El Servicio de Patrimonio Histórico de la Dirección General de Cultura del Gobierno de Navarra ha concluido tras varios meses las obras de restauración del puente medieval de Saigots, en el valle de Esteribar, cuyo importe total ha supuesto una inversión de 205.095,32 euros.

Esta misma semana, el director general de Cultura - Institución Príncipe de Viana, Ignacio Apezteguía, ha visitado el puente medieval de Saigots, acompañado por la directora del Servicio de Patrimonio Histórico, Susana Herreros; la alcaldesa del Valle de Esteribar, Matilde Añón, y el arquitecto de la obra, Leopoldo Gil.

PUENTE ANTIGUO Se trata de un puente declarado monumento histo?rico-arti?stico por la Institución Príncipe de Viana y cuyo origen apunta a la Edad Media, aunque con demoliciones y reparaciones posteriores.

La construcción consta de dos arcos rebajados de distinta dimensión. La anchura total del puente es de 3,75 metros y la anchura de la calzada, entre pretiles, de 2,95 metros, mientras que la longitud total del puente es de 39,90 m. La fábrica es de sillarejo de piedra del lugar, de color gris con labra de pico.

Antiguamente, esta estructura que franjea el río Arga unía las localidades de Saigots y Agorreta y, con esta rehabilitación, se ha conseguido volver a enlazarlas, ofreciendo por ejemplo la posibilidad de realizar rutas de senderismo como la GR 225 o Ruta de la fuga de Ezkaba, que continúa su camino hasta Urepel.

Tal y como muestran algunos estudios, las localidades de Saigots y Agorreta compartieron en numerosas ocasiones los servicios del párroco y los pleitos con el señor del palacio de Agorreta, por lo que es seguro que el puente fue muy transitado antaño. Se cree que pudiera continuar con el camino que enlazaba con el hospital de peregrinos de Zilbeti y también hay indicios de que pudo ser utilizado por San Eulogio, obispo de Córdoba, en su visita al monasterio de San Zacarías a mediados del siglo IX.

Sin embargo, no existe documentación escrita hasta la Edad Media, ya que, según la Guía del patrimonio histórico de los ríos de la comarca de Pamplona, “en 1550 aparece en la relacio?n de instalaciones con derecho al cobro por el paso de madera. Se hizo en piedra, estructurado por medio de dos ojos de medio punto peraltados. Cuenta con un potente tajamar, largo y afilado, aguas arriba. El de aguas abajo se encuentra oculto y descabezado. La calzada es de piedra y en ella se aprecian las tramas y el sistema de pavimentación”.

Los trabajos han sido realizados por construcciones Leache bajo la dirección del arquitecto Leopoldo Gil y la aparejadora Nora Oroz, técnicos de la Sección de Patrimonio Arquitectónico del Servicio de Patrimonio Histórico de la Dirección General de Cultura del Gobierno de Navarra.

Desde el punto de vista estructural, el puente no presentaba desplomes apreciables. Las fábricas, pila y estribos, se mantenían aplomadas; las roscas de los arcos no presentaban deformaciones ni manifestaban desplazamientos. Sin embargo, en algún punto de los estribos habían crecido árboles que habían reventado la fábrica.

Para llevar a cabo las obras de restauración, se procedió a retirar las tierras acumuladas junto a los estribos y embocaduras para descubrir las dimensiones reales del puente y se arrancaron los tocones de los árboles que habían crecido junto a él.

Por otro lado, se desmontaron las reparaciones hechas con ladrillo y hormigón que perjudicaban la imagen del puente, cuya reconstrucción se realizó con sillares similares a los existentes.

La reconstrucción de los pretiles se ejecutó con mampostería similar a la de los estribos y se remataron con una tapa o albardilla, de canto irregular, con piedra desdoble procedente de la localidad de Martes (Huesca) labrada con bujarda gruesa.

Una vez construidos los pretiles, se construyó una nueva calzada manteniendo el mismo empedrado que el anterior.

El puente tenía tráfico rodado para acceder a los prados e instalaciones agropecuarias que se encuentran en la margen izquierda. Al reconstruir los pretiles, la anchura del puente disminuyó, y este tráfico, esporádico, se desplazó al cauce del río. Por último, para facilitar su travesía se consolidaron con grandes piedras ambas orillas, especialmente la derecha en la que se tuvo que excavar más de un metro de profundidad.