Javier Goicoa Juango y Jesús Mari Larrañeta Elizondo son dos septuagenarios aezkoanos dispuestos a enseñar el oficio olvidado de hacer tejados con tablillas de haya. "Que no se pierda lo que hicieron nuestros antepasados", dicen y se han dado a conocer con su demostración de elaboración artesana de tejados con madera de haya. Aoiz, Ezcároz, Maule, Burgete y Burgui, entre otros pueblos, han contado con su presencia y quienes les han visto han podido disfrutar de una lección generosa y magistral, impactante por la magnitud de su trabajo artesano sin apenas herramientas.

Estos dos aezkoanos "de pura cepa" (nacieron en Orbaizeta) se han convertido, a su pesar, en protagonistas transmisores del oficio de sus antepasados. Los dos últimos conocedores de un oficio desaparecido. Todo fue a raíz de que encabezaron en el verano la restauración con tablillas de haya del tejado de la ermita de la Virgen de las Nieves, en la Selva de Irati. Según la manera en la que se hacían antiguamente en el Valle de Aezkoa. A pesar de que habían transcurrido 50 años sin hacerlo, se lanzaron a ello porque el deterioro de la ermita demandaba una intervención urgente.

Fue en una conversación entre amigos, y una vez cerciorados de que no habían olvidado el viejo oficio, se lanzaron a enseñar y a ayudar a quien estuviera dispuesto a colaborar de forma altruista con la tarea. Lograron un pequeño grupo de seis o siete personas, a las que primero enseñaron la técnica y juntos elaboraron 7.500 tablillas, de 2 o 2,5 cm. Cada teja está formada por seis solapadas, que salen de troncos de 45 a 60 cm de diámetro.

El proceso, apuntan, empieza justamente en el monte, en la elección de las hayas. "Hay que trabajar con la madera en su punto. Tirar el árbol en su momento óptimo, totalmente liberado de savia, en las lunas crecientes entre noviembre y febrero, y respetar el tiempo necesario para que se cierren todos sus poros, para empezar a trabajar. "Al principio nos asignaron 25 hayas para hacer el tejado, pero nos bastó verlas para saber que no eran las adecuadas. Encontramos siete que eran perfectas", recuerdan.

Un taller en Irati

Las arrastraron a una zona apropiada en el monte, y así, en pleno rincón del Irati, improvisaron un taller. Con ellas, en 20 días elaboraron las 7.500 tablillas que cubren el tejado de la ermita. En alguno de ellos hicieron hasta 600.

En el lugar elegido permanecieron un año. "Trasladarlas y sacarlas fuera de su ambiente les hubiera perjudicado", puntualizan. El invierno cubrió de nieve su trabajo y en el verano siguiente, a primeros de agosto, ya estaban, curadas, rectas y perfectas para su colocación.

Para considerar la restauración terminada, faltaría una intervención en las ventanas, retocar puertas y carpintería. Además, contemplan colocar una placa solar con programador que proporcione luz para ahuyentar a los murciélagos y evitar que dañen las paredes.

Hacer escuela

Lo que movió desde el principio a estos hombres es preservar el oficio que aprendieron de sus mayores y rescatarlo del olvido. Pero ahora se plantean ir más allá: están dispuestos a enseñar la construcción artesana.

"A ver si podemos conseguir gente que quiera aprender. Hace falta mano de obra joven que aprenda para poder hacer esa selección del árbol y elaborar las tablillas", opinan. José Mari se presta a hacer escuela, y cuentan que están en contacto con un grupo de jóvenes italianos que también se dedican a ello.

Antes de que entrara el otoño, Javier y Jesús Mari, han estado de gira. Con 75 y 74 años cumplidos, derrochan energía, habilidad y capacidad de transmisión. Difunden la obra de la ermita, les gustaría poder acabar sus reparaciones.

En agosto serán nombrados Cofrades de Honor de la Virgen de las Nieves. Lo celebrarán. Sin duda, se lo han ganado.