cabo una idea que llevaban tiempo acariciando: la de construir un tren que uniese Aoiz con Pamplona para el transporte de mercancías, ganado y pasajeros. En 1911 Elizondo da el paso e invierte 4.421.375 pesetas en construir bajo la dirección del ingeniero francés Carlos Laffitte la línea que une no solo Pamplona con Aoiz sino que, atravesando el valle de Lónguida, llega hasta Sangüesa formando una línea de 58 kms de vía que unía el todo el Este de la provincia. El Irati fue el primer tren eléctrico de España y recorrió su trayecto hasta 1955 año en el que ya las pérdidas le llevaron al cierre.

Domingo Elizondo también toco el terreno político y en 1915 fue elegido diputado. El era un hombre integro, fue nombrado Hijo predilecto de Navarra , honor que aceptó con gustó, pero rechazó el título de Marqués de Irati que Alfonso XIII le ofreció.

Y digo de Elizondo lo mismo que dije el otro día de Pinaqui, ¿a qué espera un ayuntamiento para dedicarle una calle?, la tiene en Aoiz pero se la merece en Pamplona.

Dejo mucho, muchísimo en el tintero sobre este interesante personaje pero el espacio manda.

La semana que viene más.

Besos pa'tos.