l casco urbano de Lesaka siempre merece una visita, pero además de sus bonitas calles, casas, puentes y canales, los montes que la rodean también guardan deliciosos secretos. Una opción es Agiña, un destino y un camino que aúnan prehistoria, historia y naturaleza. El acceso se puede realizar en coche (apenas 7 km) desde el pueblo por la carretera NA-4000, que es en sí misma un monumento memorístico, ya que fue construida a pico y pala por los esclavos del franquismo. Si se quiere dar un pequeño paseo, se puede dejar el coche un poco antes de la cima, en la cerrada curva de Gardelkobagoeta. Desde allí, un pequeño camino herboso nos mostrará otro “legado” del franquismo, unos búnkeres construidos en los años 40. Una vez en la cima (618 metros), el lugar sorprende con las vistas de Peñas de Aia, con sus tres crestas de Irumugarrieta (806 m), Txurrumurru (827 m) y Erroilbide (832 m) o la cima mas alta de la localidad, Bianditz (840 m), en la muga con Oiartzun, así como con una estación megalítica de 50.000 m2 formada por 107 cromlechs, 11 dólmenes, 4 túmulos y un menhir. A los pies, se puede observar el embalse de San Anton, con su ermita, las primeras grandes cimas del Pirineo, pero también el mar, Hondarribia, Donibane Lohizune, las Landas… Una preciosa vista de 360º con un verdadero mar y montaña.

Volviendo hacia la carretera, por una pequeña pista se accede al monumento dedicado a Aita Donostia. La estela, creada por el genial artista Jorge Oteiza en mármol negro de Markina, en la que está inscrita la frase Txori kantazale ederra, nun ote aiz kantatzen? (Hermoso pájaro cantarín, ¿dónde estarás cantando?). Al lado, la humilde capilla diseñada por el arquitecto Luís Vallet de Montano, con su bonita vidriera y unos bancos líticos, con Peñas de Aia como telón de fondo. En esa zona se aventaron las cenizas de Mikel Laboa, icónico cantautor vasco.

Un pequeño paseo nos puede llevar a otro embalse menos conocido que el de San Anton, el de Domiko, cuya orilla alberga, sin embargo, el ejemplar de mayor altura de todos los declarados Monumento Natural en Navarra: la sequoya de Domiko. Pero la zona ofrece muchas otras rutas con las que disfrutar de la naturaleza y la historia.