A estas alturas del año, la sidrería Kixkia de Otsagabia ya tendría que haber cambiado su dinámica de trabajo y adoptado el horario de invierno. "Deberíamos estar cerrados entre semana y abrir solo los fines de semana, pero hay tanta gente y tanta reserva que hemos estirado más", explica su propietario Mikel Ceberio. La última comida que cogió previa al puente fue la de un grupo de turistas de Huelva. "La mayoría de los clientes reserva en origen, antes de venir, y ya tenemos completos viernes, sábado y domingo; y el lunes medio aforo", detallaba Ceberio sobre las fechas del puente de Todos los Santos, mientras repasaba con la mirada el comedor con capacidad para 170 personas.

Buena parte de los negocios del Salazar coinciden en que la temporada de verano (temporada alta) y los jugosos puentes del otoño, con el gran reclamo del cambio de color en la Selva de Irati, se han solapado este año. "No ha habido diferencia desde el verano, incluso entre semana ha habido bastantes reservas", afirmaba Bartolomé Navarrete, del Hostal Otsoa de Ezcároz.

Como explica Mikel Ceberio, la ocupación de los alojamientos en el valle es como una mancha de aceite: "Cuando se empieza a llenar Otsagabia el turismo se extiende al resto de pueblos". En Otsoa, por ejemplo, este puente han llenado el 100% de sus plazas. El mismo dato de ocupación se repite en otras partes del valle como el Hostal Salazar de Oronz, o en las dos casas rurales que hay activas en Izal. En la mayoría de los alojamientos las reservas se producen con mucha antelación. "Nosotros estamos completos desde hace tiempo y así muchas otras casas rurales. Solo hay cancelaciones por cuestiones graves o a causa de la covid", detallaba Gonzalo Palacios de Casa Manchito (Izal).

En Salazar se ofrece un turismo de calidad, valorado por quienes lo visitan. "Desde hace cinco años, en verano, viene un grupo de Benidorm. Dicen que ya no son turistas", cuenta satisfecho Juan Gabriel Adot, de Casa Maestroxar (Otsagabia). En su caso, como en el de tantos otros la lista de reservas llega ya a fin de año. "Nosotros ya tenemos reservas para Navidad y el día de Nochevieja", especifica.

COLAS PARA COMPRAR Esta gran afluencia de turismo para pueblos pequeños como los del Salazar hace que la rutina cambie, al menos unos días. "Hay que esperar y se forman colas. Además la gente tiene recelo aún a entrar porque todavía recuerdan los aforos que había antes y esperan en la calle", relata Mery Mairena, dependienta de la panadería Txaltxigorri de Otsagabia. Para ella la receta, en estos días puntuales, no es otra que la paciencia. "Vendemos mucho más, se nota un montón". En la panadería, además, tienen una selección de productos locales como quesos, pastas y embutidos artesanos de producción local en el valle. "Los turistas sobre todo vienen buscando el queso, los embutidos y el pan artesano", detalla Mairena, maestra en su país, Nicaragua, y el rostro amable que atiende a vecindario y turistas en la panadería fundada en 1910, por la familia materna de Mikel Mancho, la cuarta generación.

Las buenas cifras de los dos puentes del otoño, sumados a una gran campaña de verano, hace que los negocios turísticos del Pirineo vean con optimismo los años posteriores, con la esperanza de dejar atrás la crisis por el coronavirus. Entre los retos del futuro estará, también, el impulso a la campaña de primavera, que defienden como un momento magnífico para conocer la Selva de Irati, en tonos verdes.