- A la ola de calor, que se convirtió en insoportable y calimoso bochorno, se le acopló una ola, por no decir, tsumani, de orejas. No quiere decir esto que la corrida de toros de la capital ribera fuera un fiasco; el espectáculo fue bueno y entretenido. Y por si alguien quiere quitarle importancia a lo visto en el albero de la Chata, Laminoso, imponente sobrero de playera y abundante cuerna, recordó en un pispás con dos cornadas la cara oculta, la oscura de la luna taurómaca. Imanol Sánchez, natural de la zaragozana Pedrola, pero con muchos años de asentamiento en Tudela, entró de frente y por derecho a estoquear al pavo de Quintanar. En el embroque fue terrible y el presagiado cornalón quedó en un varetazo de campeonato y la taleguilla tabaco oscuro y bordados blancos quedó hecha jirones. En la ayuda y al relance salió corneado, esta vez sí y de gravedad, Venturita, el vecino de Lodosa, peón que había lidiado y bien al tal Laminoso. Miguel Ventosa sufrió una cornada profunda en la parte interna del muslo derecho que le llevó con urgencia a la enfermería y, luego, al Hospital Reina Sofía.

Las cogidas estuvieron precedidas de una curiosa vicisitud que convirtió a Laminoso de suplete en titular. Lírico, un bonito toro que correspondía en primer lugar a Imanol Sánchez, se pegó un golpetazo en en el toril, se descordó o descaderó y, además, quedó enganchado por sus cuartos traseros en la antepuerta del toril. Salió al ruedo arrastrándo su bella estampa y bravas intenciones. Así, percances aparte, Imanol Sánchez, después de una titánica peleas por rehiletes, por derecha y por izquierda, por arriba y en los desplanes y viajando con el alma tras la tizona, se aseguró la puerta grande. Una oreja indudable al esfuerzo y al espadazo. Y la otra a favor del paisanaje y también de ese viento a favor que los taurinos deben aprovechar en la reconstrucción del sector.

La corrida vio restada la asistencia de público por la indudable fatiga del calorazo. Medio millar de personas respondieron, valientes y comprometidos con los toros, a la empresa del joven tudelano Adrián Ruiz.

La función empezó con mal pie. Además de la sinfónica de sudoraciones en señoras y caballeros, el primer toro, Lupito, hizo augurar mala tarde con su flojera y agarre el piso. Además, Uceda Leal tampoco quiso optar por ponerse en cuidador. Abrevió y fue silenciado. Sí quiso y mostró su indidable clase ante el cuarto, Moreno de nombre y castaño de piel. Con poco o ningún compás compuso una faena de muleta sobria y de buen gusto que algunos afiacionados olearon. Estuvo a la altura del buen toro y recetó una de las sobrebias estocadas que acostumbraba antaño el del barrio madrileño de Usera. Dos orejas. Ya hemos dicho, la segunda...

Juan del Álamo, a mitad de camino entre la rectitud de Uceda Leal y la guerrilla total de Imanol Sánchez, dejó para el recuerdo las faenas más encajadas, sobre todo al natural, de la corrida. Faena bien manufacturada de principio a fin ante el segundo, Feriante, predominando con temple y buen trazo los pasajes con la mano izquiera, que sin duda, eran el pitón bueno del toro. Hizo gracia el escuchar a un aficionado decir "y por la derecha qué", cuando lo normal y muy recurrido es demandar a los toreros que los toros se van al arrastre sin haber sido toreados al natural. Media estocada arriba del castellano y dos orejas. Ya saben, la segunda... Del Álamo toreó bien y con mérito al quinto, un Lorenito cornivuelto que, como buen núñez, tardó en calentar. Entre la dudas del toro, la música, que fue a todo trapo toda la tarde en banderillas y en los últimos tercios, se calló. Bueno... la música callada del toreo, que dijera Bergamín... Toro y torero se entendieron y brotaron los pasajes con más hondura. Pues ahora, y tras otra buen receta con el acero... no valieron los argumentos de la segunda oreja. La señora del palco debió pensar que, asín las cosas, se la podía haber dado y si se la dio a Imanol Sánche por su entrega y gran estocada al cierraplaza, Malinillo, que dio poco juego.

Ganadería. Seis toros de Marqués de Quintanar, de encaste Núñez. El tercero, descordado en el túnel del toril, sustituido por otro del mismo hiero. Bien presentados. Todos nobles y colaboradores, aunque más parados y flojos el primero y el sector. Con encastada importancia el tercero A cada medio puyazo..

Uceda Leal. Dos pinchazos, media y descabello (silencio). Y estocada (dos orejas).

Juan del Álamo. Media estocada (dos orejas). Y estocada (oreja y petición).

Imanol Sánchez. Estocada de la que sale cogido (dos orejas). Y gran estocada (dos orejas).

Presidencia. Regular a cargo de Verónica Gormedino. Muy generosa y haciendo mal uso de los pañuelos.

Incidencias. Calorazo. Bochorno. 500 espectadores en sombra.