En 1905 todavía se permitía la instalación de puestos de venta callejera en la plaza Consistorial, que en el caso que nos ocupa, y según dejó escrito J.J. Arazuri, se trataba de la venta de simples baratijas. Antes, hasta 1864, solían instalarse enormes puestos de venta de fruta, y la propia plaza era comúnmente conocida como “plaza de la Fruta”, cosa que quedó documentada en una única y valiosísima fotografía, que en su momento ya publicamos.

La imagen de hoy, obtenida por un pionero de la fotografía pamplonesa, José Ayala, muestra el mercadillo en su hora de cierre. El reloj consistorial marca las 13’50, y los vendedores están recogiendo para marcharse a casa. Vemos que los puestos eran simples carros con ruedas, dotados de algún tipo de sombrilla o cubierto. Curiosamente, nadie parece haberse apercibido de la presencia del fotógrafo, incluido un perro de buen tamaño, que “apatrulla” el borde de la acera en busca de sobras.

Hoy en díala plaza Consistorial sigue estando presidida por la fachada que José Zay Lorda diseñara en 1752, aunque, como saben nuestros fieles lectores, el edificio propiamente dicho fue derribado en 1952, respetándose tan solo su portada. Faltan también las casitas que en la foto antigua flanqueaban el Ayuntamiento por la derecha, en la denominada “bajada de las Carnicerías”. Fueron derribadas en el año 1955 para abrir la actual plaza de los Burgos.

Por cierto que, donde hoy se encuentra el hotel Pompaelo, se abría en 1905 el comercio de tejidos de Joaquín Ciga, cuyo cartel alcanza a leerse ampliando la foto. Había sido abierto por el matrimonio formado por Nicolasa Mayo y Joaquín Ciga en 1859, y tras 151 años de existencia cerró sus puertas en febrero de 2010, por jubilación de sus últimos propietarios y ante la falta de relevo generacional. Toda una espada de Damocles que se cierne, todavía hoy, sobre el comercio tradicional.