Aunque no ha sido fácil lanzarse a la aventura, ella siempre había tenido claro dos cosas: que iba a dedicarse al mundo del tatuaje y que si montaba su propio estudio lo iba a hacer en Lodosa, en su casa, y con su gente. Y así ha sido; Sara De Tomás, de 26 años, acaba de abrir Aintzina Tattoo en la localidad ribera. El nombre “es una palabra que siempre me ha gustado y que hace referencia a los viejos tiempos, a un estilo de vida que defiendo y que me inspira; trabajar desde el respeto al gremio y tener en cuenta a los referentes de antes. Es más bien una mentalidad de vida que creo que es el espíritu que me define a la hora de tatuar”. Sara lleva pintando y dibujando desde que tiene uso de razón por lo que a nadie le sorprendió que se fuese a estudiar Bellas Artes a Valencia. Sin embargo, ella tenía muy claro el rumbo que quería seguir. “Cuando acabé, me metí con un maestro que me enseñó las bases del tatuaje tradicional” y, al mismo tiempo, se compró una máquina para tatuar. “Empecé como no hay que hacerlo”, ríe, “tatuando la fruta, la piel de cerdo o piel sintética, a amigos, o a mí misma. Lo mejor es dibujar mucho y estar con un aprendiz; cuando empiezas no sabes nada”. Después de la pandemia empezó en Wasabi, en Barañáin, y ahora ha decidido dar un paso de gigante y montar su estudio al que invitará a otros y otras tatuadoras. Su estilo, aunque se adapta a todo, podría enmarcarse en el Old School Americano, una corriente que conlleva un gran estudio del tatuaje; qué funciona, por qué y cómo envejece, “que es vital”. Se caracteriza por líneas negras gruesas, generalmente con una gama de colores plana, y definido por un imaginario específico. “Me encanta dedicarme a un gremio artesanal, a algo que depende de tus capacidades. El tattoo te enseña a conocer y respetar el pasado, presente y futuro”.
“Abro el estudio con toda la ilusión del mundo; quiero acercar el tattoo a la gente del pueblo, que es mi gente”
Manos a la obra
A la hora de abordar un nuevo proyecto, apunta Sara que siempre firma como SUA, queda con el cliente, hablan del diseño y hace varios bocetos allí mismo. “Le doy muchas vueltas a los dibujos, busco y busco, que es algo que está bien porque no lo dejo hasta que no me siento cómoda y satisfecha con lo que he hecho”. La experiencia, insiste, “te la da el tiempo pero sí que hay unas pautas: además de tener una buena base de dibujo, hay que conocer las zonas del cuerpo bien, la piel, las líneas (saber qué dilatan), los colores (tener en cuenta que pueden perder), los negros (que no se emborronen), etc, Todo esto se lo explico a quienes vienen”. De hecho, recalca, es ahora cuando ella se está encontrando más a gusto y cuando ha descubierto formas, colores y composiciones con las que se siente más cómoda. Abriéndose camino en un mundo “muy machista y patriarcal”, asegura que lo que más tira es el realismo porque es más fácil distinguir y reconocer las formas pero “el tattoo va por modas. Este mundo, además, está muy asociado a la música, la cultura, a una forma de ver y sentir la vida, y a unos pensamientos muy concretos. El tatto te identifica, es una forma de expresión y está en expansión”.
Rompiendo moldes
El estudio “lo abro con toda la ilusión del mundo; quiero acercar el tattoo a la gente del pueblo, que es mi gente”. Eso sí, el camino hasta llegar aquí no ha sido nada fácil: “emprender ha sido costoso y estoy rencorosa con el papeleo; no te brindan ayuda ni te asesoran, pero ahora ya toca mirar hacia adelante y creo que he logrado un espacio cómodo, en el que la gente que venga se va a sentir como en casa y en el que al entrar se ven tatuajes, dibujos y el respeto por el gremio”. Se trata del primer negocio de estas características que abre en Lodosa, algo que no le ha echado para atrás a Sara. “Todo lo nuevo cuesta, pero es algo con lo que abrir la mente culturalmente. El tatuaje siempre se ha visto mal por ser algo rompedor y estaba asociado a lo malo, aunque en algunas culturas era un honor llevarlos, así que espero romper estereotipos y animo a todos y todas a que venga a ver el estudio, aunque no se vayan a tatuar”. El futuro, cree, “está en los pueblos, son una enorme fuente de riqueza y yo tenía claro que quería estar aquí; creo que puedo aportar cosas nuevas”. De hecho, en el Rocktabator Festival ella se encargó de hacer el diseño del logo que estamparon en los carteles y en los petos. “Quiero estar presente en todas aquellas cosas que son buenas para el pueblo y que se hacen por y para el pueblo, sin instituciones ni organizaciones de por medio”. Hasta ahora, concluye, “el feedback ha sido increíble, he sentido que me apoyan un montón, y todo el mundo ha tenido buenos deseos hacia mí”. Sus diseños están en redes sociales: en Instagram (@aintzinatatoo), en Facebook (Sua Sara), y en Tik Tok. “Me encantaría que cuando alguien vea un tattoo lo relacione conmigo o con la zona. No pienso en grandes retos a futuro, quiero hacerlo lo mejor que pueda, disfrutar con mi trabajo, y que quien venga lo haga porque quiere estar conmigo y porque le gusta lo que hago”.