Aunque este año no ha habido fiestas en Altsasu, al menos de forma oficial, el martes al mediodía no faltó el último repique. Y es que la tradición manda que el 14 de septiembre, el día grande de las celebraciones , las campanas de la parroquia ofrezcan su último concierto, un pregón sonoro que comenzó la otra cruz, la del 3 de mayo, 135 días en total. “Este año solo hemos fallado cuatro veces”, apuntó Belén Rubio, la primera campanera de Altsasu.

Si bien comenzó hace seis años a tocar las campanas pequeñas, este verano se ha pasado a las grandes. “Al principio no me atrevía pero gracias al empeño de Iñaki Bengoetxea, me lancé”, recordaba orgullosa. “Es mi pueblo y mi barrio”, observó. El martes le dio su impronta a uno de los cuatro repiques que se pudieron escuchar, en torno a 20 minutos en los que las campanas volaron. Los otros tres eran Jesús Bengoetxea, Félix Martínez y Asier Beramendi.

Así, otra tradición de Altsasu que no sabe de géneros. Lo cierto es que esta altsasuarra de 66 años, sin obligaciones laborales, ha sido la principal garante de que al mediodía no fallara el repique. “A veces he subido sola pero muchos días también vino Jesús, que incluso en ocasiones cambió su turno de trabajo para que hubiese repique”, observó. Asimismo, a lo largo de estos cuatro meses largos también subieron al campanario Iñaki Bengoetxea y Joan Kepa Everts, un belga de madre de Altsasu.

Al igual que otras, esta tradición fue recuperada por Enrike Zelaia en los años 70 después de que desapareciera a mediados del pasado siglo, cuando la villa dio el salto definitivo a una sociedad industrial. “Es una costumbre de origen pagano que adoptó la Iglesia”, resumió el akordeolari, que disfrutó del repique desde el balcón de su casa, a escasos metros del campanario.

TRADICIONES EN EL DÍA GRANDE

Tal y como se estableció en una consulta popular celebrada en 2015, ayer era el último día de las no fiestas de Altsasu. Hasta entonces se festejaban del 13 al 17, lo que se tradujo en que algunos años no tocara un fin de semana completo. Las fiestas de septiembre se remontan a 1930, cuando se realizó un plebiscito para decidir si se separaban de las ferias de octubre. Y es que hasta entonces iban a la par, como recordaba Zelaia, disgustado porque en un reportaje publicado el viernes se le atribuía errores en fechas relativas a diferentes elementos que se introdujeron en las ferias en los últimos años del siglo XIX.

La consulta se realizó en 1929, y por gran mayoría, se decidió que las fiestas se celebraran los días 14,15, 16 y 17 “debiendo ser invariablemente primer día el 14, en que se celebra la festividad de la Santa Cruz”, acordó el Pleno. Lo cierto es que el 14 es el día en el que Altsasu mira a sus tradiciones, una jornada de txistus y zortzikos que este año tampoco ha podido ser.