l chiringuito La Hormiga se encuentra al lado de la antigua Playa Fluvial del Paseo de Los Llanos de Estella, en el Paseo de la Florida. La creación del histórico parque no es exacta, ronda el siglo XVI, que fue cuando hubo un enfrentamiento entre el Ayuntamiento y el convento de Santa Clara.

El bar en sus inicios fue un negocio en el que se vendían chucherías para quienes acudían a bañarse a la playa. Más tarde se convirtió en bar, y en 1996 lo denominaron La Hormiga quienes lo alquilaron, porque había gran cantidad de estos insectos, y porque el trabajo es como el de las hormigas: trabajar en verano y guardar esa parte para el resto del año.

En 2020 el local fue adjudicado por el Pleno del Ayuntamiento de Estella al empresario Rubén Solano, conocido por otros tres bares de copas que tiene entre la ciudad del Ega y Donostia. El joven estellés lo llevará por diez años.

Como encargada, ha tomado las riendas su hermana Claudia Solano, y junto a ella trabajan otros seis empleados. Hay cuatro turnos de trabajo, uno matutino y tres escalonados por la tarde, entre las 16h y las 18h hasta el cierre. Cada persona tiene una tarea previamente adjudicada.

Las restricciones por covid no han supuesto un gran cambio para el local, ya que, comenta la encargada: "Las mesas están separadas y se desinfectan después de su uso. También recogemos la vajilla y la lavamos rápido". La mascarilla es obligatoria cuando no se consume.

Este año además de los palés como asientos han cambiado la fosa séptica que entorpecía el uso de los servicios. Esto ha provocado una mejoría en el trabajo interno.

Además, al no ofrecer comidas, Claudia Solano dice que permiten "traer alimentos de fuera siempre que la bebida se consuma aquí". Su labor es supervisar que el bar funcione correctamente, lo que implica tener un poco de "mano dura", de ser necesaria.

El trato con el público puede ser en diferentes idiomas: todos hablan castellano y, a excepción de una persona, euskera. La encargada también controla el inglés y el francés, que lo utiliza con turistas extranjeros.

Solano comentaba su experiencia: "La hostelería es dura, pero este es un espacio cómodo y bonito para trabajar".

El lugar es visitado por personas de distintas edades, desde niños hasta los más mayores. Por ejemplo, una madre joven con iniciales S.V. comentó que "ahora está mucho mejor, el abanico de gente es mayor. Mi hermana suele venir más a menudo; el ser madre a mí me limita".

Iosu Olleta y Natalia Marcos, jóvenes clientes de 20 años, indicaron que se acercan cuando hace buen tiempo y con los amigos: "Venimos con la cuadrilla. Lo que más nos gusta es el sitio y la tranquilidad que ofrece". Los jóvenes Jorge Echeverría e Íñigo Campos coinciden en venir con los amigos, y que entre semana hay ya más movimiento. "Se está muy fresco, que es importante" apuntan entre risas.

Por otro lado, Andrés Santamaría, de mediana edad, comentaba que cada vez que visita Estella pasa horas en La Hormiga porque está fuera de la ciudad y es bonito; sus amigas lo definen como "un lugar de encuentro entre viejos amigos". Comentó cómo tiene recuerdos de su infancia: "Cada vez hay más personas bañándose en el río Ega, me recuerda cuando yo era pequeño y había una playa fluvial", finalizó.

"Es un proyecto llevado a cabo con mi hermano; he puesto mucho afecto y amor"

Encargada de La Hormiga