n pirotecnia utilizan el retardo para ganarle segundos a la mecha y controlar los tiempos de los fuegos artificiales. La mecha del petardo que lleva César López en la mano, 25 gramos de fulminante que alcanzan 120 decibelios, ha batido récords: hará ruido a los dos años. “Esperemos que cuando llegue el 6 de julio de 2022 se acabe el retardo y se pueda hacer el lanzamiento. No nos queda otra”, dice.

López, junto con su hermana al frente de Pirotecnia Fiesta, suministra desde 2017 los cohetes del día 6 -el que inicia el jolgorio y los cerca de 50 que revientan después-, los de los encierros, los toros de fuego y la traca del Pobre de Mí con la que cerró el último San Fermín. Siente “tristeza por no poder estar en el Ayuntamiento” un día como hoy. Porque aunque pasa tensión en los segundos que van desde que se enciende la mecha hasta que suena el cohete, “es un momento que no se puede describir y no se puede comprar con dinero. Estar allí es especial. También nos quita una partida importante de trabajo. Y a los que nos gusta San Fermín, echas de menos pasear por Pamplona y ese ambientico”.

Pero es lo que hay: “Está claro que este año no toca juntarse. Se está viendo que no es buena idea, tenemos el precedente de los últimos 15 días de fiestas en zonas de ocio de los estudiantes, los contagios van para arriba y no es el momento”, asegura. Y pide “que la gente tenga cuidado. Si queremos tener algo en septiembre, no sé qué puede ser, el verano tiene que ser tranquilo. Y sobre todo esta semana. Hay que cuidarse y tenemos que tener todos un poco de cabeza”, asegura.

cohetes ‘de andar por casa’ Para participar de un Chupinazo sin riesgo de contagio, el año pasado sacaron a la venta y en 2021 mantienen “unos cohetes para que la gente pueda lanzar donde quiera el Chupinazo de San Fermín. También se puede comprar sin carga como recuerdo. La idea es que no hace falta subir a Pamplona ni juntarse mucha gente, que cada uno en casa, o en su pueblo, pueda hacer en plan íntimo el cohete”. El de la imagen a las 12.00 horas en Santacara, su pueblo, “volará al cielo”.

Por último, César reconoce que el gremio está sufriendo. “Mucha gente me decía: ‘reinvéntate’. Pero, ¿cómo nos reinventamos en la pirotecnia, que a lo que llama es a juntar gente, a fiesta, a celebraciones? El año pasado fue triste, no pudimos hacer nada... y este ahí vamos. A poco que se mueva algo ya es bienvenido”.

“Está claro que este año no toca juntarse, se está viendo que no es buena idea”

Pirotecnia Fiesta