os turnos en el puesto de la DYA en Puente la Reina son variables, no se quedan fijos en un horario estanco y tampoco se deben a una jornada laboral común. Los 29 voluntarios que conforman el centro de emergencias en el pueblo navarro se deben al ritmo de las emergencias y a la disponibilidad de sus puestos de trabajo habituales, pues su función en la DYA es toda voluntaria. El pasado fin de semana, el del 9 de enero, cuando la previsión en cuanto al temporal arrojaba datos tan negativos por Filomena, el grupo de técnicos de emergencias montó un operativo de ayuda “para lo que nos pudiera venir”.

Organizaron un grupo de ayuda para el sábado y el domingo, con una ambulancia y un vehículo de apoyo listos por si se producía alguna urgencia en Puente la Reina o en alguno de los pueblos de la Mancomunidad de Valdizarbe, a los que dan cobertura.

Aunque este trabajo en el medio rural exige que de vez en cuando los voluntarios de una zona tenga que desplazarse a otras por falta de medios o de disponibilidad de los mismos.

Y es que, según Fermín Liroz, delegado en la base de Puente la Reina, la organización es importante, “aunque en esto nunca se sepa qué va a pasar, sí hay cosas que se pueden prever con tiempo”.

En el caso de Filomena, los voluntarios de la DYA en Puente tan solo tuvieron que trasladarse para una salida. “Pero nunca se sabe, tan pronto tienes mucho como no tienes nada, o no puedes salir… Esas cosas sí que no son previsibles”, concreta Liroz.

listos ante los imprevistos Aunque la labor en las emergencias es imprevisible, la organización forma parte del día a día de este grupo de voluntarios. “Cuando sucede algo se nos localiza a través de la central de Pamplona para consultar si hay alguien disponible y en caso de que sí, nos dan los datos y salimos para la urgencia, bien sea en un pueblo o en la carretera”, relata Liroz, voluntario puentesino que comenzó su aventura en la DYA hace 30 años, poco tiempo después de que la organización se asentara en el pueblo.

“Mi meta ha sido siempre la de ayudar un poco y darle salida al poco tiempo que tenía libre y además siempre me gustó el mundo sanitario, así que vi la oportunidad cuando se inició la DYA aquí”, esgrime Liroz, ahora jubilado, quien conjugaba su vida como mecánico con la de voluntario y técnico de emergencias.