Este martes, a las 16.50 horas, ha fallecido a los 107 años en su casa de Amaiur Cándida Jauregi Magirena. La conocida como amatxi de Baztan era desde el pasado mes de octubre la persona más longeva de la Comunidad Foral, según el blog de Eduardo García Onrubia segundacentena.blogspot.com. La abuela de Navarra nació el 3 de septiembre de 1915 en el caserío Salaberriko borda, de Amaiur.  Hija de Antonia y Fermín, fue la segunda de los tres hijos que tuvo la pareja. 

Desde pequeña ayudó en los trabajos de labranza del caserío, a la vez que acudía a la escuela, situada en la casa Kallonea, donde estudió hasta los 12 años. Era 1927. Tras terminar la escuela, Cándida continuó con su vida en el caserío, ayudando en casa en todo lo que era necesario. En 1931, sucedería algo que la joven amaiurtarra recordaría toda su vida. Según cuenta, el día de Santiago, el 25 de julio a medianoche, Cándida, junto a su familia, escuchó un gran estruendo en el monolito construido sobre los cimientos del Castillo de Amaiur, monolito que quedaba a la par de su caserío. Cándida recuerda el miedo que sintieron al escuchar el ruido, y el posterior derrumbe del símbolo instaurado 9 años atrás. 

Pocos años más tarde, fue la guerra la que vino, como a muchas casas, a trastocar la tranquilidad con la que vivían en Salaberriko borda, llevándose a un hermano de Cándida al frente. Fueron muchos los vecinos que tuvieron que acudir a una guerra que nadie quería, entre ellos, un hermano de Cándida, y el que posteriormente se convertiría en su marido, Joxe Inda Maritorena (1913-1995). Fueron años duros, entre la incertidumbre de las batallas y el sufrimiento que a muchos les tocó padecer, como el hambre, aunque en Salaberriko borda, según cuenta Cándida, no pasaron hambre, tal y como cuenta Maritxu, hija de Cándida y Joxe, “nuestra madre siempre ha dicho que ellos no pasaron hambre, hacían pan en casa, y como tenían huerta y animales, se las arreglaron bastante bien”. 

Cándida Jauregi. Ondikol

Pasaron varios años después de la guerra hasta que llegó el día que cambió la vida de Cándida. A los 37 años, contrajo matrimonio con Joxe, su vecino, de Argineneko borda. Se conocían desde niños, y cuenta que solían conversar en la pared junto al camino que va a Argineneko borda. 

Tras la boda, Joxe heredó Arginenea, en el pueblo, y con el dinero que aportaron los padres d Cándida, arreglaron la casa en la que se formó la familia, y en la que ha vivido Cándida. La familia creció rápidamente, pasando de ser dos a ser 6 en cuatro años, con los nacimientos de Maritxu, Fermín, Belén y Félix.  

Arginenea se llenó de vida, una vida dedicada a la labranza, en la que nunca faltó comida ni ropa, gracias a la habilidad de Cándida con la máquina de coser. Su hija Maritxu contaba a este periódico, con motivo de su 107 cumpleaños, que hace aproximadamente 50 años llegaron a Arginenea dos grandes avances, dos artilugios que Cándida “valoró muchísimo”: la radio y la lavadora”. Hasta entonces no había manera de saber lo que pasaba en el mundo, “la gente se enteraba de las cosas que sucedían cuando acudía a misa, pero casi siempre eran noticias del pueblo o alrededores”. Por otro lado, la lavadora, aunque no aclaraba, supuso un gran cambio a la hora de lavar la ropa, que hasta entonces se hacía a mano. 

Durante las últimas décadas la vida de Cándida ha sido una vida familiar, en la que ha sufrido pérdidas (enviudó en 1995), pero también muchas alegrías, con sus 7 nietos y 7 bisnietos, que durante los últimos años han llenado su casa de alegría. 

Hasta sus últimos días, contaba su hija Maritxu, siguió escuchando música, una de sus grandes aficiones junto al baile. Aunque no veía ni oía como antes, Maritxu explicaba que su madre le pedía música, y a través del móvil, con auriculares, Cándida disfrutaba de las melodías, que acompañaba con el cuerpo y a veces también se animaba a cantar, como Markesaren alaba, Maitiak galdegin zautan o Ikusten duzu goizian.

Agur amatxi. Gugan bego.