Las inmediaciones de la ermita de San Adrián volvieron a ser lugar de encuentro de los y las etxarriarras después de dos años de espera. Y es que esta romería es la fiesta entre las fiesta en Etxarri Aranatz y cientos de personas se acercaron a este bello paraje de robles y hayas situado a unos 5 kilómetros del núcleo urbano. En plena ola de calor, ayer se agradecían aún más si cabe las sombras de los árboles.

Día grande, la corporación acudió acompañada de los txistularis con la bandera local y la alcaldesa, Silvia Marañón, al frente con la makila. A su llegada pudieron recuperar fuerzas con la fritada, guiso de ternera con sopas de pan que ofrece el Ayuntamiento. Fueron 80 kilogramos de carne. Para acompañarla, vino que corrió de mano en mano en las barkilak, las tradicionales tazas de plata que según la creencia popular, protege de los contagios. Lo cierto es que la pandemia sigue ahí, y bien lo saben en Etxarri, pero la mayoría prefirió seguir la costumbre. Habrá que esperar unos días para saber si los datos no echan por tierra esta vieja creencia extendida por distintos pueblos de Sakana.

Se repartieron en torno a 1.200 litros de vino, tanto en tazas, como en vasos reutilizables, jarras para las mesas e incluso botas. Asimismo, el Ayuntamiento repartió mosto sin alcohol. La bebida junto con la comida son los dos principales pilares de esta fiesta, con encuentros en familia en torno a una mesa. En el caso de los Artieda eran más de una veintena. Los de casa Sordo eran aún más, en torno a 35, con zikiro como plato fuerte. No faltó Domingo Mundiñano, de 97 años, con muchos san adrianes detrás. “Mientras comida no falte”, observaba. Y es que en su juventud pasó mucho hambre, como recordaba.

Dantzakis por San Adrián el 16 de junio

Las dantzas son la otra pata de esta fiesta. Por la mañana fueron los dantzaris de Etxarri, que tras bailar diferentes piezan finalizaron con el Dantzaki, que sólo se baila otros dos días señaladosDantzaki: la festividad del patrón, San Kiriko, este pasado lunes, y la Ascensión, el 15 de agosto, en la ermita de Andra Mari. Por la tarde lo bailaron los quintos y quintas, el primer aviso de que había que ir pensando en coger el camino de vuelta. Arrancó una vez cantado el Gernikako arbola junto a un viejo roble, una animada kalejira que acompañaba al camión del vino del Ayuntamiento. La primera fue en Urbijotzendenzubia, cerca de la regata, y la segunda en Leinube. La siguiente fue en Danbolintxulo, cerca del camping y la cuarta y última en Arangorrieta. Cómo suelo ser habitual, la juventud apuró al máximo la llegada al pueblo. La fiesta continuó con música en la plaza.