Llegó a Pamplona "por amor" hace dos años y aquí ha empezado a callejear a capela, acompañado solo por los 60 megavatios de un aparato para las melodías. La voz es cosa suya y va a pelo, sin microfonar. El palentino Carmelo Ruiz, de 52 años, es un tenor de calle que va "por libre". Lo mismo puede cantar en la Plaza del Castillo, en San Nicolás o en el paseo de la Concha de San Sebastián, como el pasado domingo. "Era la primera vez que iba a Donosti a cantar y fue la leche. Había gente que se acercaba, porque no deja de ser curioso, un formato novedoso. Se trata de llevar un poco de alegría. Y la gente lo agradece, tiene ganas de que surjan estas cosas... una señora me dijo que en la vida le habían cantado así, a dos metros. A otros les da por otra cosa, y a mí me ha dado por ahí", dice.

Después de salir de la academia militar, pasar 9 años en el ejército -del que no guarda muy buenos recuerdos- y dar "muchos tumbos" en distintos trabajos, Carmelo, que siempre ha sido cantarín, decidió apostar por la música. Y se formó en academias privadas, "haciendo hincapié en la técnica; cómo impostar la voz, cómo modular, sujetar, saber respirar, etc". En realidad se dedica a cantar en bodas, aprovechando la "excelente acústica" que le brindan los templos. Pero "visto cómo están los acontecimientos, progresar o morir, hay que hacer algo. Si no quieres salirte del gremio hay que trabajar en otra cosa. Y yo no estoy dispuesto a salir, quiero seguir en lo mío", defiende.

Su intención es "cantar en las diferentes y variadas terrazas de Pamplona. Hay muchas zonas llenas de personas siempre interesantes en esta apreciada Pamplona". Por aquí cantará zarzuelas, piezas de óperas italianas y mucho de los años 60-70, como Nino Bravo o Camilo Sexto. "Me llevo el maletín y lo pongo descaradamente. Y el que quiera echar dinero que eche", dice. "Esto es dedicarte media vida a trabajar la voz, a respirar. Y no importa que hayas estado cantando a pleno pulmón, sin micro, al día siguiente tienes que estar otra vez al 100%.