sus 7 años, Verónica Serrano no puede saber ni imaginar lo que significa para Tudela que sus alas vuelvan a cruzar el cielo de la plaza de Los Fueros el Domingo de Resurrección. Tras dos años y dos ángeles frustrados (Aimar Sánchez y Haizea Maisterra), la Bajada del Ángel volverá a realizarse y será el más claro indicio de que, poco a poco, la normalidad se va, ahora sí, retomando. Será la primera celebración multitudinaria que se realice en la capital ribera desde el 16 de marzo de 2020.

Ayer, de nuevo, el garaje de Patxi Cambra y Pilar Arregui, se transformó en Casa del Reloj y plaza de Los Fueros y las instrucciones de Miguel Ángel Vallejo, el cariño de Ana María Arregui y Ana Vallejo y el trabajo de Goyo Terrén y Rodolfo Milagro acompañaron, una vez más, a la aprendiza de Ángel. Verónica se vistió las alas, el arnés que le sujeta a la nube, la corona y el banderín para practicar el descenso hasta la Virgen, declarar el final de su luto y anunciarle a voz en grito “¡Alégrate María, que tu hijo ha resucitado!”. Junto a todos ellos, Virginia Lacalle y Javier Serrano, sus padres, asistieron al ensayo, las medidas covid impidieron la presencia de más familiares.

los nervios Toda persona que aprecia este ceremonia, más allá de su religiosidad o no, sabe de la importancia de los detalles. De dar confianza a, en este caso, la protagonista, de explicar bien cada uno de los pasos y tratar de que, los medios no creen una tensión y nervios que Verónica no conoce. La pequeña vive estos últimos momentos antes de su paso a la historia con tanta normalidad que impresiona. “Cuando hizo el primer ensayo en que le colgaron y empezó a sonar la música te das cuenta de que esto va en serio. Impresiona en este garaje o sea que en la plaza Nueva ante miles de personas, lo que tiene que ser...”, comentaba su padre Javier.

Para los padres “es muy emocionante, aunque la tranquilidad que ella transmite hace que le quitemos mucho hierro al asunto, eso sí, lo que peor lleva es la prensa”. Para Verónica, después de haber realizado los dos días de intensos ensayos lo más difícil es la retirada del velo de la Virgen y lo que más le gusta el reparto de las aleluyas, pequeños papeles impresos con un dibujo de la ceremonia que cada Ángel guarda como un tesoro de su paso por una de las tradiciones más emblemáticas de la ciudad.

El ensayo atrapa por su sencillez. Colgada del techo por un arnés de montaña, Verónica inicia el vuelo. “Sales del templete, te santiguas, aleluyas...”, Miguel Ángel marca los tiempos mientras de fondo suena la Marcha Real. Cuando calcula que llegan al ficticio kiosco de la plaza de Los Fueros, su hija, Ana Vallejo, con la corona en sus manos tapada con un velo, se arrodilla bajo Verónica. “Te santiguas”, le recuerda y Verónica rompe el silencio “¡Alégrate María, que tu hijo ha resucitado!”, y lanza el velo hacia el hueco que las alas deja en su espalda. “¡Muy bien!”, los colaboradores y sus padres rompen en aplausos. Verónica esta preparada.

Candidatos. Este año se presentaron 27 (12 niños y 15 niñas) para hacer el Ángel este año (7-8 años) y 16 (10 niños y 6 niñas) para el de 2023 (5-6 años). De esa cantidad finalmente se retiraron dos de cada tanda, por lo que debieron elegir entre 24 para 2022 y 14 para 2023.

Suplente. Diego Martón Arriazu, el Ángel suplente, nació el 21 de julio de 2015, es hijo de Marta Arriazu y Óscar Martón, cursa 1º de Primaria en el Colegio Monte San Julián y lo que más le gusta es el Judo, las clases de Lengua y el hockey.

Cambios. Amaya García fue la primera niña en hacer de Ángel en 2008. A lo largo de los 700 años de historia de la Bajada del Ángel, la ceremonia ha sufrido numerosos cambios. En 1663 se pasó de que un grupo de niños fueran andando, a colgar a uno solo de una maroma. En 1851 se trasladó el acto a la plaza de Los Fueros (antes se hacía en la plaza Vieja y Ángel y Volatín a la vez). En la plaza Vieja el niño llevaba una vela encendida, que llenaba de cera a los espectadores. Antes la Virgen esperaba en el sitio a que llegara el Ángel, mientras que ahora acompaña el descenso. También se cambió la peluca que usaban los niños y se incorporó el banderín. Por último el grito antes no era tal y el niño lo decía con voz normal. Tampoco existía la narración grabada.