El de este jueves era un día grande en Baztan, jueves gordo, o como se le denomina en el valle, Orakunde, Egun ttun-ttun u oilar-dantza, según la localidad en la que se celebra. Un día que los niños y niñas suelen tener marcado en rojo en el calendario, uno de los mejores para ellos, en el que disfrutan muchísimo, desde la mañana hasta el anochecer. No es para menos, es su día, el día de los más pequeños de los pueblos, en el que realizan una cuestación casa por casa, visitando a sus vecinos, que les brindan algo de comer y beber mientras centonan el himno de Egun ttun-ttun: "Egun ttun-ttun, bihar ttun-ttun, etzi ere ttunttuna". Tras la cuestación y la diversión durante los juegos preparados para ellos, llega el momento de recuperar fuerzas, para ello, según el pueblo, los pequeños comensales se reúnen en sociedades gastronómicas y restaurantes, donde degustan el menú típico de Orakunde, paella, pollo y helado. Tras la comida llega, quizá, el momento más esperado del día, cuando, distribuidos por edades, se tapan los ojos y espada de madera en mano se aventuran en busca del gallo, el protagonista del día, que espera con incertidumbre quién será quien lo atrapará y lo llevará a casa, donde le esperará un futuro también incierto. Tras el juego del gallo, la música suele tomar protagonismo, mientras los niños y niñas bailan, juegan o descansan por el cansancio y las emociones acumuladas durante la intensa jornada festiva, hasta que llega la hora de despedirse de los amigos y retirase.

Orakunde se celebra el jueves anterior a l carnaval, es el tercero del trío formado junto a Emakunde y Gizakunde, donde antaño los protagonistas eran las mujeres y hombres, respectivamente. Estos últimos se dejaron de celebrar hace bastantes años, aunque el grupo Jo ala Jo los recuperó hace aproximadamente dos décadas. Orakunde se ha seguido celebrando, pero también ha sufrido cambios. Uno de los más significativos es que desde hace varias décadas no se celebra en jueves en todos los pueblos de Baztan. La explicación es sencilla, hubo una época en que no había suficientes músicos para abarcar los 15 pueblos del valle el mismo día. Por consiguiente, varios pueblos cambiaron de fecha, así, por ejemplo en algunos pueblos se celebra el fin de semana anterior o posterior, y en otros el martes, miércoles o viernes, aunque en la mayoría Orakunde, Egun ttun-ttun u oilar dantza se sigue celebrando en jueves.

El jueves era el gran día, uno de los más esperados por los niños y niñas de Baztan, y en todas las casas donde hay pequeños en edad escolar, se respiraba ese nerviosismo, esa ilusión previa. De todas formas, todos sabían que este año la fiesta no sería igual, llevan muchos meses conviviendo con la pandemia, y quien más quien menos, es consciente de que no era posible que se juntaran cientos de niños para disfrutar conjuntamente de los juegos, de realizar las cuestaciones como siempre, de comer en el restaurante o en la sociedad€en definitiva, que Orakunde no sería el Orakunde al que están acostumbrados.

A pesar de todo ello, la ilusión era la misma, y gracias a la imaginación y a las ganas de celebrarlo, se pudo celebrar, diferente, sí, pero se celebró. En cada uno de los pueblos, se notó, se sintió algo especial. No se hicieron las cuestaciones como siempre, pero en algunos pueblos sí que se hizo de otra forma. Los juegos multitudinarios dieron paso a juegos realizados dentro de cada burbuja, añadiendo un plus de imaginación. Por ejemplo, en vez de realizar el juego de las mazorcas, la carrera de sacos o la aulki dantza como siempre, para evitar el contacto, lo hicieron sin mazorcas, sin sacos y sin sillas, disfrutando del mimo en sus movimientos. O, en vez de utilizar el gallo de siempre, vivo, utilizaron uno hecho en un taller de manualidades. Y en vez de comer en la sociedad o el restaurante, cada uno comió en su casa o en el comedor escolar, eso sí, en muchas casas y comedores se mantuvo el menú típico de Orakunde. Además, como en el caso de Elizondo, el pueblo repartió chapas conmemorativas con la fecha de ayer, y muchos balcones fueron engalanados con globos, imágenes del gallo y pañuelos de Orakunde. Fue un día diferente, sí, con restricciones, también, pero la imaginación y las ganas de disfrutar pudieron más que las limitaciones circunstanciales.