El calor y el polvo endurecen la Extreme Bardenas

Carlos Monreal, del equipo Txirrinta Bikes de Tafalla fue el primer biker en cruzar la línea de meta en Arguedas en la categoría masculina invirtiendo un tiempo de 3 horas 26 minutos y 25 segundos, a una media de 29,9 kilómetros por hora, con solo un segundo de diferencia en la línea de meta con respecto al conocido ciclista Haimar Zubeldia, con quien se disputó el triunfo hasta el último minuto. Monreal, había ganado la Media Extreme del pasado mes de marzo, por lo que ayer hizo doblete. Por su parte, la tudelana Inés Ridruejo se impuso en la categoría femenina con un tiempo de 4 horas 9 minutos y 11 segundos, con una media de 24,8 kilómetros por hora, por delante de Laura Arregui que fue la segunda con solo 47 segundos de diferencia.

El pelotón atraviesa una zona de la Bardenas Blanca Fermín Pérez Nievas

La salida desde Arguedas a las 08.30 se hizo con un pelotón mermado con respecto a otras ediciones. Casi la mitad que en ediciones anteriores a 2018 (cuando comenzó a descender el número), pese a que todo el que prueba asegura que repetirá. El año que viene, cuando se cumplan las 25 ediciones, el CC Arguedano echará el resto para recuperar las cifras de participantes de otros años, un número que, al mismo tiempo, es necesario para poder seguir manteniéndola. Como en casa ocasión, los vecinos y vecinas se volcaron en la organización e incluso su número superó al de otras veces con más de 200.

El obligado cambio de recorrido dirigió el pelotón hacia la carretera perimetral del Polígono de Tiro, atravesando Arguedas y dejando a un lado los arrozales. Unos primeros 25 kilómetros suaves, que se hicieron de forma controlada y que, como buena parte del trazado, era para rodadores. Sin embargo, tras pasar junto a Castildetierra (hacia el kilómetro 35) el pelotón se dividió en grupos de menos de 15 unidades y ya se vieron los primeros pinchazos y la caída más peligrosa de la prueba, cuando un ciclista sufrió policontusiones, la fractura de algún hueso de la cabeza y pérdida de memoria, siendo trasladado de forma urgente al hospital. Eran las 10 y ya había 26 grados.

El recorrido estaba igual de seco que antes de las lluvias y así se comenzó a subir Los Casinos para dirigirse hacia Landazuría donde estaba el primer avituallamiento sólido y se pasaría a subir a El Plano, una larga superficie elevada de la Bardena donde el sol caía a plomo. El siguiente paso fue La Bajada de las Yeguas desde donde los bikers se dirigieron a Las Bodegas una de las zonas más agradecidas para los fotógrafos y más sufridas para los participantes. Las Bodegas son una continua entrada y salida de barrancos, con subidas y bajadas rompepiernas donde el polvo se mete en las gargantas y en las cadenas y dificulta poder mantener un ritmo.

A partir de entonces los pinchazos se multiplicaron, como los de un ciclista de Carcastillo que para entonces había pinchado tres veces y tuvo que abandonar, pero también se comenzaron a ver mareos fruto del calor.

El obligado cambio de recorrido de última hora desvió al pelotón a una zona por la que nunca se había pasado antes, que los bardeneros la conocen como La Quemada. Una subida corta, rodeada de pinos y muy empinada que se hizo dura con los más de 33 grados que ya se estaban sufriendo, aunque ofrecía una vista de una zona verde por la que no se había transitado hasta el momento por la Extreme Bardenas y que gustó mucho a los participantes.

La subida de La Quemada llevaba de nuevo a El Plano que se hizo eterno, árido y duro para quienes habían perdido ya contacto con grupos y marchaban solos por mitad de la Bardena. En esos momentos, hasta la llegada de nuevo a Landazuría, los mareos fueron más habituales y muchos pedían agua a los coches de la organización ante las dificultades de llegar al siguiente avituallamiento. Ya solo quedaba la cuesta de los Triyuelos para llegar finamente a la subida a El Yugo donde el ánimo, las ayudas y los aplausos del público llevan en volandas a quienes lo peor están pasando y ven cómo no llega la meta. Ya desde la ermita solo quedaban 5 kilómetros de descenso hasta la meta de Arguedas para cumplir el objetivo. En meta hasta se produjo una petición de matrimonio de una pareja catalana al terminar los dos los 103 kilómetros.

Durante la prueba se pudieron ver muchas bicicletas eléctricas, ya plenamente integradas en la prueba y con las que se hace también una clasificación aparte algo impensable antes de 2019, pero también dos tándem.

Una prueba con 642 valientes

Cada uno de los participantes en la Extreme tiene una historia y una vivencia tras recorrer los 103 kilómetros. Dede el primero al último y algunos solo por hacerla, como es el caso de Isidro Fernández, presidente del BTT El Patorrillo de Castejón que al cruzar la línea de meta terminaba su 24 Extreme. Junto a él hay personas como Santiago Luzarraga o el local Alberto Calavia que también han sido capaces de estar y realizar todas las ediciones.

También estaba contento Mayonnade Jean-Louis, uno de los cinco integrantes de un club francés que vinieron a Arguedas desde Bourdeos. “Me ha gustado mucho la carrera. Es la segunda vez que participamos, la vez anterior en 2018, pero este año ha hecho más calor. La organización es perfecta y casi lo peor es la última cuesta pero la gente te lleva hasta la meta con sus ánimos. Seguro que repetimos”.

La tudelana Inés Ridruejo completó la prueba y no supo hasta la llegada que era la primera mujer en cruzar la línea. “Han tenido mucha capacidad de reacción para cambiar el recorrido. Es la segunda vez que vengo y la verdad es que he estado muy a gusto. Iba reservando porque nunca sabes cuando te va a dar el martillazo pero lo he debido hacer bien porque me han dicho que he sido la primera”, sonreía.

También hubo muchos vascos en el pelotón como el donostiarra Manuel Pazo que desde 2009 había participado en todas (“el calor de hoy la ha hecho más dura”), Íñigo Polanco, de Vitoria, que llegaba por primera vez a la prueba que había descubierto porque su cuñado es de Arguedas (“desde luego que repetiremos”), Joseba Ortiz Perez de Arenaza, de Barrundia, que ha participado muchos años y que aseguró que volverá el año que vienec o Jorge Olivenza, de Arritxabaleta, que llego por segundo año y al que la noche anterior le comieron los mosquitos (“una gozada la organización”). También se vieron riojanos de Haro como Juan Carlos Murillo, que debutaba en la Extreme y Pablo Fernández.