Un mugalari bidasotarra, presuntamente del Valle de Baztan si bien se trata de una hipótesis no demostrada, ayudó hace un siglo a cruzar la frontera a Ramón Casanellas, el anarquista catalán que, con dos compañeros, atentaron y asesinaron al presidente del Consejo de Ministros de España, Eduardo Dato. El magnicidio tuvo lugar el 8 de marzo de 1921 y la huida al extranjero de Casanellas se produjo días después “fins la frontera del País Basc amb França”, quizás por Dantxarinea o Etxalar.

Detención de un contrabandista en la muga 72 de Urdax.

Detención de un contrabandista en la muga 72 de Urdax. 2 Un reportaje de Lander Santamaría f Fotografía Foto Mena (Elizondo) en la revista Estampa de Madrid

Ramon Casanellas Lluch (Barcelona, 1897-El Bruc, Barcelona, 1933) fue un político y sindicalista muy conocido por ser uno de los participantes en el asesinato del presidente Eduardo Dato, que realizó junto a Pedro Mateu y Luis Nicolau. En el atentado, Casanellas efectuó “más de 20 disparos contra el coche de Dato desde una moto con sidecar”. El atentado fue la respuesta del sindicalismo catalán a la dura represión y “terrorismo blanco” ejercidos tanto por el gobernador civil de Barcelona, Severiano Martínez Anido, y la patronal de Cataluña contra el movimiento obrero de la ciudad.

Ramón Casanellas Lluch, el asesino de Eduardo Dato.

Ramón Casanellas Lluch, el asesino de Eduardo Dato. 2 Un reportaje de Lander Santamaría f Fotografía Foto Mena (Elizondo) en la revista Estampa de Madrid

Severiano Martínez Anido (El Ferrol, 21 de mayo de 1862-Valladolid, 24 de diciembre de 1938) fue un militar español calificado de “cruel y violento”, principalmente conocido por la brutal represión policial del pistolerismo anarquista en Barcelona al comienzo de la década de 1920. Destacó en la dictadura de Primo de Rivera y tras la Guerra Civil sería ministro de Orden Público del primer gobierno del dictador general Franco.

La huida

Tras el asesinato del presidente Eduardo Dato, al parecer ante la imposibilidad de hacerlo contra Martínez Anido, los autores del atentado huyeron, en el caso de Pedro Mateu y Luis Nicolau para ser pronto detenidos, Ramón Casanellas volvió al hostal en el que se alojaba e incluso al rumorearse en la prensa que los asesinos eran catalanes bromearía con la propietaria del establecimiento al decir: “Pues sí que nos ha caído una buena a los catalanes, ahora todos somos sospechosos”.

En opinión de varios historiadores, marcharía a pie de Madrid y después enlazando varios trenes hasta la frontera del País Vasco por el Bidasoa. De San Sebastián y Renteria viajaría en el tren popularmente conocido como el topo y desde Irun en el Ferrocarril del Bidasoa a Elizondo o a Bera. En varios textos se indica que lo hizo “hasta el Valle de Baztan”, pero hace un siglo, como de forma errónea se viene haciendo en la actualidad por desconocedores del territorio, todos los municipios situados de Endarlatsa arriba o arriba de Belate se consideran “del Valle de Baztan” aunque no es así.

Sorprende la libertad con la que se movería Casanellas, a pesar de la presencia de fuerzas de carabineros, guardia civil y también del ejército, se supone que alertadas desde Madrid tras el atentado. Hasta tal punto que al ser preguntado comentará que “parece que me buscan por la frontera catalana”.

Contacto y exilio

Según la revista Estampa, en el reportaje, claramente fabulado, El contrabandista que salvó a Casanellas tras la muerte de Dato, el anarquista catalán llegó al pueblecito “que se llama Albenea”. (¿Dantxarinea?) donde contactó con Pello Irazoqui, nombre simulado de un contrabandista retirado.

“Para un hombre que quiera trasponer la frontera”, le asegura Irazoqui, “lo difícil será llegar hasta estas montañas, pero si llega y encuentra un buen guía, ya pueden estar en ella todos ios carabineros de la nación. El la pasa”. Y presenta al mugalari: “Es Joshe Mari Azaldegui, el de Arrupeko-borda: un muchacho que tiene una historia endiablada. Empezó conmigo de paquetero, pero ese ha nacido para ser jefe”, explicó Irazoqui a Casanellas.

Y aquí el relato de la revista Estampa confunde al lector porque de estar en apariencia en Baztan o en Dantxarinea (Urdax), de pronto situa la acción cerca de Endarlatsa al decir que de allí “marcharon en dirección a Yanci”. Luego, atravesaran la carretera enseguida y se internaran en el monte, siguiendo en línea recta “hasta las palomeras de Echalar”.

Andarán un poco y pronto Joshe Mari se detendrá para decir: “Hemos llegado. Estamos ya en Francia”. Casanellas no podría creer que pasar la frontera fuera cosa tan sencilla. Fuera así o no, lo que sí es un hecho es que el anarquista asesino acabaría en la Unión Soviètica tras hacer escala en Francia y Alemania, después de pasar la frontera con ayuda de un mugalari del País del Bidasoa. No sería la primera vez... y quizás tampoco la última. l